Elgar: concierto para cello. ¿Existe algo que pueda paliar el dolor de Elgar… el nuestro?
Rehabilitar habilitar una esperanza posibilitar un lugar un encuentro habitar un espacio un tiempo abrir los ojos a media caña respirar oler cada mañana caminar por las nubes regar los cipreses coger un puñado de arena sembrar la tierra con el viento oler oler la vida quedarse inmóvil viendo pasar las nubes... MOLER LA VIDA.
El tema central de este Blog es LA FILOSOFÍA DE LA CABAÑA y/o EL REGRESO A LA NATURALEZA o sobre la construcción de un "paradiso perduto" y encontrar un lugar en él. La experiencia de la quietud silenciosa en la contemplación y la conexión entre el corazón y la tierra. La cabaña como objeto y método de pensamiento. Una cabaña para aprender a vivir de nuevo, y como ejemplo de que otras maneras de vivir son posibles sobre la tierra.
sábado, 26 de noviembre de 2011
La cabaña de Cézanne
En 1895, desde Aix, Cézanne se va hasta la montaña Sainte-Victoire y a las canteras de Bibémus donde alquila una cabaña.
Las canteras de Bibémus (Carrières de Bibémus) era
donde Paul Cézanne tenía una cabaña entre sombras de grandes pinos. Cézanne
pintó 11 óleos y 16 acuarelas en este paisaje que permite descubrir sus famosas
rocas rojas, la geología de la meseta y la explotación de la cantera de Aix en
Provence que ha permitido ir construyendo los monumentos de Aix desde la
antigüedad hasta el siglo XVIII.
Cabaña de Cézanne
Sombras de vegetación y de la cabaña de Cézanne sobre las paredes de la cantera de Bibémus.(Aix en Provence / France)
http://www.3viajesaldia.com/aix-en-provence-y-la-ruta-de-cezanne/
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martes, 22 de noviembre de 2011
La datcha de NATHALIE SARRAUTE
NATHALIE SARRAUTE
(...) "C'est très curieux, j'ai l'impression d'avoir toujours été ici, et ça m'apaise. C'est comme un nid", confiait l'auteure de Tropismes à propos de sa maison de campagne.
Attirée par une vieille croix de pierre aperçue depuis la route des Crêtes, Nathalie Sarraute a pourtant presque 50 ans lorsqu'elle tombe sous le charme d'une petite demeure à Chérence. "Comme si, disait-elle, je retrouvais une maison d'enfance." (...)
On dirait une maison d'enfance
Née à Ivanovo, près de Moscou, en 1900, Nathalie Sarraute passe ses premières années entre la Russie et la France, où sa famille s'installe en 1909.
Durant ses études à la faculté de droit, elle rencontre Raymond Sarraute, qui deviendra son époux en 1923. De cet amour qui dura soixante ans naquirent trois filles : Claude, Anne et Dominique.
Dans les années 1930, la lecture des écrits de Marcel Proust, de James Joyce et de Virginia Woolf ayant bouleversé sa conception du roman, cette férue de littérature se lance dans l'écriture, avec le soutien indéfectible de son premier lecteur, son mari. L'oeuvre romanesque et dramaturgique de la pionnière du nouveau roman est une réflexion sur l'écriture, le langage et la création.
Dans sa résidence de vacances de Chérence, la femme de lettres exigeante, solitaire et secrète s'était aménagé un espace de travail dans la petite cave voûtée. Un havre de paix qui appartient toujours à la famille Sarraute.
En 1999, avant la mort de leur mère, ses filles lui avait promis de conserver cette maison qu'elle aimait tant.
Amandine Deroubaix
Nathalie Sarraute
Nathalie Sarraute (1900-1999) nació en Rusia con el nombre de Nathalie Ilyanova Tcherniak. Sus padres se separaron cuando tenía dos años, y su madre la llevó a Ginebra y luego a París. Estudió literatura y abogacía en la Sorbona, Oxford y Berlín. En 1925 se casó con un compañero de estudios, Raymond Sarraute. Durante la ocupación nazi vivió en la clandestinidad por su condición de judía.
A fines de la década del treinta decidió dedicarse exclusivamente a la literatura, y se convirtió en pionera del nouveau roman. Junto con Robbe-Grillet, Michel Butor, Claude Simon y Marguerite Duras, esta escuela literaria eludió ciertos convencionalismos como la intriga o el desarrollo lineal, así como las categorías de personaje y punto de vista narrativo. Desde su primer libro, Tropismos (1939), se concentró –según su propia definición– en “el movimiento interior que precede y condiciona nuestras palabras y acciones, en el límite de la conciencia”. Ese extraño material narrativo pasó a ser una de las características de su literatura. Entre las novelas de esta etapa se destacan, además de Retrato de un desconocido, El Planetarium (1959), Los frutos de oro (1964, Premio Internacional de Literatura) y ¿Los oye usted? (1976).
