El tema central de este Blog es LA FILOSOFÍA DE LA CABAÑA y/o EL REGRESO A LA NATURALEZA o sobre la construcción de un "paradiso perduto" y encontrar un lugar en él. La experiencia de la quietud silenciosa en la contemplación y la conexión entre el corazón y la tierra. La cabaña como objeto y método de pensamiento. Una cabaña para aprender a vivir de nuevo, y como ejemplo de que otras maneras de vivir son posibles sobre la tierra.

sábado, 29 de enero de 2011

Cabaña de Henry Miller en Big Sur



"No tengo dinero ni recursos ni esperanzas. Soy el hombre más feliz del mundo" 
(Henry Miller)

Henry Miller en California



 "Big Sur is the California that men dreamed of years ago, this is the Pacific that Balboa looked at from the Peak of Darien, this is the face of the earth as the Creator intended it to look"
(Henry Miller sobre Big Sur)


 
                           

HENRY MILLER (1891-1980). Henry Valentine Miller nació el 26 de diciembre de 1891 en Nueva York, en el seno de una familia humilde de origen alemán, siendo su madre Louise Nieting y su padre Heinrich Miller, quien se dedicaba a la sastrería.

Principalmente autodidacta, Miller estudió durante dos meses en el City College neoyorquino hasta que el joven rebelde, gran amante de la literatura, en especial del escritor ruso Fedor Dostoievski, fue expulsado de la universidad, ocupándose posteriormente en distintos oficios, entre ellos ranchero o mensajero de la Western Union.
En 1917 contrajo matrimonio con una muchacha llamada Beatrice Sylvas Wickens, con quien tuvo una hija, Barbara. En 1924 se divorció de Beatrice y se casó con la bailarina June Mansfield Smith, mujer que fue sumamente influyente en Henry por su modo liberado y despreocupado de vivir.

En los años 30 y en plena época de la Gran Depresión, Miller y June trasladaron su residencia a París, ciudad en la cual llevó una existencia bohemia junto a Anais Nin, Gilberte Brassai y Alfred Perlés, empapándose de diferentes corrientes literarias, entre ellas el surrealismo. En la capital francesa aparecería su primer libro publicado, "Trópico de Cáncer" (1934), un volumen prologado por su amiga Anais y censurado en su país hasta la década de los '60. Junto a Nin escribiría "Una pasión literaria" (1932-1953, libro que recogía la correspondencia entre ambos autores. El mismo año de la aparición de "Trópico de Cáncer", publicada en la editorial Obelisk Press de Jack Kahane, Henry y June se divorciarían.

Posteriormente Miller escribió novelas como "Primavera negra" (1936), "El universo de la muerte" (1938) y "Trópico de Capricornio" (1939). A pesar de que "Trópico de Cáncer" fue la primera novela publicada en su trayectoria como literato, Miller había escrito previamente varios libros que no lograron ver la luz en su día, como "Clipped Wings", "Moloch" y "Crazy Cock".

Sus textos, ausentes de una estructura convencional y el uso de una narración lineal, se vinculan a la exposición instrospectiva desde un universo esencialmente masculino, con tendencia a la exposición erótica y el proceder nihilista modelado con un cierto sentido lírico de la prosa, esencia libertaria y vitalista, y plasmación autobiográfica en base al flujo de conciencia.

En 1939 Henry dejó Francia, país en el que llegó a trabajar como profesor de inglés en el Liceo Carnot de Dijon, y pasó un tiempo junto a Lawrence Durrell en Grecia para retornar en plena Segunda Guerra Mundial a los Estados Unidos, ubicándose en California. Allí escribiría libros como "El coloso de Marussi" (1941, título que abordaba su experiencia griega, "Pesadilla del aire condicionado" (1945), "Días tranquilos en Clichy" (1956), "Big Sur y las naranjas del Bosco" (1957) o la afamada trilogía "La crucifixión rosada", conformada por los volúmenes "Sexus" (1949), "Plexus" (1952) y "Nexus" (1959), los cuales volvían a incidir en el aspecto sexual que singulariza sus trabajos literarios.

Al margen de sus novelas Miller también escribió ensayos sobre Marcel Proust, James Joyce o D. H. Lawrence.
Después de su divorcio con June, Henry se casó en 1944 con Janina Martha Lepska, joven inmigrante polaca, estudiante de filosofía, con quien tuvo dos hijos, Tony y Valentine. En 1952 se divorciarían. Un año más tarde contrajo matrimonio con Eve McClure, de quien se separaría en 1960. Su última esposa fue la cantante de cabaret japonesa Hiroko Tokuda, con quien estuvo casado entre 1967 y 1977.

Una de sus últimas amantes fue la joven actriz Brenda Venus. El libro "Querida Brenda" (1986) recoge las cartas de amor remitidas por el autor de Nueva York a la morena intérprete, vista en películas como "Foxy Brown" o "Límite 48 horas".

Miller, cuya influencia es muy apreciable en los escritores de la denominada Generación Beat, como Jack Kerouac, Allen Ginsberg o William Burroughs, moriría a causa de problemas circulatorios en la localidad californiana de Pacific Palisades. Era el 7 de junio de 1980 y el escritor tenía 88 años.


(...) Después de recorrer todo Estados Unidos, y varios traslados por California, Henry Miller recaló en Big Sur en 1946, por aquel entonces poco más que unas cabañas medio ruinosas al borde de una acantilado, poblado por artistas, vagabundos y toda suerte de personajes estrafalarios que dotaban a la zona de un ambiente social muy particular que prefiguraba ya el movimiento beat y hippie. Todo este ambiente resultaría una fuente de meditación e inspiración para Miller. Big Sur es un mosaico de episodios, retratos, informaciones y detalles de su vida cotidiana, unidos por el hilo conductor de la insaciable vitalidad, humor e interés por todos los aspectos de la vida que son característicos de este escritor.
http://es-la.facebook.com/note.php?note_id=113729218697888                            

                                         
Bigsur

Big Sur ...Refugio de místicos, bohemios trasnochados, mochileros, pirados del New Age, millonarios, hippies o escritores como Henry Miller y o Jack Kerouac, el Big Sur siempre ha ejercido un atractivo influjo sobre artistas e intelectuales...





(...) Hay una larga lista de escritores que encontraron en la imponente naturaleza y el relativo aislamiento de la región el lugar de retiro adecuado para escribir. El paisaje se encargó de marcar con su impronta las obras que concibieron. Jack Kerouac pasó allí una temporada y escribió la novela 'Big Sur', en la que su alter ego Jack Duluoz relata las vivencias del escritor durante su estancia en una cabaña en el Bixby Canyon. Sin embargo, el principal símbolo literario del Big Sur es Henry Miller, que se estableció en la zona entre 1944 y 1962. 'Big Sur y las naranjas de Hieronymus Bosch' es uno de los postreros relatos del escritor. En él cuenta cómo llegó a vivir allí y hace un retrato humano, histórico e incluso geológico del entorno que lo circunda.




La herencia de Miller pervive hoy en una biblioteca que se ha convertido en el pulmón de actividad cultural del Big Sur contemporáneo. Rodeada de secuoyas gigantes, esta encantadora y recogida cabaña organiza talleres, proyecta películas y esconde una colección envidiable de títulos de literatura y poesía. El jardín, además, hace las veces de onírico escenario por el que han pasado artistas como Bonnie 'Prince' Billy o Vetiver...



