El tema central de este Blog es LA FILOSOFÍA DE LA CABAÑA y/o EL REGRESO A LA NATURALEZA o sobre la construcción de un "paradiso perduto" y encontrar un lugar en él. La experiencia de la quietud silenciosa en la contemplación y la conexión entre el corazón y la tierra. La cabaña como objeto y método de pensamiento. Una cabaña para aprender a vivir de nuevo, y como ejemplo de que otras maneras de vivir son posibles sobre la tierra.

sábado, 20 de noviembre de 2021



 

Les livres sont plus secourables que la psychanalyse. Ils disent tout, mieux que la vie. Dans une cabane, mêlés à la solitude, ils forment un cocktail lytique parfait. 
"Dans les forêts de Sibérie"

 




Refranero molinero

Rueda abandonada en una cantera de ruedas de molino (Comunidad de Teruel)


EL MOLINO Y EL MOLINERO EN EL REFRANERO
DIEZ BARRIO, Germán


Molino de Damaniu


Hace bastantes años, en muchos pueblos se podía ver la actividad y el ajetreo de personas conduciendo sus carros llenos de costales de grano en dirección al molino.

Estas imágenes están totalmente perdidas y sólo nos quedan edificios derruidos, otros que a duras penas se mantienen en pie y alguno aprovechado como mesón o restaurante.

Sin duda el trabajo del molinero tuvo mucha importancia para los hombres del campo hasta que aparecieron las primeras fábricas de harinas.

El refranero hace un repaso del molino y del que muele. Para moler, lo primero que se necesita es agua abundante:


-Con agua muele el molino, y el molinero, con vino.

-Mientras tiene agua el molino, el molinero bebe vino.

-Pide su agua todo molino, y todo molinero pide su vino.

-Cuando no tiene agua el molino, el molinero no tiene vino.

-Molinico ,¿por qué no mueles? -Porque me beben el agua los bueyes.

-Agua pasada no mueve molino.

-Cada uno quiere llevar el agua a su molino y dejar en seco el del vecino. No importa el perjuicio de los demás con tal de poder moler y esto porque el molino andando gana y, además, porque molino que no muele no tiene maquila, es decir, el que no trabaja no cobra, no le dan la porción de grano o harina que le correspondería por su trabajo.

En segundo lugar, conviene madrugar para que no se adelanten otros y nos hagan esperar y perder el tiempo:

-Quien primero viene, primero muele.

-Quien al molino ha de andar, debe madrugar.

-Quien al molino va y no madruga, los otros muelen y él se espulga.

-Quien está en el molino muele; que no el que va y viene.

Es tan importante llegar a tiempo que:

-Más vale aceña parada, que amigo molinero. Si el molino está parado, el que primero llega, primero muele; Cuando la aceña está funcionando, de poco sirve que el molinero sea nuestro amigo.

Al ser el molino un lugar en que fácilmente pueden engañar a uno, es aconsejable que vaya una persona de edad, una persona experimentada:

-Al molino y por carne, vaya de la casa el más grande. Molineros y carniceros siempre tuvieron fama de aprovechados.

Debe ir sola:

-Al monte y al molino no llames al vecino. Perderás la mitad de la leña al repartirla y tendrás que cederle el primer puesto en el molino, con lo cual perderás el tiempo.

Y, además, no comunicar las ganancias a nadie:

-Huerto y molino, lo que producen no lo digas a tu vecino.

Ciertos oficios son muy propios para la sisa, y el de molinero es uno de ellos: Cien sastres, cien molineros y cien tejedores, hacen justos trescientos ladrones.

Esta fama de ladrones, no entro si merecida o no, que tienen los molineros viene de muy antiguo. Ya el anónimo autor del Lazarillo de Tormes (1554) nos lo recuerda: «Pues siendo yo niño de ocho años, achacaron a mi padre ciertas sangrías mal hechas en los costales de los que allí a moler venían, por la cual fue preso, y confesó y no negó, y padeció persecución por justicia.»

El refranero se hace eco de este sambenito que les han colgado a los que ejercen la molienda:

-De molinero mudarás, pero de ladrón no saldrás.

-De molinero a ladrón no hay más que un escalón; y ése es tan bajo, que lo sube un escarabajo.

-Molinero y ladrón, dos cosas suenan y una son.

-De molinero mudarás, pero de robado no escaparás.

-Molinero y ladrón, seria caso de admiración.

-Maestro de molino, ladrón fino.

-Dios nos libre y nos defienda del que hace mala molienda. Del que se queda a escondidas con una parte de lo que muele.

La maquila es el grano o harina que le dan al molinero por moler, pero a veces se toma otra parte que no le corresponde:

-Quien dijo maquilar, quiso decir robar.

-Quien te maquila, ése te esquila.

-Molinero ladrón, no saca maquila, sino maquilón.

-Molinero maquilero, ladrón primero.

Pero no todos los refranes recalcan el lado negativo del oficio:

-El molinero andando gana, que no estándose en la cama.

Aconseja el trabajo para medrar .