A partir de la década del sesenta se dedicó intensamente al teatro. A los 83 años publicó la novela Infancia, su primer best seller. En 1996 se transformó en una de las pocas escritoras francesas editadas en vida por la célebre colección La Pléiade de Gallimard.
También publicó La era de la sospecha (ensayos), Tú no te quieres, Por un sí o por un no y La palabra amor y otros relatos.
http://documentaires.france5.fr/bonus-articles/article-de-france-5-575
http://www.france5.fr/et-vous/France-5-et-vous/Les-programmes/LE-MAG-N-29-2011/articles/p-13363-Nathalie-Sarraute-la-datcha-de-Cherence.htm
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domingo, 20 de noviembre de 2011
La cabaña de Edward Elgar y su concierto para violonchelo
« Henryk Gorecki: sinfonía nº 3 “de las lamentaciones”. La certeza de no estar sólo frente al dolor.
Claude Debussy: Claro de Luna. “La belleza salvará al mundo” Dostoyevski. »
Se puede decir que junto con el concierto para cello de Dvorak, el de Elgar es el más bello de la historia más aún teniendo en cuanta las circunstancias que rodearon a su composición. Para la composición de esta pieza, Elgar se retiró a la cabaña Brinkwells que poseía cerca de Fittelworth, en el condado de Sussex donde se recuperaba de una operación que requirió en 1919. Esta fue su última obra maestra orquestal terminada justo después de la catástrofe que supuso la I Guerra Mundial (1914 – 1918), que destruiría para siempre el mundo que él había conocido. Alguien preguntó en una ocasión a Elgar sobre el significado interno de este Concierto para violonchelo, a lo que el compositor contestó: “Es la actitud de un hombre ante la vida.” Esta frase es completamente reveladora de lo que transparenta esta dramática y bellísima página: la derrota de un hombre que, teniéndolo todo, lo ha perdido todo.
Comienza con una frase desgarradora del cello que canta con dolor, a continuación (28”) toma el discurso los clarinetes haciéndole eco. Prosigue el cello (45”) con unas notas ascendentes como si estuviera preguntando por el significado de su dolor. Toman el relevo los violines (1´ 06”) que exponen el tema principal del movimiento, una frase cargada de melancolía y dolor, que retoma el cello (1´26”) y reexpone toda la sección de cuerdas y el solista (1´46”) la tensión va creciendo en las sucesivas reexposiciones creando un clima de dolor intenso hasta que por último la orquesta al completo (2´30”) desata toda la tensión que se había acumulado con anterioridad cantando el tema como un llanto que retoma de nuevo el cello (2´52”) casi en solitario. Termina esta parte de la pieza con unos pizzicati (pellizcando la cuerda en lugar de hacerla sonar con el arco).
Comienza ahora (3´25”) la parte central del movimiento más relajada casi a ritmo de vals con su compás de 3/4 pero sin abandonar la sombra de dolor que pesa sobre toda esta música. El baile de moda previo a la I Guerra Mundial, el vals que él había bailado tantas veces con su mujer o interpretado al piano, se presenta ahora atravesado por el dolor de lo que se ha perdido para siempre y no volverá nunca más.
Termina la parte central del movimiento (6´08”) y comienza la reexposición final del tema principal del movimiento con la misma intensidad que al comienzo.
¿Existe algo que pudiera paliar el dolor de Elgar, nuestro propio dolor frente a las cosas, frente a lo que queremos y deseamos que no se pierda que no desaparezca, que dure siempre, pero vemos que no es así? O existe algo que salvaguarde lo que amamos o por el contrario no hay esperanza posible ni razonable. (...)(Luigi Giussani)
Autor: angel
Elgar at Brinkwells
Richard Westwood-Brookes focuses his expertise on Elgar’s time and compositions in Sussex. Recovering from ill health and depressed by the war, Elgar found solace in the tranquillity of ‘Brinkwells’. The beauty of the surrounding countryside inspired him to write some of his most intimate music.
Brinkwells Cottage, near Bedham
The cottage was once the home of Sir Edward Elgar. He used this as a country retreat from 1917 to 1920 and it was here that he composed his famous cello concerto. © Copyright Peter Whitcomb
(...) On 2nd May 1917 Lady Elgar viewed a cottage near Fittleworth in West Sussex. She wrote in her diary:"Lovely place, sat in lovely wood & heard nightingale, turtle doves, & many other dicksies [birds] & saw lizards".Sir Edward Elgar was up to his eyes in London performances - The Sanguine Fan at the Coliseum and a run-through of The Fringes of the Fleet. Despite his large house - Severn House - in Hampstead, he needed to escape from wartime and wartorn London.They both travelled to Brinkwells on 24th May and Elgar liked what he saw. His first words were "It is too lovely for words".Elgar loved that cottage and, with the arrival of a piano, his thoughts turned to chamber music. It was at Brinkwells that Elgar composed his String Quartet, Piano Quintet and Sonata for Violin and Piano. He also wrote his Cello Concerto here.