Una cabaña en medio del bosque

Bon Iver - For Emma, Forever Ago
Por Nando
Año de publicación: 2008

(http://www.redaccionatomica.com/discos/040/bon-iver-for-emma-forever-ago)


..." Una ruptura sentimental. Una cabaña en medio del bosque. Invierno, chimenea y soledad.

Estos, y seguramente mucho beber para olvidar, son los principales ingredientes de For Emma, forever ago...el último álbum galardonado con el famoso término "hype", esa especie de aureola propagandística modernera que nos quiere intentar convencer de que algo es mejor, mucho mejor, de lo que pulula por el mercado.

Lo cierto es que, como todos los tópicos, casi siempre es reflejo de la realidad. Ante tales circunstancias como las arriba citadas, era de esperar un derroche de sentimientos (supuestamente ligados a la tristeza) corte tras corte que si estaban bien canalizados, nos producirían un instantáneo sentimiento de empatía hacia el artista.

Esa entonación sentimental es de sobra conseguida desde los primeros acordes, pero no únicamente en penurias ya que lo realmente destacable de For Emma, forever ago...es que no predomina en él la tristeza. El bueno (y ahora soltero) de Justin Vernon ha buceado hasta el fondo de sus entrañas y escarbando ha sacado lo mejor y lo peor de la relación, y también de sí mismo.

La cabaña comienza helada. Podemos imaginar perfectamente a Vernon soltando vaho por la boca, con los dedos entumecidos, cuando comienzan los primeros acordes de Flume, para autoconsolarse con la primera frase del álbum " I am my mother's only one...it's enough". Gran verdad amigo, que nos atañe a todos.

Pero la leña ardiendo va dando calor a la estancia, y pasando por Lump Sum llegamos a Skinny Love, uno de los desgarradores reproches al amor perdido...

"And I told you to be patient
I told you to be fine
I told you to be balanced
I told you to be kind
In the morning I'll be with you
But it will be a different kind
I'll be holding all the tickets
And you'll be owning all the fines "

Para seguir con The Wolves (act I & II), y consecuentemente con el periodo "acelerado" de superación, al menos de autoconvencimiento. Un tema que emerge prácticamente de la nada hasta alcanzar un clímax más alto que cualquiera de los rascacielos del planeta..."What might have been lost / Don't bother me."

Blinsided, Creature Fear y Team forman la terna que sirve de puente al album, de carácter cuasi instrumental, sujetos al soul, al gospel de domingo por la mañana, y desembocando en For Emma.

A pleno calor entre las cuatro paredes de madera, llega el momento de enfríar el corazón y la cabeza y rescatar todo aquello que quedó en el camino... "I toured the light; so many foreign roads for Emma, forever ago."

Y tal y como empezó, en un movimiento para cerrar el círculo perfecto, Re:Stacks...una auténtica pieza de orfebrería final para acabar como debería...

"This is not the sound of a new man or crispy realization
It's the sound of the unlocking and the lift away
Your love will be
Safe with me"



Bon Iver, el sonido intimista de un chico de montaña

(http://almargen.info/2010/02/09/bon-iver-el-sonido-intimista-de-un-chico-de-montana/)

...Durante tres meses, Vernon se encerró en la cabaña de su padre al norte de Wisconsin para curarse de una extraña enfermedad -la enfermedad del beso (mononucleosis hepática)- y también para recuperarse de lo que conocemos como mal de amores. Fruto de esa especie de retiro espiritual, de hibernación para no malgastar energía, coció a fuego lento su álbum debut, “For Emma, Forever ago” (2007).

Este cedé, alabado por la crítica internacional, reúne diez canciones de corte intimista con letras melodiosas (y nada cursis) capaces de transportar al que las escucha a una especie de limbo. Las guitarras acústicas, la voz de falsete y las percusiones suaves hacen palpable de principio a fin ese espíritu de soledad y abandono.

Para conseguir este efecto, Vernon grabó capas de voces sobre capas de voces. “Flume” fue su primer single. Otros temas que le han seguido son “Skinny Love” o “For Emma”, nombre que aparece en el título del disco (y que suponemos que es el pseudónimo que esconde a la chica que le partió el corazón). Sorprende entre quiénes han escuchado “The Wolves (Act I and II)” el sonido de fuegos artificiales que introduce al final del tema. Para muchos (entre ellos me incluyo) es, en realidad, el efecto que produce el sonido de un palomitero (sí, el que hace palomitas de maíz)...






30 años de soledad en las montañas de Alaska

Richard Proenneke
                             
 Richard Proenneke

Todo el mundo sueña con la jubilación perfecta. Un retiro con los tuyos, bolsillos llenos y agendas vacías, cargado de ocio y vacío de responsabilidades. Richard Proenneke (1916-2003) se jubiló a su manera. Con 52 años dejó atrás su pasado para embarcarse en la aventura de su vida y buscar, en esencia, su libertad. Se retiró, en soledad, a un lugar recóndito de Alaska, donde construyó a mano una cabaña y pasó los siguientes 30 años en armonía con su entorno. Asceta de su pasado, la historia le ha convertido en uno de los más famosos eremitas de Norteamérica.


Cabaña de Twin Lakes. Alaska. El hogar de Proenneke desde 1968 a 1998

Cabaña de Twin Lakes. Alaska.Estado Actual


Richard (Dick) vivió solo pero no en vano. No era egoísta; parte de la herencia de su legado consiste en multitud de notas, escritos, fotos y filmaciones que hizo del paraíso de su experiencia. Nos deja una dote ejemplar, paradigma del modelo perfecto de supervivencia y patrón de la jubilación de nuestros sueños.

Dick Proenneke nació en Primrose, Iowa. Tenía una vasta familia compuesta por tres hermanas y dos hermanos. Su padre sirvió como militar en la primera guerra mundial y eso llevó pronto a Dick a alistarse en el ejército el día después del bombardeo de Pearl Harbor. Allí aprendió el oficio de carpintero y allí contrajo unas fuertes fiebres reumáticas que le condujeron a cambiar pronto de estilo de vida. Dejando atrás el mundo militar abandonó la armada y sucumbió a los placeres de la ganadería en el estado de Oregón. En su infancia Dick aprendió mecánica y pretecnología de su pasión por motores y motocicletas. Herramientas del conocimiento imprescindibles para su futura aventura.

En 1950 se trasladó a la isla de Shuyak, ya en Alaska, y trabajó en un rancho privado por un corto espacio de tiempo.. Más tarde obtuvo un trabajo en la base naval de Kodiak, como operador de equipo pesado y reparador de maquinaria diésel. Su amor por la naturaleza, presente durante toda su vida, se tradujo en unos primeros escarceos a modo de estudios y controles científicos para la sociedad estatal de vida salvaje y la famosa ‘King Salmon’.

Jubilarse de uno mismo:
En la primavera de 1967 Dick dejó atrás algo más que 35 años de trabajo. Harto de vagar sin rumbo, planes y objetivos por una vida laborar plagada de esfuerzos que no de recompensas, sucumbió a la llamada de la naturaleza.

