(Foto de James Nachtwey)
... A los 75 años, el autor de El lamento de Portnoy, que lo convirtió en una celebridad de las letras estadounidenses, vive en una antigua casa de madera en una colina en Connecticut. El novelista que supo ser un rey en Manhattan, rodeado de admiradores y adulones, se dedica aún a lo que ha llamado "terrible ambigüedad del yo"...
(c) The Observer Y Clarín
Fotos: http://www.williamlanday.com/2010/04/26/portrait-philip-roth/
http://www.nytimes.com/imagepages/2004/10/02/books/1003books-roth.html
Foto Nancy Crampton |
Después de Portnoy, después de abandonar Nueva York, se marchó al campo. ¿Qué me dice de la vida rural? Es evidente que la utilizó como material en La visita al maestro.
Tal vez nunca me habría interesado escribir sobre un escritor que se recluye de no haber saboreado primero un poco los treinta y cinco años de esplendor rural de E.I. Lonoff. Necesito algo sólido bajo mis pies que me estimule la imaginación. Pero aparte de permitirme experimentar cómo son las vidas de los Lonoff, vivir en el campo aún no me ha proporcionado ningún tema. Es probable que nunca lo haga y debería marcharme cuanto antes, pero resulta que me encanta vivir allí, y no puedo hacer que todas y cada una de mis elecciones se ajusten a las necesidades de mi trabajo.
Philip Roth entrevistat per Hermione Lee (1984). A: Philip Roth. Lecturas de mí mismo. Traducció de Jordi Fibla. Debolsillo, 2010. P. 149.
Era el último fin de semana del verano cuando viajé hasta el noroeste de Connecticut para reunirme con Philip Roth. La apartada casa de madera gris del novelista, construida en la época de la revolución, se encuentra sobre una colina, al final de un tranquilo camino rural, a varios kilómetros del pueblo más cercano.
La alta figura que sale de entre los manzanos a saludarme lleva buzo y pantalón de jogging gris. Mi primera impresión es que Philip Roth se parece tanto a un juez de la Suprema Corte de licencia como a uno de los escritores más admirados del país.
Según sus propias palabras al comienzo de El escritor fantasma, uno podía «empezar a comprender por qué esconderse a 400 metros de altura en las montañas con la única compañía de los pájaros y los árboles quizá no era tan mala idea para un escritor, judío o no... Pureza. Serenidad. Simplicidad. Aislamiento. Toda la concentración y la extravagancia y la originalidad reservadas para la vocación agotadora, enaltecida y trascendente». Como su personaje principal Zuckerman, Roth parece haber pensado: «Así es como voy a vivir».
Caminamos por la fresca hierba hasta una especie de tienda de gasa con sillas en su interior donde Roth y sus invitados pueden disfrutar de la conversación a salvo de los insectos. Entrar a esta burbuja es como ingresar en el sector de puertas afuera de la mente del escritor.
En otra época, vivía aquí todo el año pero, con la edad, los inviernos le resultan demasiado brutales. Pero, ya sea en la ciudad o en el campo, se apega al horario de trabajo que siempre ha observado, mañana, tarde y noche, 365 días al año.
Ahora está más solo que nunca. «Todos mis amigos de por aquí han muerto», dice. «¿Richard Widmark? Dick murió hace dos meses. Arthur Miller murió; vivía a media hora de aquí. Y también Bill Styron». La muerte, señaló una vez W. H. Auden, es como el retumbar de truenos lejanos en un picnic. La lista de amigos de Roth le dice que el picnic está llegando a su fin, que la muerte anda rondando, esperando. «Parece colarse en un libro tras otro», expresa. «Creo que nadie salió vivo de mis últimos cinco libros.»
«Tengo 75 años, un número extraño», dice. «Es un extraño descubrimiento, para mí, al menos. Cuando uno es joven no va a un entierro cada seis meses.»
Robert McCrum. Philip Roth: retrato del escritor indignado. Ñ. Revista de cultura. 4|4|2009.
No hay comentarios:
Publicar un comentario