“Les livres sont plus secourables que la psychanalyse. Ils disent tout, mieux que la vie. Dans une cabane, mêlés à la solitude, ils forment un cocktail lytique parfait.”
"Dans les forêts de Sibérie"
Rehabilitar habilitar una esperanza posibilitar un lugar un encuentro habitar un espacio un tiempo abrir los ojos a media caña respirar oler cada mañana caminar por las nubes regar los cipreses coger un puñado de arena sembrar la tierra con el viento oler oler la vida quedarse inmóvil viendo pasar las nubes... MOLER LA VIDA.
El tema central de este Blog es LA FILOSOFÍA DE LA CABAÑA y/o EL REGRESO A LA NATURALEZA o sobre la construcción de un "paradiso perduto" y encontrar un lugar en él. La experiencia de la quietud silenciosa en la contemplación y la conexión entre el corazón y la tierra. La cabaña como objeto y método de pensamiento. Una cabaña para aprender a vivir de nuevo, y como ejemplo de que otras maneras de vivir son posibles sobre la tierra.
CONSIDERACIÓN
DEL PAISAJE (I):
El derecho al paisaje
“La patria es el paisaje: el paisaje es nuestro ser mismo”.
(JOSÉ ORTEGA Y GASSET)
El filósofo Eduardo Martínez de Pisón, para el que la protección del paisaje se ha vuelto necesaria, nos recuerda que en la cultura inglesa se produce una identificación del término belleza con la descripción de un paisaje. Mucho tuvieron que ver los pintores que dieron protagonismo al paisaje en los s. XVIII y XIX: R. Wilson, T. Gainsborough, J. Constable, J. Turner… Martínez de Pisón reivindica la vivencia del paisaje por encima de su conocimiento formal, aunque dicho conocimiento afecta necesariamente a la vivencia-experiencia ante o dentro de este entorno vital, este “escenario común heredado” cuya armonía no debemos dejar arruinarse o perderse. A este respecto, otro especialista en paisajes, el geógrafo Joan Nogué considera el paisaje un bien común del que se deduce el derecho al paisaje. También nos recuerda que ha habido una integración armónica de las acciones de las sociedades rurales tradicionales en el medio natural. Añade que “cuando se eliminan los rasgos que le han dado personalidad y continuidad histórica, estamos hablando de destrucción del paisaje”, y esto ha ocurrido con la introducción de macroinstalaciones desde hace seis décadas. El paisaje es para Nogué, “en buena medida, una construcción social y cultural, siempre anclado en un substrato material, físico”. Él mismo cita a la escuela geográfica regional francesa o vidaliana que considera al paisaje como el rostro del territorio. A través de él se puede diagnosticar su estado de salud.
En España el paisaje se revaloriza entre la intelectualidad a partir de 1898, tras la crisis de la pérdida colonial y sus paisajes exóticos propios. Unamuno, en sintonía con Ortega, dijo que “la patria se revela en el paisaje”. En esta época, siguiendo la estela de los ilustres viajeros extranjeros del siglo XIX, literatos y artistas dan rienda suelta a su sed viajera para empaparse de los paisajes ibéricos. Azorín decía que “el paisaje somos nosotros; el paisaje es nuestro espíritu, sus melancolías, sus placideces, sus anhelos, sus tártagos”.
La Institución Libre de Enseñanza, dirigida por Francisco Giner de los Ríos, de una enorme relevancia educativa, marca la comprensión y la contemplación del paisaje como objetivo prioritario. Giner relaciona el orden natural del paisaje con las cualidades y los valores culturales que le atribuye. Es autor de un ensayo titulado precisamente Paisaje, que plasma la concepción científica del mismo en la Institución.
El psicólogo Helio Carpintero aboga por la integración de la vida de cada persona en el paisaje y el biólogo Joaquín Fernández Pérez señala la influencia del cine de ficción y documental en la percepción y valoración del paisaje debido a su capacidad simbólica, y en paralelo al filósofo Nicolás Ortega Cantero incide en la determinación del carácter de los pueblos por el paisaje. Ortega Cantero piensa que la historia de los pueblos, sus aspiraciones y sus logros comunes están ligados a sus paisajes.
El escritor Rafael Núñez Florencio defiende la continuidad, homogeneidad y armonía paisajísticas, y concluye que el paisaje es nuestro patrimonio.
CONSIDERACIÓN DEL PAISAJE (II):
“El paisaje es un estado del alma”
(HENRY-F. AMIEL)
“Escritores, poetas y pensadores han visto al paisaje como el espejo del alma en el territorio”, mantiene el doctor Joan Nogué, que recuerda el sentimiento de las personas de pertenencia a un paisaje, sea el de nacimiento o el de acogida. Él mismo cita la frase del filósofo chino Lin Yutang: “La mitad de la belleza depende del paisaje y la otra mitad de quien lo contempla”. Martínez de Pisón recuerda la vieja enseñanza china que sentencia que “algunos paisajes tienen su poeta, pero siempre todo paisaje tiene su bárbaro”.