No fue un plan demasiado meditado. Dick recabó en las inmediaciones de Twin Lake en 1967, víctima del último contrato como operador mecánico. Tras un accidente con maquinaria pesada, el amigo y capitán retirado Carrithers Spike le invitó a descansar y a conocer el inhóspito pero conmovedor paraje que sería, más tarde, su nuevo hogar por más de 30 años.

“me quedé quieto, mirando al corazón de esas montañas y me sentí como un hombre inspirado por un sermón divino que llega de primera mano, que viene del cielo y de los muchos estados de ánimo de esas montañas, tan poderosas “. (Diario de Richard Proenneke).

Ese mismo verano volvió solo a la zona para buscar el sitio ideal donde construir su leyenda y a cortar la madera suficiente para su nuevo hogar. La dejó lista y amontonada para volver en la primavera de 1968, tras pasar su último invierno en Iowa con su familia y preparando los suministros para su jubilación

Un nuevo hogar, una nueva vida:
Dick regresó a Twin Lakes el 21 de Mayo de 1968. Regaló su camioneta y pertenencias a su amigo el Capitán Spike y empezó a construir la cabaña solamente con herramientas de mano, sin utilizar clavos, ni percutores ni moto sierras y con los materiales que paría la propia naturaleza. Tardó casi cuatro meses. El tiempo se empezaba a parar.



Proceso de construcción de la cabaña. Fuente

La cabaña era y es (aún se conserva intacta tras 40 años) un pequeño rectángulo de 12 metros cuadrados (3 x 4), de madera de conífera joven machihembrada, sobre una cama de grava; ventanas holandesas (bisagras de madera), chimenea de piedra y una cubierta a dos aguas forrada con un manto de musgo autóctono a modo de impermeable. Ejercicio impecable y envidiable de cualquier eco-construcción actual. A unos metros de la cabaña construyó una pequeña ‘fresquera’ o almacén elevado, para proteger su despensa y provisiones del alcance de osos y otros animales.

“[…] Habitualmente, demasiados hombres trabajan sobre cada una de las partes de un todo. Hacer un trabajo completo, como éste, me satisface y llena enormemente. “[…] “

Todos los muebles, mesas, sillas, camastro e incluso cubiertos e utensilios de cocina los talló Dick con la paciencia que da el no tener que responder para nadie. El tiempo se estaba, por fin, deteniendo.


Poenneke filmando las aves. Extracto del documental

Con los ahorros de toda una vida laboral había comprado una avioneta J-3 piper Cub con la que explorar nuevos territorios en Alaska. El destino quiso que tras un accidente al regresar por provisiones a Iowa quedara inservible junto con las ganas de Dick de volver a volar, por lo que las labores de intendencia de emergencia se las reservó a su amigo, el Piloto Alsworth Babe.

 

Poenneke cultivando Grosellas. Libro “One Man’s Wilderness, An Alaskan Odyssey”

Y el tiempo se detuvo:
La vida se paró en Twin Lakes. Dick pasó 20 años documentando y observando el medio (flora y fauna) aportando documentos meteorológicos y científicos valiosísimos para la conservación del medio mientras cultivaba grosellas, amaestraba ardillas, comadrejas y aves; espantaba osos pardos y cazaba venados o hacía de guía ocasional de alguna expedición forestal. Siempre bajo el reflejo de los Lagos:


Twin Lakes. Alaska.Primavera                                                            

“[…] Este lago puede cambiar la personalidad en una abrir y cerrar de ojos. Al igual que una mujer, todas las sonrisas del mundo en un minuto y pasar a un berrinche al siguiente […]“

Interesantísimo es el documento gráfico que elaboró Dick. Armado con una cámara Bolex de 16 mm, grabó cientos de metros de película para disfrute personal y legado documental a modo de bitácora costumbrista. En ella nos muestra detalladamente el proceso de construcción artesanal de la cabaña. Él mismo se grababa con un trípode de aluminio haciendo estáticas las tomas en las que aparecía. Años mas tarde, el productor Bob Swerer editó y monto “Alone in the Wilderness” y otras dos películas con las más de 16 horas de negativo coleccionado. Podéis encontrarlas en la web oficial y en otros torrentes de información.



La despensa. A salvo de osos. Libro “One Man’s Wilderness, An Alaskan Odyssey”





El amor de Dick por la naturaleza, la pasión por la observación, la comprensión del mundo natural que lo rodea, y su dedicación al mantenimiento de sus escasos recursos deben ser una fuente de inspiración. Ese sueño recurrente que nos atormentaba, por utópico, alguien lo hizo en algún momento realidad. Lección de vida y de supervivencia tanto física como emocional.

Dick Proenneke abandonó a regañadientes su cabaña en el invierno de 1999, a la edad de 82 años, cuando ya tenía problemas de movilidad. Su hermano Rymond, lo secuestró literalmente, para salvarlo de una poco probable supervivencia en garantías a -46 grados de temperatura. Murió el 28 de Abril del 2003, después de donar su cabaña a los EEUU, que convirtió el lugar en un Parque Nacional.

kurioso
http://kurioso.es/2008/10/30/30-anos-de-soledad-en-las-montanas-de-alaska

La cabaña de Arne Næss

http://www.ecologiaverde.com/wp-content/2009/01/arne_naess.jpg




ARNE NAESS - Ecología Profunda

Arne Dekke Eide Næss es/fue el más reputado filósofo noruego del siglo XX, nació el 27 de enero de 1912 y murió el 12 de enero de 2.009 a los 96 años y es conocido por ser una de los impulsores del concepto de “ecología profunda”. Fue el hermano menor del armador Erling Dekke Naess y por tanto tío del célebre montañero y hombre de negocios Arne Naess Jr.
Fue el catedrático más joven, con 27 años, de los nombrados en la Universidad de Oslo, cargo que ejerció ininterrumpidamente desde 1.939 a 1.970.
Fue un avezado alpinista, dirigió en 1950 la primera expedición de ascensión al Tirich Mir (7.708 m). en Pakistán. Y una 2ª a esa misma cumbre en 1.964.
Las montañas se encontraban en el epicentro de su vida. Naess vivió durante una cuarta parte de su vida en una cabaña en un monte al sur de Noruega, en el monte Tvergestein, en el macizo Hallingskarvet; e instaba a quienes asistían a sus conferencias a que pusieran en práctica el precepto taoísta de “escuchar con el tercer oído” y “pensar en la montaña”.
Durante su vida fue un destacado activista. En 1970, junto a otras 300 personas, se encadenó para impedir la construcción de una presa cerca de Mardalsfossen, cascada al norte de su país, lo cual causó el abandono del proyecto.


Cascada de Mardalsfossen

También presidió Greenpeace en Noruega cuando se fundo la sección local en 1.988.
Fue candidato electoral del Partido Verde Noruego.
Fue investido caballero por el rey Harald de Noruega en el año 2.005 y nombrado comendador de la Real Orden Noruega de San Oslav.
Se caso dos veces. La primera con Else, de quien tuvo dos hijos. Tras morir Else contrajo matrimonio a los 61 años con Kit Fai, una alumna suya 40 años más joven.
En su pensamiento filosófico influyeron de forma determinante Baruch Spinoza (filósofo judío del siglo XVII que enseñaba que Dios se hace presente a través de la naturaleza), Mahatma Gandhi y el budismo. Naess desarrolló, además, seis reglas para debates justos sujetos a la materia en cuestión sin ataques personales.

