El tema central de este Blog es LA FILOSOFÍA DE LA CABAÑA y/o EL REGRESO A LA NATURALEZA o sobre la construcción de un "paradiso perduto" y encontrar un lugar en él. La experiencia de la quietud silenciosa en la contemplación y la conexión entre el corazón y la tierra. La cabaña como objeto y método de pensamiento. Una cabaña para aprender a vivir de nuevo, y como ejemplo de que otras maneras de vivir son posibles sobre la tierra.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

La cabaña de Pablo Neruda en Isla Negra

Isla Negra, el barco en tierra de Pablo Neruda

Posted on 7 abril, 2013

Han tenido que transcurrir casi 40 años para que se investigue la verdad sobre la muerte del poeta chileno en un hospital de Santiago días después de producirse el golpe militar liderado por Pinochet. Esta semana se lleva a cabo la exhumación del cadáver del Premio Nobel de la tumba que comparte con Matilde, su última esposa, en su casa de Isla Negra. Lo cierto es que Neruda padecía de un avanzado cáncer de próstata, pero su rápido fallecimiento al poco tiempo de ingresar en el hospital siempre despertó sospechas hacia la posible implicación de la dictadura militar en su muerte.
El Pacífico frente a Isla Negra
Pero no voy a hablar aquí de intrigas ni posibles envenenamientos, sino del lugar donde Pablo Neruda vivió sus últimos años y donde su cuerpo ha reposado enterrado frente al mar desde 1992… hasta ahora. He tenido la suerte de poder conocer las tres casas que habitó el Premio Nobel: La Chascona, en Santiago de Chile, La Sebastiana enValparaíso, y su hogar más preciado y donde se concentra la esencia de su personalidad y la consecución de sus sueños, Isla Negra.
Los ventanales de Isla Negra siempre mirando al mar
Pablo Neruda fue un marino frustrado, un marinero en tierra y la casa de Isla Negra fue su barco, su navío y el fue su capitán. Aquí, a los pies del océano Pacífico, rodeado de oscuras rocas y pinos que retrepan por los acantilados de esta costa y a los pies de una pequeña playa, construyó su hogar más querido, su barco en tierra que fue ampliando con el paso de los años.
Isla Negra desde la playa
Entrar en esta casa de Pablo Neruda es hacerlo en un lugar único configurado por los sueños del poeta. Viajero, diplomático, escritor… Neruda aprovechó sus estancias en Asia, África y Europa para hacerse con objetos que luego integró en su imaginario particular. A lo largo de su vida recopiló todo tipo de objetos, recuerdos, obras de arte, objetos de los que se rodeo otorgándoles personalidad propia y una significación especial y con los que se creó un mundo propio.
Escultura de Isla Negra
Neruda llegó hasta este paraje de la costa chilena allá por el año 1937 buscando el lugar idóneo para escribir su “Canto General” y cayó prendado de su paisaje por entonces todavía virgen, del embate de las olas de un mar inmenso y del olor, intenso olor a salitre y océano. Neruda compró en 1939 lo que era entonces una pequeña casa de piedra a un viejo capitán de navío español y con el paso de los años la convirtió en su casa favorita y el lugar donde él y su tercera esposa, Matilde Urrutia, pasaron la mayor parte de su tiempo en Chile.
Lancha y campanil de Isla Negra
La parte original de la casa con el torreón está construida en piedra. Mirando al mar se encuentra el Campanil y la lancha donde Neruda invitaba a “navegar” a sus amigos. Al pie del acantilado está la Cabaña donde se encerraba para escribir antes de la ampliación de la casa.
La cabaña de Isla Negra
Isla Negra está ubicada al sur de Valparaíso y se accede un poco antes de llegar al balneario de El Tabo. Toda esta pequeña zona está llena de referencias a Neruda y su obra en puestos artesanales, negocios, tiendas, pinturas callejeras o pequeños monumentos. Hay una zona de estacionamiento de pago para dejar el vehículo particular, y después sólo hay que seguir las indicaciones que nos llevan a un camino de tierra entre altos pinos. Allí está la entrada al museo donde deberemos abonar unos 3$ por persona y esperar nuestro turno para la visita guiada. Y por desgracia está prohibido hacer fotografías en el interior de la casa…
