LOS MOLINOS ABANDONADOS
Tengo que entrar un día
hasta el fondo de la cueva en la montaña
donde mana el agua que va al Marecchia
y mirarme en ella.
Tengo que ir a husmear
en los molinos abandonados
donde los carboneros con las manos negras
partían el pan caliente
y se lo comían con queso.
Allí estarán las ruedas quietas
y en las paredes las alcayatas blancas de harina,
pero el aire que mueven las mariposas
tendrá el olor del pan
y de la vida que no muere nunca.
[Traducción: Juan Vicente Piqueras]