  Arrne Naess en 2004

Naess impulsó en 1973 con la "ecología profunda" un pensamiento ecológico que concede máxima prioridad a la protección del planeta, la naturaleza, la preservación de los sistemas ecológicos y de las especies en peligro de extinción. La ecología profunda es uno de los movimientos que más radicalmente se opone al actual modelo de civilización.
La Ecología Profunda fue inicialmente un término teórico, pero se transformó posteriormente en un movimiento. Naess no planteó algo realmente nuevo sino que generó una visión integrada de varios conceptos. Las bases fundacionales serían:

  1. El ser humano es un organismo con una relación de total integridad y armonia con el medio; no por sobre o fuera de éste.
  2. La igualdad Biocéntrica, todas las cosas naturales, los ecosistemas, la vida, los paisajes, los suelos, montañas, etc., todos tienen un derecho intrínseco a existir. La presencia de valor es independiente a cualquier conciencia, interés o apreciación de un ser consciente. Independiente de su grado de autodeterminación.
  3. Derecho a la diversidad cultural, a la autorealización y la diversidad de formas, sean organismos, comunidades, ecosistemas, paisajes, etc, o en el ámbito humano: los derechos humanos, formas de vida, culturas, igualdad de los sexos, lucha contra invasión y dominaciones de tipo cultural, económicas y militares, etc.
Así pues la ecología profunda tiene como premisa una integración total de la persona-en-naturaleza. No está ni por encima ni fuera de la naturaleza.
Por la misma razón también cuestiona fuertemente las grandes decisiones político-económicas, siendo muchos de sus adherentes personas que se perfilan en grupos políticos de propuestas radicales, tanto de izquierdas como de derechas, unidos en este caso por el diagnóstico de que la modernidad antropocentrista/liberal es un desastre, aunque la mayoría de los líderes de la ecología profunda se declaren pacifistas. Lo cierto es que al haberse derrumbado los referentes de esta filosofía, que eran el comunismo y el fascismo, sus adeptos buscan sus puntos de referencia en el universo liberal.
Naess instaba siempre a los movimientos de orientación ecologista a “proteger el planeta no sólo en beneficio del género humano, sino, también en beneficio del propio planeta, a conservar los ecosistemas sanos por el mero hecho de hacerlo”.
En su opinión los que pensaban que los grandes problemas ecológicos se podían resolver en el entorno de una sociedad industrial y capitalista tenían un ecologismo “superficial” Había que entender que era la sociedad en sí misma la que había causado la crisis ecológica planetaria. Esta tesis sustentada fundamentalmente en las enseñanzas de Spinoza, Gangi y Buda, penetraría en las diversas corrientes de pensamiento que inspiraron los movimientos ambientalistas de los 80.
Naes hablo también de la superpoblación mundial como un grave problema ambiental y defendió el derecho de todos los seres vivos a ser respetados.
Todo ello hizó que algunos calificaran sus ideas como una especie de ocultismo del estilo New Age y que otros lo acusaran de proponer una reducción eugenésica de la humanidad.
Naess sostenía que una población del 60% de las cifras actuales podría ser compatible con una buena calidad de vida. En ese sentido afirmaba: “Yo soy optimista de cara al siglo XXII. Y ellos me dicen: Bueno, se referirá al siglo XXI... No me refiero al XXII. Yo creo que durante el XXI tendremos que pasar por algunos malos momentos, que afectaran incluso a países ricos. Así que, a corto plazo, soy bastante pesimista, aunque a largo plazo, si que soy optimista.”
Naess afronto un gran bochorno cuando los activistas de Earth First utilizaron los conceptos que él preconizaba para promover la esterilización en los países en vías de desarrollo y proponer el final de la ayuda alimentaria. Naess contestó que la ecología profunda parte de la idea de que el ser humano no es ajeno a la naturaleza, sino que forma parte de ella, en igualdad de condiciones que otros seres vivos, como una especie más.
Naess repudió a quienes llegaron a decir que las sequías y las hambrunas eran positivas. Naess opinaba que “puesto que somos humanos, tenemos que situar al ser humano en primer lugar”. Además, defendía que la ampliación de la solidaridad hacia otros seres vivientes no implicaba reducir la fidelidad a los seres humanos.
“No digo que todos los seres vivos tengan el mismo valor que un ser humano, pero sí que cada uno posee un valor intrínseco no cuantificable. No es igual ni diferente. Y tiene derecho a vivir. Puedo matar a un mosquito si se posa en la cara de mi hijo, pero jamás diré que tengo más derecho a la vida que un mosquito.”

Fuente: http://fernando-espacioamorylocura.blogspot.com/2009/04/arne-naess-ecologia-profunda.html
Basado en un artículo de Walter Schawarz para El Mundo del 17/03/2.009 Suplemento Natura – filosofía;
Wikipedia;
Ecología Profunda en la actualidad, corrientes: www.letraslibres.com/pdf.php?id=3665
http://www.nodo50.org/insurgentes/textos/ecoprofunda/04diversasfontes.htm

viernes, 28 de enero de 2011

LA CABAÑA DE ERSKINE EN EL PARAÍSO DE LA CAMPIÑA SUECA



LA CABAÑA DEL PIONERO Y LA CELDA DEL MONJE

 
Tan solo contaba con 30 años, cuando un  joven arquitecto ingles, Ralph Erskine se trasladó a vivir a la ladera de Lissma, cerca de Djupdalen (Suecia) . Llegó el invierno de 1941 con su mujer y su dos hijas recién nacidas; y en una parcela cedida por un granjero ( que también le prestó su caballo y trineo para el transporte) comenzó a construir su casa; con sus propias manos y con la ayuda de Aage Rosenvold, un danés que estaba realizando un curso de ladrillo y desde entonces se convirtió en su socio. Cogiendo piedras del lugar, ladrillos de un antiguo horno y demás materiales de desecho, como un antiguo somier de cama, a modo de armadura del hormigón; Erskine y Rosenvold empezaron a construir esta cabaña, que se conoció con el apodo de “The box”.



Con unas modestas dimensiones de 6 x 3,6 x 2 m de altura y una única habitación, funcionó como vivienda habitual de la familia hasta 1946. El espacio interior se dividía mediante una chimenea, en cocina y el estar, que también hacia las veces de dormitorio y sala de trabajo.  La cama (también utilizada como sofá) se levantaba mediante unas poleas hasta el techo, con el fin de  despejar la estancia durante el día. El escritorio de trabajo, podía abatirse del armario que estaba en la pared norte, que hacia las veces de aislante. En el exterior de esta pared se apilaban en invierno troncos de madera con el fin de mejorar el aislamiento en esta orientación más fría. No  había cuartos de baño ni agua corriente; el agua la llevaban del pozo hasta la casa.