Paisaje oceánico de Isla Negra
Neruda, amante del mar y de las cosas marítimas, rebautizó la casa como Isla Negra por el color de las rocas que salpicaban la playa a los pies de la propiedad y durante los primeros diez años la casa fue creciendo y ampliándose insertándose en el paisaje costero como un barco con techos bajos, pisos de madera crujiente y pasillos estrechos. Allí, entre el tumultuoso movimiento oceánico, las rompientes, los roquedales negros y la brisa, Neruda hizo del mar uno de los escenarios míticos de su poesía.
Otra de las entradas a Isla Negra
El Locomóvil y entrada a la casa de Isla Negra
Entrada a la casa museo desde donde se accede el jardín donde se encuentra el Locomóvil y al frente de la casa que da al mar.
El lugar no deja de sorprender desde la misma entrada con una extraña máquina llamada Locomóvil ubicada en el centro del jardín. A partir de aquí la casa se convierte en todo un muestrario de recuerdos del poeta y premio Nobel que nos hablan de una vida rica e intensamente vivida donde el mar siempre es protagonista: mascarones de proa, cartas náuticas, sextantes, rosas de los vientos, réplicas de veleros, una colección de pequeños barcos encerrados en botellas, otra colección de conchas y caracolas, dientes de cachalote… Y también recuerdos de sus viajes que hablan de su curiosidad y de sus gustos más personales: máscaras de Asia y África, botellas de colores, pipas de marfil, restos de maderas arrojadas por el mar que el transformó en su escritorio, retratos de personajes científicos y literarios… y libros, muchos libros.
Isla Negra. Interior del bar de la casa.
La entrada da paso a la Sala de Estar original donde destacan su enorme ventanal y la colección de mascarones de proa auténticos, cada uno con nombre propio como la Medusa, de madera pintada desteñida por el paso de los años; o la María Celeste, mascarón de proa más pequeño de pulida madera oscura suspendida de la barandilla del segundo piso. El suelo de baldosas rojizas contrasta con una roca oscura que se dejó al construir la casa y con una gran chimenea. A continuación pasamos al salón comedor donde nos encontramos con la mesa puesta, preparada para recibir a los viejos amigos y las vitrinas con sus vajillas.
Isla Negra
Subimos hasta el segundo piso donde está el cuarto principal de Neruda, de forma redondeada y con una privilegiada vista sobre el mar, los armarios con sus zapatos y trajes y otros recuerdos. Toda una herencia de su vida viajera completada con los regalos que recibía de amigos y conocidos.
Tumba de Pablo Neruda y Matilde Urrutia en Isla Negra
Desde el jardín se accede hasta la tumba de Neruda y su última esposa desde donde se observan la playa, las rocas y el mar que tanto amó cumpliendo así la voluntad que había expresado muchos años antes  en su poema “Disposiciones” del Canto general: “Compañeros, enterradme en Isla Negra, / frente al mar que conozco, a cada área rugosa de piedras/ y de olas que mis ojos perdidos/ no volverán a ver…”
Neruda salió de Isla Negra ya gravemente enfermo tras el golpe militar de Pinochet en 1973 para morir poco después en Santiago tras conocer que las tropas habían asaltado y saqueado su casa. Desde entonces la vieja casa pasó a ser un lugar de acceso prohibido y durante años estuvo cerrada y tapiada hasta que con la llegada de la democracia se decidió convertir esta casa en fundación y museo.
Entrada a la casa de Isla Negra
En diciembre de 1992 los restos de Neruda fueron trasladados allí junto a los de su esposa, Matilde Urrutia, y sepultados en el jardín de la casa frente al mar transformando el lugar en uno de los lugares más visitados de todo el país.
Busto de Pablo Neruda sobre una roca de Isla Negra
Visitar Isla Negra es hacer un viaje imprescindible para conocer al alma de Pablo Neruda y entender su obra. Que descanse en paz de una vez este hombre y poeta universal frente al mar que tanto amó.