After Lady Elgar's death in 1920, Elgar retreated to Brinkwells. He finally gave it up in late 1921.It was - much later - the home of composer Robert Walker for fifteen years.
Brinkwells
(...) Elgar compuso el Concierto para violonchelo, Op. 85 (su última obra maestra
orquestal) en 1919, justo después de la catástrofe supuesta por la I Guerra
Mundial, que destruiría para siempre el mundo que él había conocido. La pieza
estuvo terminada en agosto de 1919 en la cabaña Brinkwells que Elgar poseía
cerca de Fittelworth, en el condado de Sussex... Esta
partitura fue estrenada el 27 de octubre de 1919 en el Queen’s Hall de Londres,
bajo la dirección del compositor, con Felix Salmond como solista y la Orquesta
Sinfónica de Londres. (...)
http://lavidaseoye.com/?p=40
http://lapaseata.wordpress.com/
http://www.elgarfoundation.org/
http://www.elgar.org/3cello-c.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Edward_Elgar
http://es.wikipedia.org/wiki/Edward_Elgar
http://www.flickr.com/photos/webrarian/1773222778/
http://www.thespring.co.uk/talks/event/1421-elgar-at-brinkwells
http://www.hyperion-records.co.uk/dc.asp?dc=D_CDA67857&vw=dc
http://www.hyperion-records.co.uk/dc.asp?dc=D_CDA67857&vw=dc
http://blog.educastur.es/iespraviamusica/2009/10/06/el-concierto-para-violonchelo-de-e-elgar/
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Inglaterra, Reino Unido
sábado, 19 de noviembre de 2011
Elecciones del 20-N en Españalandia
"Se acercan las elecciones. La paz universal es declarada y los zorros muestran un interés sincero por prolongar la vida de las gallinas"
George Eliot
George Eliot
"Cuando los políticos comienzan a describir el color del viento es que se están aproximando las elecciones"
Robert Lembke
"¿No sería más fácil que el gobierno disuelva al pueblo y elija otro?"
Bertolt Brecht
miércoles, 16 de noviembre de 2011
La cabaña del poeta Robert Service
Robert William Service (16 de enero de 1874 – 11 de septiembre de 1958) fue un poeta y escritor, algunas veces denominado "el bardo del Yukón".[1] [2] Es famoso por sus obras sobre el norte de Canadá, incluyendo sus poemas "The Shooting of Dan McGrew", "The Law of the Yukon" y "The Cremation of Sam McGee".
Además de sus trabajos sobre el Yukón, Service también escribió poesía recreada en lugares tan diversos como Sudáfrica, Afganistán y Nueva Zelanda. Su literatura tiene una perspectiva desde el Imperio británico.
Cabaña de Robert Service en Dawson City
El modesto interior de la cabaña de Robert Service
There are strange things
done in the midnight sun
By the men who moil
for gold;
The Arctic trails have
their secret tales
That would make your
blood run cold;
The Northern Lights have
seen queer sights,
But the queerest they
ever did see
Was that night on the marge
of Lake Lebarge
I cremated Sam
McGee.
Now Sam McGee was from
Tennessee, where the cotton blooms and blows.
Why he left his home in the
South to roam 'round the Pole, God only knows.
He was always cold, but the
land of gold seemed to hold him like a spell;
Though he'd often say in his
homely way that "he'd sooner live in hell."
On a Christmas Day we were
mushing our way over the Dawson trail.
Talk of your cold! through the
parka's fold it stabbed like a driven nail.
If our eyes we'd close, then
the lashes froze till sometimes we couldn't see;
It wasn't much fun, but the
only one to whimper was Sam McGee.
And that very night, as we lay
packed tight in our robes beneath the snow,
And the dogs were fed, and the
stars o'erhead were dancing heel and toe,
He turned to me, and "Cap,"
says he, "I'll cash in this trip, I guess;
And if I do, I'm asking that
you won't refuse my last request."
Well, he seemed so low that I
couldn't say no; then he says with a sort of moan:
"It's the cursèd cold, and
it's got right hold till I'm chilled clean through to the bone.
Yet 'tain't being dead—it's my
awful dread of the icy grave that pains;
So I want you to swear that,
foul or fair, you'll cremate my last remains."
A pal's last need is a thing
to heed, so I swore I would not fail;
And we started on at the
streak of dawn; but God! he looked ghastly pale.