El volumen es una especie de voladizo sobre un basamento de piedra. Cegada con un muro norte, fuertemente aislado; la vivienda se abre en la orientación sur mediante unas ventanas de vidrio doble, donde se disponían plantas y demás objetos, proporcionando un bonito mirador en lo alto de la ladera; como bien expresan los dibujos a pluma de Erskine.

La casa estaba enclavada en una zona boscosa donde eran habituales las nieves, la tienda más cercana estaba tres kilómetros distancia que Erskine y su mujer solían recorrer esquiando o en trineo.
Ralph Erskine aunó modernidad y los sistemas tecnológicos  que ofrecía la época, con la visión de otras arquitecturas vernáculas,  donde se encuentran respuestas directas a los condicionantes climáticos de cada lugar. Podemos estar pues, ante uno de los primeros arquitectos que mejor empezó a entender los recursos que le ofrecía el lugar, con la finalidad de emplearlos eficazmente en su arquitectura; como  puede verse en sus estudios expuestos en el CIAM 1959.

 


LA CABAÑA DEL PIONERO Y LA CELDA DEL MONJE
LA CAJA (RALPH ERSKINE, 1942) 

"Ralph Erskine era un arquitecto inglés que quiso convertirse en sueco. Había nacido en 1914, por lo que era de la generación de Sota, Fisac y Cabrero, valga este dato para aclaración de españoles. Podría pensarse quizá que su bautismo nórdico fue ésta su pequeña casa de campo, su cabaña, tal vez mejor llamada así a pesar de que se trataba de una casa permanente, donde el matrimonio Erskine y sus hijas vivieron bastante tiempo. Pues aunque no por su diseño, sofisticado y moderno, sí por su programa y carácter, esta casita es una cabaña: no tiene aseo ni agua corriente; es un refugio en medio del campo, en medio de una naturaleza que se eligió quizá por necesidad, pero también por su gran atractivo en cuanto que naturaleza pura: por su condición casi desértica. No hay instalaciones, sólo un refugio en el que el fuego toma un papel fundamental. Como diseño, sin embargo, nada más lejos de la "cabana original"; esto es, de cualquier recuerdo de la arquitectura tradicional, o hasta de la popular, aún cuando deba considerarse una versión moderna de "la casa de Adán en el paraíso"; pero moderna también en cuanto que la idea de vuelta al origen no ha tenido ninguna importancia para ella."

Fuente: http://oa.upm.es/2875/




jueves, 27 de enero de 2011

Retiro en una cabaña

Dick, Philip K.

Nació el 16 de Dic. de 1928 en Chicago, U.S.
Falleció el 2 de Marzo de 1982 en Santa Ana, California       

Vida y obras de Philip K. Dick:

Philip. K. (Kendred) Dick nació prematuramente, junto a su hermana gemela Jane, el 16 de diciembre 1928, en Chicago. Jane murió trágicamente pocas semanas después. La influencia de la muerte de Jane fue una parte dominante de la vida y obra del autor.

Sus padres se divorciaron en 1932 y se quedó con su madre, con la que se trasladó a Washington. De muy joven comenzó a leer y escribir ciencia ficción y en su adolescencia publicó regularmente historias cortas en el Club de Autores Jóvenes, una columna del Berkeley Gazette. Durante estos años su salud no fue buena, sufría frecuentes ataques de asma y periodos de fobia a los espacios abiertos, que también Asimov padeció, aunque en menor medida.

Su interés por la ciencia-ficción disminuyó cuando acabó sus estudios secundarios y, a los 18 años, dejó a su madre. Entre tanto, continuó en contacto con la comunidad intelectual de Berkeley mientras trabajaba como dependiente. Durante este periodo sus gustos literarios se hicieron más exquisitos. En 1948, con solo veinte años, contrajo el que fue el primero de un total de cinco matrimonios.

Después de vender varios relatos a las más importantes revistas pulp de ciencia-ficción de aquella época, tomó en 1951 la decisión de dedicarse al oficio de escritor a tiempo completo. En 1952 su primer cuento apareció en Planet Stories, uno de los más famosos pulps, publicaciones populares bautizadas así por la calidad inferior del papel (pulpa), en una época en que éstos ya declinaban para dar paso a revistas con un estilo de ciencia ficción más sofisticado como Galaxy y Fantasy and Science Fiction. En éstas publicó más de dos docenas de cuentos en tres años, y se las arregló para incluir en ellos, a pesar de las presiones editoriales, muchas de sus obsesiones personales, como los mundos psíquicos o paralelos, los androides, las deidades malévolas y los seres extraterrestres absurdos.

Escribió varias novelas de ciencia-ficción durante la década de los 50, pero con todo, sus intentos por publicar novelas de no ficción fue un rotundo fracaso. Su primer éxito fue la novela Lotería Solar, en 1954, iniciando así una muy prolífica carrera como escritor de ciencia-ficción. El punto álgido fue la concesión del premio Hugo por la novela El hombre en el castillo, en 1962, novela en la que se puede apreciar en su total magnitud la profunda dimensión humana que caracterizará la obra de Dick, quien comienza a interiorizarse de manera creciente en los problemas filosóficos que plantea la temática de la ciencia ficción, tratados desde las más diversas perspectivas. Otras obras como Tiempo de Marte, y Los tres estigmas de Palmer Eldricht (1964, The three stigmata of Palmer Eldritch), fueron escritas durante aquel periodo.

Retirado en una cabaña alquilada al sheriff local para alejarse de sus conflictos domésticos, escribió once novelas entre 1963 y 1964. Establecido en San Francisco en 1964, empezaron sus experimentos con las drogas, en concreto el LSD, iniciado por escritores como Jack Newkon y Ray Nelson. Como otros muchos durante los sesenta, experimentó con muchas drogas, pero lo que más le afectó a todos los niveles fue su adicción a las anfetaminas. Un excelente libro basado en el estilo de vida de los yonkis, es su novela Una mirada a la oscuridad. La adicción le produjo serios problemas durante los 60, incluyendo el divorció de Nancy Hackett su cuarta esposa. Dick, que siempre fue un prolífico escritor, no volvió a producir nada hasta 1973.

Después de una tentativa de suicidio y una corta estancia en un centro de rehabilitación, volvió a reencontrarse a si mismo. Es un lugar común el decir que Philip K. Dick era esquizofrénico, entre otras cosas, porque el lo reconoció en Una mirada a la oscuridad en particular y en otras muchas ocasiones.

Su literatura parece en ocasiones escrita por un paranoico y sus angustiosos entornos, como en Ubik y en Fluyan mis lágrimas, dijo el policía, parecen visiones esquizoides puras, aunque probablemente tengan mas que ver con el uso de alucinógenos que con la enfermedad mental. Una de sus mayores virtudes es que produjo ciencia ficción seria y, sobre todo asequible, para el gran público. Fue un escritor consistente y brillante, y de los más originales del género. Curiosamente, es un autor mucho más apreciado en Europa que en los propios Estados Unidos, habiendo países, donde es el escritor de ciencia-ficción por excelencia, en detrimento de otros ilustres como Asimov, Clarke o Bradbury.En cualquier caso Dick es un autor controvertido, siendo sorprendente para algunos críticos que, habiéndose especializado en la irracionalidad, en el seno de una literatura tan básicamente apartada de ella como es la ciencia-ficción, haya tenido un reconocimiento tan profundo, que por otro lado le llegó a título póstumo, puesto que en vida sólo recibió el Hugo por El hombre en el castillo y el John Campbell Memorial por Fluyan mis lágrimas, dijo el policía (1974).