Cantalao. Pablo Neruda

El último gran sueño de Pablo Neruda tenía un nombre: Fundación Cantalao. En una célebre entrevista con la periodista argentina Rita Guibert, después de obtener el Premio Nobel, el poeta explicaba el sentido de su proyecto: "Será una fundación para que los escritores becados puedan vivir por un año con el producto de mis derechos de autor, disfrutando de una casa común para reuniones y actos, además de cabañas individuales para trabajar".
Cantalao es el primitivo antecedente de la Fundación Neruda. El vate nunca habló de casas museo para celebrar su obra; lo que quería era una de casa de residencia para escritores.
A principios de los 70, Cantalao estuvo a punto de materializarse. En 1972 Neruda compró un terreno en Punta de Tralca, en la quebrada Huellilemu, cerca de Isla Negra, y lo donó a la futura fundación. Por su parte, el gobierno de la UP aprobó la entrega de fondos para su construcción.
El golpe militar echó por tierra el sueño del vate. Pero a más de 30 años de su muerte, cobra nueva fuerza. A seis meses de concluido el año centenario del poeta, la Fundación Neruda -creada por su viuda Matilde Urrutia- lo ha retomado y se plantea entregarlo, como fecha tope, en 2010.

Una obligación
A principios de los 90, la Fundación Neruda convocó a un concurso de proyectos para diseñar Cantalao. La propuesta ganadora, sin embargo, resultó inalcanzable: costaba siete millones de dólares.
En los últimos dos meses los directores de la fundación se han reunido con personas que conocieron el proyecto original del vate: Sergio Soza, quien trabajó en el primer borrador, el que sería financiado por Losada, editor de Neruda; y los arquitectos Raúl Bulnes y Carlos Martner, que estuvieron en la última fase.
"Lo que hemos hecho es volver a los fundamentos del proyecto", comenta Francisco Torres, director ejecutivo de la institución. "Estamos empapándonos de la idea original de Neruda y analizando cómo materializarla en el contexto del siglo XXI. Tenemos esa obligación".
Si bien áun no llegan a una propuesta definitiva, ésta sería menos ambiciosa que la planteada en los 90 y que incluía, entre otras cosas, un museo, salas de arte, aulas audiovisuales, terminales computacionales y un espacio para eventos masivos. "Pensamos en un proyecto donde el componente creativo sea lo que destaque, con una infraestructura mínima de operación y perspectivas de crecimiento", indica Torres.
La idea base sería la residencia de escritores, habilitada con salas de trabajo y conferencias. El presupuesto: un millón de dólares.
De acuerdo con el director ejecutivo, tras el centenario la fundación está más cerca de concretarlo: "La presencia mundial de Neruda hoy favorece el financiamiento internacional y pensamos que instituciones y países amigos podrían encantarse con este proyecto".
La fundación trabajará en su formulación el resto del año y a partir del próximo se abocará a buscar financimiento. "Sería un gran aporte para el bicentenario. Esa es nuestra fecha límite de entrega", añade.
Por lo pronto, la institución celebrará el cumpleaños 101 del poeta, el sábado 16 y domingo 17: en La Sebastiana, inaugurará una muestra de Francisco Velasco, hijo del médico de Neruda, pintor y ex ingeniero de Silicon Valley; en Las Chascona, el Ballet Nacional mostrará Carne de Aire y en Isla Negra se realizará un carnaval callejero.



RECONSTRUCCIONES

“Por eso, cuando cerca de Isla Negra se pusieron en venta unos terrenos costeros, yo reservé tal vez el más hermoso para fundar en él una colonia de escritores. Lo fui pagando por años con mi trabajo frente al mar, pensando restituir así con esta obra algo de lo que debo a la intemperie marina. Bauticé este territorio literario con el nombre de CANTALAO. Así se llamaba un pueblo imaginario en uno de mis primeros libros. Y este año, en 1970, he terminado de pagar las cuotas de la exigencia, no sin antes haber perdido terreno por delimitaciones defectuosas. En cuestiones de límites siempre pierde la poesía. Antes de entregar la fundación a los escritores, construí una cabaña con el doble objeto de guardar los materiales, clavos, tablas, cemento y refugiarme allí de cuando en cuando……….. Esta mañana me fui a dejar un ancla recién comprada en el puerto de San Antonio. Con serias dificultades y con la ayuda de un tractor pude depositarla en una altura del terreno. Nada más fundador que un ancla. Toda fundación debe ser así precedida. Por lo menos, en la costa, una construcción no debiera empezar con la primera piedra, sino con el ancla primera.”

“Para nacer he nacido” Pablo Neruda, 1977




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