He crouched on the sleigh, and
he raved all day of his home in Tennessee;
And before nightfall a corpse
was all that was left of Sam McGee.
There wasn't a breath in that
land of death, and I hurried, horror-driven,
With a corpse half hid that I
couldn't get rid, because of a promise given;
It was lashed to the sleigh,
and it seemed to say: "You may tax your brawn and brains,
But you promised true, and
it's up to you to cremate those last remains."
Now a promise made is a debt
unpaid, and the trail has its own stern code.
In the days to come, though my
lips were dumb, in my heart how I cursed that load.
In the long, long night, by
the lone firelight, while the huskies, round in a ring,
Howled out their woes to the
homeless snows— O God! how I loathed the thing.
And every day that quiet clay
seemed to heavy and heavier grow;
And on I went, though the dogs
were spent and the grub was getting low;
The trail was bad, and I felt
half mad, but I swore I would not give in;
And I'd often sing to the
hateful thing, and it hearkened with a grin.
Till I came to the marge of
Lake Lebarge, and a derelict there lay;
It was jammed in the ice, but
I saw in a trice it was called the "Alice May."
And I looked at it, and I
thought a bit, and I looked at my frozen chum;
Then "Here," said I, with a
sudden cry, "is my cre-ma-tor-eum."
Some planks I tore from the
cabin floor, and I lit the boiler fire;
Some coal I found that was
lying around, and I heaped the fuel higher;
The flames just soared, and
the furnace roared—such a blaze you seldom see;
And I burrowed a hole in the
glowing coal, and I stuffed in Sam McGee.
Then I made a hike, for I
didn't like to hear him sizzle so;
And the heavens scowled, and
the huskies howled, and the wind began to blow.
It was icy cold, but the hot
sweat rolled down my cheeks, and I don't know why;
And the greasy smoke in an
inky cloak went streaking down the sky.
I do not know how long in the
snow I wrestled with grisly fear;
But the stars came out and
they danced about ere again I ventured near;
I was sick with dread, but I
bravely said: "I'll just take a peep inside.
I guess he's cooked, and it's
time I looked"; ... then the door I opened wide.
And there sat Sam, looking
cool and calm, in the heart of the furnace roar;
And he wore a smile you could
see a mile, and he said: "Please close that door.
It's fine in here, but I
greatly fear you'll let in the cold and storm—
Since I left Plumtree, down in
Tennessee, it's the first time I've been warm."
There are strange things
done in the midnight sun
By the men who moil
for gold;
The Arctic trails have
their secret tales
That would make your
blood run cold;
The Northern Lights have
seen queer sights,
But the queerest they
ever did see
Was that night on the marge
of Lake Lebarge
I cremated Sam
McGee.
http://explorenorth.com/library/service/bl-servicecabin.htm
http://blogues.cyberpresse.ca/trotter/2010/07/06/fantome-saloon-et-poesie/
lunes, 14 de noviembre de 2011
LA ISLA DEL LAGO INNISFREE (W.B.YEATS)
LA ISLA DEL LAGO INNISFREE
Me levantaré y partiré ahora, partiré hacia Innisfree,
Y construiré allí una pequeña cabaña, hecha de arcilla y zarzas:
Nueve surcos de judías tendré allí, y una colmena,
Y viviré solitario, entre el zumbar de las abejas.
Y encontraré allí paz, paz que gotea lentamente,
Desde los velos de la aurora hacia donde el grillo canta;
Allí la medianoche es toda un tenue brillo, y el mediodía es de un fulgor púrpura,
Y el atardecer se llena de las alas del tordo.
Me levantaré y partiré ahora; pues siempre, de noche y de día,
Escucho el apagado rumor del agua en la ribera,
Y mientras permanezco sobre la vereda, o sobre la gris acera,
Lo escucho en lo mas hondo de mi corazón.
THE LAKE ISLE OF INNISFREE
I will arise and go now, and go to Innisfree,
And a small cabin build there, of clay and wattles made;
Nine bean rows will I have there, a hive for the honeybee,
And live alone in the bee-loud glade.
And I shall have some peace there, for peace comes dropping slow,
Dropping from the veils of the morning to where the cricket sings;
There midnight's all a-glimmer, and noon a purple glow,
And evening full of the linnet's wings.
I will arise and go now, for always night and day
I hear lake water lapping with low sounds by the shore;
While I stand on the roadway, or on the pavements gray,
I hear it in the deep heart's core.
(W.B. YEATS)
1892
domingo, 13 de noviembre de 2011
Cabañas: un espacio para la creación
Espacio y obra: las cabañas de trabajo de 10 escritores
Nicolas Boullosa
Leonardo da Vinci decía que "las pequeñas habitaciones y refugios disciplinan la mente, mientras las grandes la debilitan".
