Era un lama cuya enseñanza enfatizaba la necesidad de percibir el vacío. Instaba a sus novicios y monjes a que se vaciaran de todo y percibieran el sustrato vacío de todos los fenómenos. Pero tanto acento ponía en la necesidad de vaciarse, que un día varios monjes se acercaron a él y le dijeron:
-Venerable lama, en absoluto cuestionamos tus enseñañzas, pero ¿Por qué pones tanto énfasis en la doctrina del vacío?
El lama sonrió y dijo:
-Al atardecer los espero a todos aquí en el santuario con un vaso lleno de agua. Al declinar el día, los monjes llegaron al santuario con sus vasos de agua.
El maestro dijo:
-Golpeen el vaso con cualquier objeto y háganlo sonar. Quiero oir la música de sus vasos. Así lo hicieron los monjes, pero el sonido era muy pobre y apagado.
El lama añadió:
-Ahora vacíen el vaso y vuelvan a hacerlo. Los monjes arrojaron el agua de los vasos y comenzaron a hacerlos sonar. Ahora el sonido era vivo.
El lama dijo:
-Vaso lleno no suena.
Los cinco monjes comprendieron la enseñaza y el lama sonrió satisfecho.
Vacíate de todos tus pensamientos, dudas, preocupaciones y empezarás a escuchar tu voz interior. Vacíate de tu ego y ya no podrás ser dañado ni herido por nadie. Vacíate de tu ignorancia y te zambullirás de lleno en el conocimiento del ser. Vacíate de lo permeable y te fundirás en lo único real, en lo que tú eres.
jma
Fuente: http://www.elllanoenllantas.com.ar/
Foto: http://cualquierotrocomoyo.blogspot.com/2009_04_01_archive.html
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