Sin menoscabar los enormes méritos culturales del ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos, su postura contra la naturaleza, ‘productora exclusivamente de maleza’, está afortunadamente superada sobre el papel. Aunque en la práctica la agresión al medio natural no pierde vigencia y va a más de manera imparable. ¿Qué diría hoy al respecto el sabio asturiano? Seguramente se alinearía con el geólogo Javier Obartí Segrera partidario de que “toda acción que repercuta en la calidad del paisaje debería basarse en un mejor conocimiento científico, histórico-cultural y técnico del mismo”. La percepción del paisaje de las gentes de la ciencia y las del campo coincide en no estar mediatizada por subjetividades estéticas.
En 1808, el científico viajero romántico coetáneo de Jovellanos, Alexander von Humboldt, que además era rico y guapo, publica el libro Cuadros de la Naturaleza, que inicia la modernidad en el tratamiento de la geografía paisajística, referida a las cordilleras, selvas, ríos y restos de las civilizaciones antiguas del Nuevo Mundo, con un fundamento empírico. Humboldt, junto a sus compatriotas Schiller y Goethe, considera la contemplación admirativa de la Naturaleza como fuente de placer estético y un medio para su comprensión.
Manuel de Terán dictaminó en1960 que la Geografía es la Ciencia del Paisaje. El citado Obartí hace referencia al concepto de esta ciencia como un intento de unificar dos criterios: “el de la discontinuidad del medio físico y el de la continuidad del paisaje en el espacio”. El ruso V. B. Sochava introdujo en 1963 el término geosistema para dar nombre al sistema de interacción entre los elementos del paisaje, que ya en 1933 Hernández- Pacheco enumeraba como fundamentales el roquedo, la vegetación y la fauna.
Concepción Sanz Herraiz, doctora en Geografía Física nos recuerda que los primeros paisajes protegidos en España fueron las montañas, por su belleza, que era eminentemente geológica y geomorfológica. Así como la fecha del 1 de marzo de 2008 en que en el Estado español entró en vigor el Convenio Europeo del Paisaje. Otra doctora en Geografía, Josefina Gómez Mendoza cita la consideración del ingeniero Miguel Arenillas de las instalaciones eólicas como bosques metálicos, “más perjudiciales para el paisaje que las centrales hidráulicas”.
CONSIDERACIÓN DEL PAISAJE (III):
" y bebiendo con ansia hasta tu mismo jadeo
sin saciar, ¡oh paisaje!, mi gran deseo"
(GEORGES DUHAMEL)
La palabra Paisaje es un galicismo que surge en el siglo XVIII. Se deriva de país y sustituye a esta palabra. “Un paisaje es un fragmento de Naturaleza dotado de sentido”; “no hay paisaje sin mirada”, son afirmaciones del escritor Rafael Núñez Florencio.
No puede negarse que el paisaje está de moda. Retomo más reflexiones del filósofo Martínez de Pisón: El paisaje es un “entorno vital”. Su emergencia en la historia de la cultura se produce en la primera mitad del siglo IV en la China del Sur (Berque, 2006). En el Renacimiento comienza a fluir esta concepción cultural en el occidente europeo. El sentimiento completo del paisaje no se alcanza hasta el Romanticismo. Cito literalmente a este intelectual: “El aprecio a los paisajes puede ser en parte espontáneo –cuestión de sensibilidad-, aunque la mayoría de las veces es aprendido –cuestión de cultura-, y siempre es el resultado del ejercicio de un determinado sistema de valores. Es decir, es una cuestión moral”.Ortega y Gasset sitúa al paisaje en el centro de la reflexión intelectual, filosófica y científica. La consideración de la Geografía como ciencia del paisaje se formuló explícitamente a principios del siglo XX en Alemania y Francia (en España en 1960). Unamuno concede un valor espiritual al paisaje de Castilla. En la primera mitad del pasado siglo, influenciado por el naturalismo, el científico Eduardo Hernández-Pacheco desarrolla la teoría del paisaje, para aplicarla al estudio de los paisajes españoles. Fue uno de los pioneros en plantear la conservación del patrimonio constituido por los paisajes naturales. En 1916 se promulgaba la ley de parques nacionales para preservar su belleza, fauna, flora, geología e hidrología. En los años setenta, la atención al paisaje volvió como reacción al incremento de su deterioro, lo que reflejaba una nueva sensibilidad ambiental. Solé Sabarís, geógrafo y geólogo, conecta la Geografía con la Ecología y con la Ciencia del Paisaje. Los prestigiosos ecólogos Pedro Montserrat y Fernando González Bernáldez son dos promotores de la Ecología del Paisaje.
Joan Nogué, geógrafo especialista en la reflexión paisajística, asume la observación de Eugenio Turri, en el sentido en que en el pasado “las modificaciones del paisaje solían ser lentas, pacientes, al ritmo de la intervención humana, prolongadas en el tiempo y fácilmente absorbibles por la naturaleza de los seres humanos: el elemento nuevo se insería gradualmente en el cuadro psicológico de la gente”. En nuestros días ya no es así.
Nicolás Ortega Cantero considera el paisaje como un patrimonio, un bien heredado por la colectividad y un símbolo de su historia y su identidad compartida.
Javier Obartí señala que el objetivo fundamental de la ordenación territorial es la identificación, delimitación y dotación de un régimen de protección adecuado de los paisajes valiosos, incorporándolos así a los bienes patrimoniales.
Nuestros paisajes son valiosos. Solo falta que sean valorados. En su gestión, errónea o adecuada, nos jugamos el futuro.
Autor: Gonzalo Tena Gómez, Colectivo Sollavientos (Noviembre 2021)