En Walden, Henry David Thoreau da la razón a Da Vinci, cuando se refiere a la pequeña cabaña junto al lago donde viviría durante dos años y dos meses: "Con este abrigo más sustancial sobre mí, había aclarado algo mi situación en el mundo".
Chozos para espíritus creativos
Por alguna razón que nos devuelve a nuestro propio origen como especie, el ser humano siempre ha buscado el abrigo, aunque fuera precario, temporal u ocupado sólo esporádicamente, para plasmar su voz interior.
Abundan los escritores, compositores musicales, filósofos, inventores o artesanos que forjaron su obra en diminutas cabañas y refugios, no tan diferentes que los chozos móviles de pastor usados en la Meseta Central española durante siglos.
Los pequeños refugios son en ocasiones la mera habitación de una casa u apartamento. A menudo, no obstante, se trata de pequeñas cabañas de madera instaladas en el patio trasero, bosque o jardín, como reducidos espacios de juego que devuelven a sus moradores a la concentración y el flujo de ideas que recordamos de nuestra infancia.
Es, al fin y al cabo, durante la infancia cuando buena parte del juego al aire libre consiste en construir un pequeño abrigo. Una casa, fuerte, castillo, cabaña. Un lugar donde refugiarse.
El lugar de trabajo influye sobre la obra
La frase de Leonardo da Vinci constata que el lugar donde se escribe un libro, se bosqueja una teoría filosófica o se compone una melodía influye sobre el resultado creativo; como lo hacen el estado anímico, la salud, la experiencia personal, la urgencia económica, etc.
Si los espacios para crear dijeran tanto del autor como su propia obra, la pequeñez y sencillez de habitaciones y casas de retiro forjan un denominador común entre la esencia del momento de crear. Estudiando estos lugares de estudio, a menudo reducidos, simples y apartados, el creador busca el retiro infantil para que la mente esté acomodada, asentada. Un nuevo útero materno donde recogerse durante las horas de trabajo.
Sonido interior
El poeta irlandés William Butler Yeats describía esta necesidad en La Isla del Lago: Innisfree (leer la versión original en inglés, The Lake Isle of Innisfree). La búsqueda del sonido interior primigenio, reflejado en la naturaleza (exterior universal, conexión con el panteísmo y estoicismo):
"ME LEVANTARÉ y partiré ahora, partiré hacia Innisfree,
Y construiré allí una pequeña cabaña, hecha de arcilla y zarzas:
Nueve surcos de judías tendré allí, y una colmena,
Y viviré solitario, entre el zumbar de las abejas.
Y encontraré allí paz, paz que gotea lentamente,
Desde los velos de la aurora hacia donde el grillo canta;
Allí la medianoche es toda un tenue brillo, y el mediodía es de un fulgor púrpura,
Y el atardecer se llena de las alas del tordo.
Me levantaré y partiré ahora; pues siempre, de noche y de día,
Escucho el apagado rumor del agua en la ribera,
Y mientras permanezco sobre la vereda, o sobre la gris acera,
Lo escucho en lo mas hondo de mi corazón."
Retiros de patio trasero
Si, como decía Da Vinci, un espacio reducido sitúa la mente en el camino correcto, a mayor simplicidad y recogimiento, mayor capacidad para resolver tareas conceptuales o artesanales, no importa la disciplina.
Las cabañas o chozos para escribir o los "retiros de patio trasero" (del inglés "backyard shed") comparten una intimidad esencial, simple y áspera, como si todas persiguieran sin siquiera planteárselo los preceptos de la vida sencilla, descritos con el término estético japonés wabi-sabi (objetos o ambientes con simpleza rústica).
El espacio íntimo de trabajo retorna con fuerza en la era de Internet y las comunicaciones ubicuas, cuando muchos profesionales desarrollan parte o todo su trabajo en casa o donde estiman oportuno.
Alejarse del exceso de estímulos y recogerse
Pero la ventaja de tecnologías como Internet forma parte, a la vez, del aumento de uno de los riesgos del proceso creativo: la sobrecarga informativa y sus efectos, se trate de la posposición (dejarlo para luego) o del síndrome de la hoja en blanco.
Otro denominador común de las cabañas para creadores es su emplazamiento, a menudo en la naturaleza, sea en un simple jardín doméstico o en un paisaje exuberante, a veces tan apartado de la civilización como los refugios de madera escandinavos, construidos con troncos de árbol y abiertos a cualquiera que requiera su uso, siempre y cuando sea respetuoso con el espacio y, tras usarlo, lo deje como lo había encontrado.