-Molinero moliendo y alguacil andando, los dos van ganando.

Cada uno en su trabajo.

-Espaldas de molinero y puercos de panadera, no se hallan dondequiera.

Los molineros tienen las espaldas anchas, acostumbrados a cargar los sacos de harina y grano, y los cerdos de la panadera están gordos y lucidos.


http://www.cervantesvirtual.com/

viernes, 19 de noviembre de 2021

Sobre el paisaje




 


CONSIDERACIÓN DEL PAISAJE (I):

El derecho al paisaje

La patria es el paisaje: el paisaje es nuestro ser mismo”.

(JOSÉ ORTEGA Y GASSET)


El filósofo Eduardo Martínez de Pisón, para el que la protección del paisaje se ha vuelto necesaria, nos recuerda que en la cultura inglesa se produce una identificación del término belleza con la descripción de un paisaje. Mucho tuvieron que ver los pintores que dieron protagonismo al paisaje en los s. XVIII y XIX: R. Wilson, T. Gainsborough, J. Constable, J. Turner… Martínez de Pisón reivindica la vivencia del paisaje por encima de su conocimiento formal, aunque dicho conocimiento afecta necesariamente a la vivencia-experiencia ante o dentro de este entorno vital, este “escenario común heredado” cuya armonía no debemos dejar arruinarse o perderse. A este respecto, otro especialista en paisajes, el geógrafo Joan Nogué considera el paisaje un bien común del que se deduce el derecho al paisaje. También nos recuerda que ha habido una integración armónica de las acciones de las sociedades rurales tradicionales en el medio natural. Añade que “cuando se eliminan los rasgos que le han dado personalidad y continuidad histórica, estamos hablando de destrucción del paisaje”, y esto ha ocurrido con la introducción de macroinstalaciones desde hace seis décadas. El paisaje es para Nogué, “en buena medida, una construcción social y cultural, siempre anclado en un substrato material, físico”. Él mismo cita a la escuela geográfica regional francesa o vidaliana que considera al paisaje como el rostro del territorio. A través de él se puede diagnosticar su estado de salud.

En España el paisaje se revaloriza entre la intelectualidad a partir de 1898, tras la crisis de la pérdida colonial y sus paisajes exóticos propios. Unamuno, en sintonía con Ortega, dijo que “la patria se revela en el paisaje”. En esta época, siguiendo la estela de los ilustres viajeros extranjeros del siglo XIX, literatos y artistas dan rienda suelta a su sed viajera para empaparse de los paisajes ibéricos. Azorín decía que “el paisaje somos nosotros; el paisaje es nuestro espíritu, sus melancolías, sus placideces, sus anhelos, sus tártagos”.

La Institución Libre de Enseñanza, dirigida por Francisco Giner de los Ríos, de una enorme relevancia educativa, marca la comprensión y la contemplación del paisaje como objetivo prioritario. Giner relaciona el orden natural del paisaje con las cualidades y los valores culturales que le atribuye. Es autor de un ensayo titulado precisamente Paisaje, que plasma la concepción científica del mismo en la Institución.

El psicólogo Helio Carpintero aboga por la integración de la vida de cada persona en el paisaje y el biólogo Joaquín Fernández Pérez señala la influencia del cine de ficción y documental en la percepción y valoración del paisaje debido a su capacidad simbólica, y en paralelo al filósofo Nicolás Ortega Cantero incide en la determinación del carácter de los pueblos por el paisaje. Ortega Cantero piensa que la historia de los pueblos, sus aspiraciones y sus logros comunes están ligados a sus paisajes.

El escritor Rafael Núñez Florencio defiende la continuidad, homogeneidad y armonía paisajísticas, y concluye que el paisaje es nuestro patrimonio.



CONSIDERACIÓN DEL PAISAJE (II):


La barbarización del paisaje

El paisaje es un estado del alma”

(HENRY-F. AMIEL)


“Escritores, poetas y pensadores han visto al paisaje como el espejo del alma en el territorio”, mantiene el doctor Joan Nogué, que recuerda el sentimiento de las personas de pertenencia a un paisaje, sea el de nacimiento o el de acogida. Él mismo cita la frase del filósofo chino Lin Yutang“La mitad de la belleza depende del paisaje y la otra mitad de quien lo contempla”. Martínez de Pisón recuerda la vieja enseñanza china que sentencia que “algunos paisajes tienen su poeta, pero siempre todo paisaje tiene su bárbaro”.

Sin menoscabar los enormes méritos culturales del ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos, su postura contra la naturaleza, ‘productora exclusivamente de maleza’, está afortunadamente superada sobre el papel. Aunque en la práctica la agresión al medio natural no pierde vigencia y va a más de manera imparable. ¿Qué diría hoy al respecto el sabio asturiano? Seguramente se alinearía con el geólogo Javier Obartí Segrera partidario de que “toda acción que repercuta en la calidad del paisaje debería basarse en un mejor conocimiento científico, histórico-cultural y técnico del mismo”. La percepción del paisaje de las gentes de la ciencia y las del campo coincide en no estar mediatizada por subjetividades estéticas.