En novelas como ¿Sueñan Los Androides con Ovejas Eléctricas? (1968), el escritor no deja de señalar la crueldad de un creador que induce a sus criaturas a tener apetitos y aspiraciones imposibles de satisfacer. Con una prosa escasamente pulida y una fértil imaginación, ha conjurado algunos de los universos más vívidos y extraños de la ciencia ficción contemporánea, sin dejar por ello de estar comprometido con la psicología de sus personajes, en su mayoría antihéroes que deben luchar, como todos nosotros y desde su esencial fragilidad, contra los impredecibles designios de un plan universal que nunca se les termina de revelar.

Murió en 1982, de un fallo cardiaco, a la edad de 53 años, dejando un libro inacabado y, sin duda, muchas ideas sin desarrollar. Tampoco llegó a ver el estreno de la primera adaptación de su obra al cine; Blade Runner, basada en su novela ¿Sueñan Los Androides con Ovejas Eléctricas?.

Desde su muerte se ha acrecentado notablemente el interés académico y del público en general por su obra, y en 1983 se instituyeron la Philip K. Dick Society y el premio Philip K. Dick Memorial a la mejor novela original editada en edición de bolsillo. Dos años más tarde, se le otorgó el premio Gigamesh, por su novela La transmigración de Timothy Archer (1982).

Cabañas y pensamiento

Arquitectos y filósofos

Por Luis Fernández-Galiano, arquitecto (EL PAÍS, 13/07/07):


Construimos con ideas. El boom inmobiliario es una burbuja de cemento y codicia, pero la arquitectura se levanta sobre el pensamiento. La reciente desaparición de Richard Rorty, que en la última década había reemplazado a Derrida y Deleuze en la devoción de los arquitectos, recuerda los lazos que anudan o enredan filosofía y construcción.

Dick Rorty, como le llamaban haciendo honor a su populismo norteamericano, se había alimentado del pragmatismo de Charles Peirce, William James y John Dewey para proponer una irónica utopía, burguesa y liberal, materializada en el territorio por la amabilidad trivial del nuevo urbanismo, un movimiento que reconcilia la libertad de elección democrática con el sentimiento comunitario mediante ciudades jardín previsibles y plácidas. Para el filósofo, como subrayaba en un debate con arquitectos celebrado en 2000 en el MoMA neoyorquino, “la modernidad es una continuación del Romanticismo”, mientras su defensa postmoderna del pluralismo estaba en sintonía con una visión contingente del mundo, y con un relativismo resignado que no le hacía buscar certezas más allá de los acuerdos provisionales generados por una malla solidaria de conversaciones.

Muchos hallaron en este neopragmatismo complaciente una licencia para asumir sin reparos la construcción comercial y el consumismo inmobiliario que suministra comunidades llave en mano, reduciendo lo que con Gianni Vattimo se haría pensamiento débil a poco más que el espíritu práctico y el oportunismo escéptico de una arquitectura débil, liberada tanto de los dogmas modernos como del pesimismo nihilista de la postmodernidad a la francesa, que durante el último cuarto del siglo XX protagonizó el debate teórico del proyecto. Michel Foucault, primero, con su obsesión por los espacios panópticos de vigilancia y castigo, entró en resonancia con el historiador Manfredo Tafuri y el arquitecto Aldo Rossi para producir una paradójica cosecha de edificios inspirados por la geometría elemental del iluminismo; Jacques Derrida, después, en diálogo con Bernard Tschumi y Peter Eisenman, hizo temblar las bases tectónicas de la arquitectura con un cúmulo de interpretaciones fracturadas o catastróficas de la deconstrucción filosófica; Gilles Deleuze, por último, transcrito casi literalmente en sus pliegues teóricos por oficinas como la de Rem Koolhaas, colonizó el paisaje construido con una proliferación de torsiones y alabeos.

Todas estas influencias tenían en común su enfrentamiento con la modernidad canónica -sólo viejos frankfurtianos como Jürgen Habermas seguían clamando en el desierto por “el proyecto inacabado de la modernidad”-, y todos los caminos conducían, tras más o menos revueltas, al mismo origen: Martin Heidegger, un filósofo que manifestó su resistencia a la modernización adhiriéndose a la arcadia intemporal y ominosa del nacionalsocialismo, y que al tiempo expresó su defensa arcaica del lugar emocional frente al espacio mensurable mediante un ensayo mítico, Construir, habitar, pensar, y un gesto biográfico arquitectónico, la famosa cabaña en la Selva Negra donde redactó buena parte de su obra. Levantada en 1922 por carpinteros locales supervisados por Elfride, la esposa del filósofo, usada regularmente por él hasta su desaparición en 1976, y, según algunos, escenario también de sus citas clandestinas con Hannah Arendt, die Hütte de Todtnauberg fue protagonista de un célebre poema escrito por Paul Celan después de su visita en 1967, y ha sido recientemente objeto de una minuciosa monografía redactada por el arquitecto Adam Sharr que muestra el papel de esta construcción primordial en la trayectoria de Heidegger.

De Goethe a Thoreau, la cabaña como refugio del pensamiento libre fue un lugar común del encuentro entre la construcción y las ideas, y arquitectos como Le Corbusier con su lacónico cabanon en la costa mediterránea persiguieron las verdades fundamentales en la comunión con la naturaleza y el despojamiento de todo lo accesorio. Pero en el caso de Heidegger, la cópula entre habitación elemental y pensamiento esencial alcanza tal grado de radicalidad exigente que hasta su aceptación dócil del teléfono o la electricidad llega a percibirse como una claudicación intelectual y vital. Su impacto en el mundo del proyecto, a través de historiadores como Christian Norberg-Schulz o Kenneth Frampton y arquitectos como Christopher Alexander o Peter Zumthor, indujo el retorno a los orígenes antropológicos de la construcción, tras el tránsito por el desierto mecánico de la modernidad y la excitación tumultuosa de la metrópoli, los temas y paisajes caros a Georg Simmel o Walter Benjamin que Heidegger rechazó con la misma pulsión hacia lo primario que le había conducido a los presocráticos.

El otro gran protagonista del siglo XX filosófico, Ludwig Wittgenstein -nacido como Heidegger en 1889-, tenía también una cabaña, que se hizo construir en 1913 junto al fiordo de Sogne, en Noruega, y que ocupó durante numerosas temporadas hasta pocos meses antes de su muerte en 1951. Allí se refugiaba para escribir, leer a Ibsen y disfrutar de la naturaleza con sus sucesivos compañeros sentimentales, pero su residencia primera seguía estando en Cambridge, en contacto con el fermento intelectual de la universidad, lo mismo que el autor de El ser y el tiempo pasó la mayor parte de su vida en una casa urbana de Friburgo, sede de la universidad a la que estuvo largamente vinculado y de la que fue rector durante un año bajo el régimen nazi. La cabaña noruega no fue, sin embargo, para Wittgenstein, a diferencia de Heidegger, metáfora construida de su pensamiento, y la vinculación del filósofo con la arquitectura hay que buscarla más bien en la singular casa que diseñó en Viena para su hermana Margarethe -la misma que retrató Klimt-, una pieza depuradamente racionalista que construyó entre 1926 y 1928 con su amigo Paul Engelmann, un arquitecto de convicciones sionistas e inquietudes intelectuales que había colaborado también con Karl Kraus en la revista Die Fackel.