De la cabaña de Henry David Thoreau a la de Richard Heinberg
En *faircompanies, hemos tenido oportunidad de visitar algunos de estos espacios de creación: desde la reconstrucción de la cabaña que el escritor trascendentalista Henry David Thoreau erigió junto al lago Walden, a las apartadas afueras de Concord, Massachusetts (vídeo sobre nuestra visita); a la minicasa que el profesor y escritor Richard Heinberg ha construido, con ayuda de sus alumnos, en el patio trasero de su casa suburbana de Santa Rosa, California (vídeo sobre nuestra entrevista con Heinberg).
El periodista, profesor y escritor Michael Pollan, autor de El dilema del omnívoro, publicó en 2008 A Place of My Own, donde detalla el proceso de diseño y construcción de su propia cabaña de trabajo en el patio trasero de su casa de Connecticut.
Intimidad y pensamiento
Como nos explicaba Richard Heinberg acerca de la pequeña cabaña construida con ayuda de sus alumnos, la de Michael Pollan tenía un mismo propósito, detalla el autor en A Place of My Own: crear con sus propias manos un lugar para leer, escribir y soñar.
En su búsqueda de la cabaña de trabajo se adecue a sus necesidades creativas, invoca a Vitrivio, Thoreau, los maestros chinos del feng shui o el arquitecto Frank Lloyd Wright.
"La habitación de uno mismo -escribe Pollan-: ¿hay alguien que no haya soñado alguna vez en ese lugar, que no haya invocado esas suaves palabras hasta que hubieran asumido una forma habitable?". Pollan describe en su libro cómo cualquier creador es capaz, si se lo propone, de construir un pequeño retiro donde trabajar, sea en la soledad de un entorno salvaje, o en la terraza de casa.
Necesidad de buscar arraigo
Cuando el coruñés Eduardo Outeiro preparaba una muestra que retratara las cabañas de artistas y filósofos, concluyó durante la investigación que las cabañas compartían "una rusticidad que responde a una necesidad de buscar arraigo, de enraizarse ante la renovación tecnológica".
Ello explicaría por qué muchos programadores de aplicaciones web, escritores, dibujantes de cómic, etc., buscan espacios aparentemente reducidos y humildes para trabajar. Y "por qué Bernard Shaw, que tenía un caserón, se construye una cabaña para escribir".
Pastores, cazadores, pescadores, buscadores de oro, escritores
La cabaña, según Eduardo Outeiro, armoniza el oficio de quien vive en ella, y sus usuarios tradicionales, pastores de trashumancia, cazadores, pescadores, buscadores de oro, "están ligados a estructuras muy profundas de pensamiento".
Las cabañas de trabajo influyeron sobre las obras más conocidas de los personajes mencionados por Michael Pollan en A Place of My Own, además de sobre la propia obra de Pollan.
También sobre las del compositor Gustav Mahler, que poseyó hasta tres cabañas distintas, y Edvard Grieg; filósofos como Ludwig Wittgenstein y Martin Heidegger; así como el dramaturgo August Strindberg, escritores como Bernard Shaw y Virginia Woolf; el cineasta Derech Jarman, el explorador Lawrence de Arabia.
El placer de construir una casa propia
El reciente esfuerzo de Michael Pollan y Richard Heinberg para tener una pequeña cabaña donde divagar, leer o trabajar responde, pues, a un anhelo compartido por otras mentes creativas a lo largo de la historia.
Henry David Thoreau escribió la mayor parte de Walden, la vida en los bosques, mientras vivió dos años y dos meses en la cabaña que había construido junto a la laguna Walden, a 3 kilómetros (2 millas) de su casa en Concord.
"Cuando escribí las páginas que siguen, o más bien la mayoría de ellas, vivía solo en los bosques, a una milla de distancia de cualquier vecino, en una casa que yo mismo había construido, a orillas de la laguna de Walden en Concord (Massachusetts), y me ganaba la vida únicamente con el trabajo de mis manos. En ella viví dos años y dos meses. Ahora soy de nuevo un morador en la vida civilizada".
Edificar ideas
En el prefacio de A Place of My Own, Michael Pollan presenta su libro con unas palabras similares: "Este no es un famoso o importante edificio, pero para mí ha significado el mundo: lo construí con mis propias torpes manos, y es aquí donde escribí el libro que ahora sostienes, además de un segundo (La botánica del deseo), y un tercio de un tercero (El dilema del omnívoro)".
Compilamos a continuación la cabaña de trabajo de diez escritores. Incluimos en la lista, como escritor, al explorador Thomas Edward Lawrence, por razones objetivas de peso. Al fin y al cabo, Lawrence fue todo lo que se propuso.
En todos estos casos y muchos otros, mencionados y olvidados en este artículo, los pequeños refugios dieron sus frutos.