En 1808, el científico viajero romántico coetáneo de Jovellanos, Alexander von Humboldt, que además era rico y guapo, publica el libro Cuadros de la Naturaleza, que inicia la modernidad en el tratamiento de la geografía paisajística, referida a las cordilleras, selvas, ríos y restos de las civilizaciones antiguas del Nuevo Mundo, con un fundamento empírico. Humboldt, junto a sus compatriotas Schiller y Goethe, considera la contemplación admirativa de la Naturaleza como fuente de placer estético y un medio para su comprensión.

Manuel de Terán dictaminó en1960 que la Geografía es la Ciencia del Paisaje. El citado Obartí hace referencia al concepto de esta ciencia como un intento de unificar dos criterios: “el de la discontinuidad del medio físico y el de la continuidad del paisaje en el espacio”. El ruso V. B. Sochava introdujo en 1963 el término geosistema para dar nombre al sistema de interacción entre los elementos del paisaje, que ya en 1933 Hernández- Pacheco enumeraba como fundamentales el roquedo, la vegetación y la fauna.

Concepción Sanz Herraiz, doctora en Geografía Física nos recuerda que los primeros paisajes protegidos en España fueron las montañas, por su belleza, que era eminentemente geológica y geomorfológica. Así como la fecha del 1 de marzo de 2008 en que en el Estado español entró en vigor el Convenio Europeo del Paisaje. Otra doctora en Geografía, Josefina Gómez Mendoza cita la consideración del ingeniero Miguel Arenillas de las instalaciones eólicas como bosques metálicos, “más perjudiciales para el paisaje que las centrales hidráulicas”.



CONSIDERACIÓN DEL PAISAJE (III): 


El valor del paisaje

" y bebiendo con ansia hasta tu mismo jadeo

sin saciar, ¡oh paisaje!, mi gran deseo"

(GEORGES DUHAMEL)


La palabra Paisaje es un galicismo que surge en el siglo XVIII. Se deriva de país y sustituye a esta palabra. “Un paisaje es un fragmento de Naturaleza dotado de sentido”; “no hay paisaje sin mirada”, son afirmaciones del escritor Rafael Núñez Florencio.

No puede negarse que el paisaje está de moda. Retomo más reflexiones del filósofo Martínez de Pisón: El paisaje es un “entorno vital”. Su emergencia en la historia de la cultura se produce en la primera mitad del siglo IV en la China del Sur (Berque, 2006). En el Renacimiento comienza a fluir esta concepción cultural en el occidente europeo. El sentimiento completo del paisaje no se alcanza hasta el Romanticismo. Cito literalmente a este intelectual: “El aprecio a los paisajes puede ser en parte espontáneo –cuestión de sensibilidad-, aunque la mayoría de las veces es aprendido –cuestión de cultura-, y siempre es el resultado del ejercicio de un determinado sistema de valores. Es decir, es una cuestión moral”.Ortega y Gasset sitúa al paisaje en el centro de la reflexión intelectual, filosófica y científica. La consideración de la Geografía como ciencia del paisaje se formuló explícitamente a principios del siglo XX en Alemania y Francia (en España en 1960). Unamuno concede un valor espiritual al paisaje de Castilla. En la primera mitad del pasado siglo, influenciado por el naturalismo, el científico Eduardo Hernández-Pacheco desarrolla la teoría del paisaje, para aplicarla al estudio de los paisajes españoles. Fue uno de los pioneros en plantear la conservación del patrimonio constituido por los paisajes naturales. En 1916 se promulgaba la ley de parques nacionales para preservar su belleza, fauna, flora, geología e hidrología. En los años setenta, la atención al paisaje volvió como reacción al incremento de su deterioro, lo que reflejaba una nueva sensibilidad ambiental. Solé Sabarís, geógrafo y geólogo, conecta la Geografía con la Ecología y con la Ciencia del Paisaje. Los prestigiosos ecólogos Pedro Montserrat y Fernando González Bernáldez son dos promotores de la Ecología del Paisaje.

Joan Nogué, geógrafo especialista en la reflexión paisajística, asume la observación de Eugenio Turri, en el sentido en que en el pasado “las modificaciones del paisaje solían ser lentas, pacientes, al ritmo de la intervención humana, prolongadas en el tiempo y fácilmente absorbibles por la naturaleza de los seres humanos: el elemento nuevo se insería gradualmente en el cuadro psicológico de la gente”. En nuestros días ya no es así.

Nicolás Ortega Cantero considera el paisaje como un patrimonio, un bien heredado por la colectividad y un símbolo de su historia y su identidad compartida.

Javier Obartí señala que el objetivo fundamental de la ordenación territorial es la identificación, delimitación y dotación de un régimen de protección adecuado de los paisajes valiosos, incorporándolos así a los bienes patrimoniales.

Nuestros paisajes son valiosos. Solo falta que sean valorados. En su gestión, errónea o adecuada, nos jugamos el futuro.


Autor: Gonzalo Tena Gómez, Colectivo Sollavientos (Noviembre 2021)