La casa, que pasaría por diversas vicisitudes tras el traslado de Margarethe a Estados Unidos huyendo del Anschluss hitleriano de 1938 -aunque educados como católicos, los Wittgenstein tenían orígenes judíos-, muestra el estilo silencioso y escueto de Adolf Loos, profesor de Engelmann e introductor de éste en la familia del filósofo. Realizada por Wittgenstein tras el trauma de su participación en la I Guerra Mundial, la muerte de su amigo íntimo David Pinsent -al que está dedicado el Tractatus-, la donación de su fortuna a sus hermanos y sus seis años de vida como maestro rural, la exactitud ascética de la vivienda transmite una vívida impresión de veracidad vital, y resulta un ejemplo polémicamente opuesto a la exuberancia pluralista del consumo formal contemporáneo.

Wittgenstein, que al parecer no tenía mala opinión de James o Dewey, se hubiera sentido probablemente descorazonado ante las arquitecturas preconizadas por el actual neopragmatismo, y sin duda habría manifestado simpatía por la conclusión demoledora expresada por Engelmann desde su nueva patria en Israel. “Tuve los mejores maestros de mi generación, y de todos aprendí algo: de Kraus, a no escribir; de Wittgenstein, a no hablar; de Loos, a no construir”.

http://www.almendron.com/tribuna/16367/arquitectos-y-filosofos/






http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=iW7ZwPiCUPI

lunes, 24 de enero de 2011

El silencio de la cabaña

  
















  El árbol junto a la casa de
María Luisa en Zirahuén,
México, llamado "Esteban" en
algunas de sus obras literarias



María Luisa Puga
Carlos Rojas Urrutia

Maria Luisa Puga (Ciudad de México, 1944 – 2004) vivió la mayor parte de sus 60 años con la sensación de ser fuereña, de habitar sin pertenecer en distintos lugares del mundo. Nunca viajó sola. La acompañaban sus diarios, incontables cuadernos donde vaciaba su escritura para así explicarse el mundo.

Escribió en ellos con intensidad y disciplina, sin pretextos para interrumpir su oficio o posponer el momento de la creación. Su rutina, que mantuvo aún con enfermedades, desvelos o dolor, consistió en levantarse todos los días, sin tregua de días festivos ni fines de semana, a las 4 de la madrugada (“la hora donde no hay nada que perturbe el acto de escribir”) a llenar algunas cuartillas con sus reflexiones.

Recorrió ciudades europeas, africanas y mexicanas. Al final, se instaló en una cabaña en medio del bosque a orillas del lago michoacano de Zirahuén. Ahí, frente a “Esteban”, el inmenso árbol que se veía desde la ventana de su estudio, compartió sus circunstancias, su forma de entender el silencio, su percepción de la realidad social y de los sentimientos humanos, que quedaron plasmados en el último tercio de su obra literaria.

... A propuesta de Isaac Levín, abandonó la Ciudad de México y cambió el ruido urbano por el silencio del bosque. Partió a una cabaña construida por su pareja frente al lago michoacano de Zirahuén. Levín, construyó además, una pequeña tlapalería para solventar los gastos corrientes. El motivo que la decidió a abandonar la vida urbana: “Lo hice por amor. Lo digo en voz baja porque hay quienes creen que es un argumento poco serio”.

Desde su cabaña, ubicada a un kilómetro y medio de Erongarícuaro, siguió con su disciplina de trabajo: escribir por las madrugadas, transcribir por las noches. Poco a poco, se adaptó al silencio del bosque. Al principio, engañó a la soledad colocando numerosos espejos en su estudio de trabajo, para combatir el silencio con el reflejo de su imagen. Luego fue sustituyendo poco a poco los espejos por las imágenes internas.

“Durante la escritura, pero sobre todo en el momento de comenzarla, hay una angustia, algo que hace sufrir, pero así como tiene la escritura malos momentos, tiene otros fantásticos. Los mejores son cuando a uno se le olvida que está escribiendo; estás escribiendo pero ya no eres tú, ya no es tu mano, tu computadora, tu pluma, sino la historia se está contando a través de ti, y esos son los momentos maravillosos. Y hay otros de mucho esfuerzo, muy pedregosos, muy dificultosos…pero todos hay que vivirlos.”

En 1987 publicó desde su cabaña La forma del silencio, donde hace un juego de paralelismos entre los personajes (una niña citadina y un par de viejos rurales) los escenarios (Acapulco y el Distrito Federal) y las culturas (la mexicana y la estadounidense). Además, al tiempo que narra la historia, analiza lo que se desarrolla mientras la vida transcurre, lo que surge en el acto justo que propicia la escritura.

Sobre esta novela, María Luisa Puga explicaba: “Cuando decidí, hace treinta y tres años, que iba a ser escritora, era ésta la novela que quería escribir. No la hice antes porque le tenía miedo; había cosas que quería olvidar y que son las que me empujaron a irme de México a los 24 y permanecer fuera durante diez años”.

En su libro, Puga expone la importancia del silencio como eje central de la sociedad actual, en perpetua crisis: “Se desestructuran las cosas: la pareja, la familia, la sociedad, el país. Se viene abajo todo en un torrente de palabras inútiles, cada vez más especializadas; más secas e incomprensibles, más ajenas al sentir humano. En los años 40 la guerra sacudió al mundo. En los 50 el plástico lo llenó de esperanza. En los 60 fue el amor. En los 70 la muerte hizo nuevamente su aparición. Y en los 80 la crisis. Las palabras suenan a ya dichas, ya probadas, ya fallidas. El ser humano sigue igual de vulnerable que siempre”.

Sobre La forma del silencio, Silvia Molina escribió : “Desde la orilla del lago de Zirahuen, María Luisa nos cuenta una forma de silencio, que también es una forma de decirse las cosas, de atrapar a las ciudades y las personas. Su libro, es una forma de juego que nos acerca a la crisis del país.”

Alejada de los centros culturales del país y de su actividad, María Luisa Puga se rodeó de literatura. Su tiempo lo repartía en su pareja, sus perros de nombres sugerentes (“Coma”, “Punto”, “Novela”, “Cuento”), sus cuadernos de apuntes, y los talleres literarios que impartía a los niños y adolescentes en la escuela del pueblo.

“Me fui a vivir a Zirahuén porque quería organizar mi propia austeridad, vivir en una pobreza voluntaria y controlada que me permitiera ver el proceso de crisis del país. He logrado encontrar una manera de sostenerme y luchar porque la gente desarrolle un espíritu más crítico para analizar la crisis. Lo que escogí fue el espacio para escribir, no para ser escritora con éxito. Me estorbaría el ser excesivamente conocida, en el sentido de que dejaría de oír mi escritura y empezaría a oír mi imagen.”