Preocupado por lo que creía que era una crisis moral, Thoreau abogó por la vida sencilla y la contemplación de la naturaleza como un camino para lograr la plenitud y la tranquilidad. Fue a los bosques porque quería "enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar, no fuera que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido (...)".
"Quise vivir profundamente y extraer toda la médula de la vida, vivir en forma tan dura y espartana como para derrotar todo lo que no fuera vida, cortar una amplia ringlera al ras del suelo, llevar la vida a un rincón y reducirla a sus menores elementos...". Para lo conseguir lo que llamó en Walden "extraer toda la médula de la vida", Thoreau se retiró al bosque junto al lago Walden, un paraje natural a 3 kilómetros de su casa en Concord, Massachusetts.
Construyó con sus manos la pequeña cabaña donde viviría y trabajaría en esa época y, de la experiencia, surgiría Walden, la vida en los bosques. La cabaña de Thoreau, con unas dimensiones de 10 por 15 pies (13,94 metros cuadrados), era de madera con chimenea tradicional de piedra, tejado a dos aguas y dos ventanas. Contenía cama, mesa, escritorio y tres sillas.
Su obra reflejó la sencillez de una vida frugal, rodeada de naturaleza, influenciada por el panteísmo y la filosofía clásica.
El escritor irlandés George Bernard Shaw trabajó durante los últimos 20 años de su vida trabajando en una diminuta y espartana cabaña de madera instalada en el jardín de su casa de Saint Albans, Hertfordshire, Inglaterra.
Bernard Shaw instaló la choza sobre una plataforma rotatoria, de manera que pudiera orientarla hacia el sol y así aprovechar al máximo la tamizada luz natural del sur inglés.
El ganador del Nobel de literatura en 1925 y el Óscar en 1938 permanecía tanto tiempo en la cabaña que la equipó con electricidad, teléfono y sistema de alarma.
3. Roald Dahl
El novelista y autor de cuentos infantiles galés de ascendencia noruega Roald Dahl, escribió libros tan influyentes como Charlie y la fábrica de chocolate, James y el melocotón gigante, Matilda o Las brujas, en una pequeña casita de ladrillo, un "santuario sagrado" para el autor.
Quentin Blake acerca de la cabaña de Dahl en The Guardian: "todo el interior estaba organizado como lugar para la escritura, así que el viejo sillón de orejeras tenía el respaldo mullido para que fuera más confortable; tenía un saco de dormir que ponía en el regazo cuando tenía frío y un taburete para descansar las piernas".
Dahl había incluso personalizado un pequeño escritorio con una barra que situaba sobre los brazos del sillón y un tubo de cartón que alteraba el ángulo de la superficie de escritura.
El escritor había convertido la cabaña en su jardín en el espacio de trabajo que nadie podía violentar, donde la mente podía incluso prepararse para recuperar la curiosidad de los primeros años de vida.
4. Dylan Thomas
El poeta, escritor de cuentos y dramaturgo galés Dylan Thomas es reconocido como uno de los renovadores de la literatura inglesa en la primera mitad del siglo XX, fue conocido por su vida desordenada y poderosa voz, que contribuyó a que su obra poética se popularizada gracias a sus recitales en la BBC (a los 4 años, era capaz de recitar de memoria Ricardo II de Shakespeare).
Cuando, en 1949, Thomas se traslada a The Boat House, su nueva casa en la costa galesa, aprovechó un viejo garage como estudio. Allí escribió el resto de su obra, incluyendo la popular radionovela de la BBC, Under Milk Wood.
El viejo garaje reconvertido en casita de escritura tenía un pequeño escritorio contra una ventana, así como una modesta librería. Dibujos, pinturas y fotografías decoraban desordenadamente las paredes.
Entre ellas, reproducciones y recortes de revista de Lord Byron, Walt Whitman, Louis McNeice, W.H. Auden, William Blake, una pintura de Modigliani, desnudos de picaresca y listas de rimas, palabras y aliteraciones, como buen artesano de la lengua en su taller.
5. Mark Twain
La cabaña del autor estadounidense, responsable junto a autores como Walt Whitman o Jack London en crear un imaginario colectivo genuinamente estadounidense, destacaba por sus reducidas dimensiones, aislamiento, privilegiada localización (sobre la ladera de una montaña, asomada a un valle) y su diseño, octogonal, que invitaba a adaptar el espacio de trabajo conforme avanzaba el día.
En una carta a su amigo William Dean Howells fechada en 1874, el autor de Huckleberry Finn describía su cabaña de escritura: "es el estudio más encantador que pudieras ver... octogonal con tejado de pico y cada una de sus caras cubierta por una generosa ventana... colgada en completo aislamiento en lo alto de una elevación que preside leguas de valle y ciudad y cordilleras en retirada de distantes colinas azules".
"Es un nido acogedor y habitación suficiente para sofá, mesa, y tres o cuatro sillas. ¿Y cuando las tormentas barren el valle remoto y los rayos destellean entre las colinas y más allá, y la lluvia golpea el tejado sobre mi cabeza? Imagina su suntuosidad".
La escritora británica, resaltó en su ensayo A Room of One's Own (Una habitación para uno mismo) la importancia de tener un refugio propio para trabajar, incluso en entornos como el suyo, especialmente respetuosas con las demandas del oficio.
Escribía en una pequeña cabaña de madera pintada de blanco, a la sombra de los árboles de su jardín en Monk's House, en Sussex Oriental (sur de Inglaterra), y situada junto al campo de una iglesia.
Ella llamaba a su espacio "el refugio de la escritura". Por su enfermedad psicológica, conocida actualmente como trastorno bipolar, Virginia Woolf divagaba y se distraía fácilmente, mucho más de lo que ella misma toleraba.
Cuando su esposo Leonard paseaba por le huerto, o sonaban las campanas de la iglesia próxima, o sentía la presencia de su perro junto a ella, tendía a perder el hilo de la escritura. También en invierno, cuando el intenso frío le impedía sostener el lápiz.
En su cabaña, Virginia Woolf escribió varias de sus obras capitales, incluyendo Mrs Dalloway. También en el escritorio de su casita de trabajo, Woolf escribió una fría mañana de primavera una carta de despedida a su marido Leonard, antes de quitarse la vida en el cercado río Ouse.
7. Neil Gaiman
El escritor británico de relatos cortos y novelas gráficas, entre otros géneros, escribe en un gazebo de madera con planta hexagonal y pequeño balcón, situada entre los árboles de su jardín.
Gaiman ha explicado sobre su choza de trabajo: "uso el gazebo por épocas. Lo uso, lo abandono por 5 años y luego lo redescubro con placer. Me gusta caminar hacia el fondo del jardín y sentarme a escribir".
"Nunca pasa nada por allí. Puedo mirar por la ventana y algún animal me mira ocasionalmente, pero sobre todo se trata de árboles, y sólo captan el interés un instante, de manera que vuelvo a la escritura felizmente".
Sobre el poder disruptor que puede tener Internet, una ventana hacia el picoteo informativo y la posposición, Gaiman aclara que la choza "está justo fuera del alcance de la conexión inalámbrica de la casa, lo que es una buena cosa".
Inspirado por Henry David Thoreau y otros creadores que construyeron con sus propias manos su refugio para escribir, Michael Pollan erigió en el jardín de su casa en Nueva Inglaterra una cabaña de madera "para leer, escribir y soñar despierto".
A partir de su experiencia concibiendo y construyendo la cabaña, similar a la que Thoreau había construido junto al lago Walden, Michael Pollan escribió A Place Of My Own: The Architecture of Daydreams. Su trabajo, desde entonces, ha sido escrito sobre todo en la pequeña cabaña.
"Pero el libro podría haber sido escrito sobre casi cualquier otro edificio porque, en esencia, es la narrativa del proceso universal de diseño y construcción -que es lo mismo que la vieja historia sobre cómo los sueños se convierten en escritura y luego se vuelven madera y piedra y vidrio, para tomar sitio a continuación en el mundo palpable".
Michael Pollan explica en su libro que la admiración de muchos escritores hacia arquitectos y carpinteros procede de la habilidad de convertir su trabajo intelectual en realidad física.
"Para nosotros, términos como 'arquitectura' o 'carpitería' son poco más que pretenciosas metáforas que usamos para aderezar nuestras efímeras creaciones".
El escritor, dramaturgo y pintor sueco August Strindberg concibió la mayor parte de su obra en una pequeña cabaña de madera en Kymmendö, pequeña isla del archipiélago de Estocolmo.
El lugar es recordado como la isla de Strindberg, ya que Kymmendö le sirvió de inspiración para la isla en la que se desarrolla Gentes de Hemsö (Hemsöborna).
10. Thomas Edward Lawrence (Lawrence de Arabia)
Uno de los últimos aventureros románticos, T.E. Lawrence viajó constantemente hasta su muerte prematura. En los años 20, Lawrence de Arabia compró varias parcelas en Chingford, al norte de Londres.
Fue en su finca de Chingford donde construyó una choza de madera que usaría con frecuencia cuando volvía a Londres. Desde allí escribía, atendía a su numerosa correspondencia y leía.
En los años 30, la finca de Lawrence fue comprada por un organismo municipal, que trasladó la cabaña del explorador a Loughton, Essex, donde permanece olvidada.
Fuente: http://faircompanies.com/news/view/espacio-y-obra-10-cabanas-trabajo-escritores/
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