En su búsqueda por encontrar distintos puntos de vista para narrar historias, Puga escribió sobre las circunstancias de su vida y del mundo que la rodeaba, adentrándose en la mente y preocupaciones de distintos personajes.

http://www.literatura.inba.gob.mx/literaturainba/escritores/escritores_more.php?id=5890_0_15_0_M
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Puga_Zirahuen_tree.jpg

La cabaña de Dan Brown


 
El escritor estadounidense (Efe).

Dan Brown

Brown es el mayor de dos hermanos. Su madre es una profesional de la música y tocaba el órgano en una iglesia. Su padre Richard G. Brown enseñaba matemática superior en la Academia Phillips de Exeter.

Dan Brown se graduó en la Universidad de Amherst y la Academia Phillips de Exeter, donde dedicó su tiempo como profesor de inglés antes de entregarse por completo a escribir novelas.

Símbolo Perdido de Dan Brown

....El símbolo perdido se gestó en una cabaña adyacente a la residencia de Brown en Exeter, a donde el escritor se desplaza después de desayunar. "Me despierto a las 4.00 de la madrugada (...) Me preparo un batido con fresas, frambuesas, plátanos, proteína en polvo y yogur e inmediatamente después voy a una cabaña fuera de mi vivienda en la que hay una estufa, un escritorio y una nevera", indicó el autor. La cabaña no tiene acceso a internet, ni teléfono, y está "herméticamente aislada". En los "días buenos" trabaja hasta el mediodía y después va al gimnasio, juega al golf o al tenis. Para él, esta es una vida "bastante normal", aunque entre sus rituales está también el de colgarse boca abajo de las piernas, algo que le ayuda a ver el mundo de forma "diferente"....

http://compartiresgratis.net/ebooks/47790-el-simbolo-perdido-dan-brown-_-completo-imagenes-y-capitulos.html
http://www.vanitatis.com/noticias/brown-20091030.html

Un escritor judio fuera de lo común

Urke Najálnik

... Urke Najálnik se llamaba, en realidad, Itzjok Farberovich. Había nacido en 1897 en un pequeño poblado polaco, cerca de Lomye. En la casa de su padre, un comerciante de buena posición, recibió la educación judía tradicional. En 1910 fallece su madre. Pero cuando tenía 15 años (1912), robó en su propio hogar y huyó a la ciudad de Vilna. Allí, cada vez más, el mundo del hampa lo atrapa y debe cumplir condenas en diferentes cárceles de Polonia (Desde 1927, a los 30 años de edad, en la prisión de Ravich, cerca de la frontera alemana, por un intento de robo al Banco Nacional de Varsovia). La condena era a 8 años...

... Sus escritos ven la luz:

Cuando las obras de Urke Najálnik aparecieron en las librerías, causaron gran impresión y fueron comentadas en diarios y revistas. Centenares de lectores aguardaban la aparición del cotidiano “Háint” (Hoy), de Varsovia, que publicaba los relatos por entregas. El nombre de Urke Najálnik estaba en boca de todos.
En Riga, la capital de Letonia, el primer libro publicado se tradujo al ruso y tuvo mucho éxito.
Mucha gente de prensa quiso entrevistar a Urke. Él le respondió sólo a un periodista y, en pocas palabras, le dijo que: “Un escritor no debía hablar, sino escribir”.
Urke vivía en una cabaña de madera, en las afueras de la ciudad, cerca del bosque. Allí completó su novela “Muertos en vida”, comenzada en prisión. La casa editorial la publicó de inmediato y cosechó grandes elogios. Nuevamente, la prensa destacó el hecho de que un ladrón se distinguiera por su talento literario. Pero sus colegas, los literatos judíos lituanos, no se ocupaban demasiado de él.

Fuente:
http://www.delacole.com/cgi-perl/medios/vernota.cgi?medio=comunidades&numero=400&nota=400-17

La cabaña del monte



Fredric Brown nació en Cincinnatti, en 1906. Autor de relatos policiacos y de misterio, tras finalizar la Segunda Guerra Mundial y producirse el gran boom de la ciencia- ficción norteamericana, pagó su tributo al género. En septiembre de 1948, la revista "Starthing Stories" publica su novela "What mad universe?" que posteriormente, y en forma de libro, editaron Button y Bantam. A partir de entonces hace diversas incursiones al mundo de la ciencia- ficción, escribiendo obras entre las que se encuentran "The lights in the sky are stars", "Science Fiction Carnival", "Space on my hands"... y "The Mind Thing" ("El Ser Mente"). Fredric Brown murió en Tucsa, Arizona, en 1972. (Fuente: Cyberdark)


MUERTE EN LA MONTAÑA
Fredric Brown

Vivía en una cabaña en las laderas de una montaña. A menudo ascendía a la cumbre y miraba hacia el valle. Sus sandalias rojas parecían gotas de sangre sobre la nieve del pináculo.
En el valle, la gente vivía y moría. Él las miraba.
Veía las nubes que, a la deriva, pasaban sobre la cima. Las nubes adquirían formas extrañas. A veces eran naves, castillos o caballos, Más a menudo eran cosas extrañas nunca vistas por nadie, excepto por él en sus sueños. Y, sin embargo, las reconocía en la formas de las errantes nubes.
De pie en la puerta de su cabaña, siempre miraba brotar el sol entre el rocío de la mañana. En el valle le decían que el sol no se elevaba, sino que la tierra era redonda como una naranja y giraba de tal modo que, cada mañana, el ardiente sol semejaba saltar hacia el cielo.
Él les preguntaba por qué giraba la tierra, por qué el sol quemaba y por qué no caían al vacío cuando la Tierra los ponía cabeza abajo. Le dijeron que era así ahora, porque así había sido ayer y el día de anteayer, y porque las cosas nunca cambiaban.
Por la noche miraba las estrellas y las luces del valle. Al toque de queda, las luces se desvanecían, pero las estrellas continuaban brillando. Estaban demasiado lejos para escuchar la campana.
Él contaba el tiempo transcurrido por medio de las estrellas y los tres días de sus progresos; para él, tres días hacían una semana. Para las gentes del valle, siete días eran una semana. Nunca soñaron con la tierra de Saarba, donde el agua fluye contra la corriente, donde las hojas de los árboles se encienden con una brillante flama azul y no se consumen, y dónde tres días hacen una semana.
Una vez al año bajaba al valle. Hablaba con la gente, y algunas veces soñaba por ellos. Lo llamaban profeta, pero los chicos le arrojaban trozos de madera. No le gustaban los niños, porque en sus rostros podía ver escrito el mal que vivirían.
Había transcurrido ya un año desde la última visita al valle; entonces abandonó su choza y descendió de la montaña. Fue al mercado y habló a la gente, pero nadie le respondía o le miraba. Les gritó, pero no se dieron por aludidos.
Extendió la mano para tocar el hombro de una mujer y llamar su atención, pero la mano pasó a través del hombro y ella continuó caminando. Entonces se dio cuenta de que había muerto en el transcurso de ese año.
Volvió a la montaña. Al lado del sendero vio una cosa que yacía donde él había caído una vez, para levantarse y continuar su camino. Se volvió al llegar al umbral de su cabaña y vio a la gente del valle transportando aquella cosa. Cavaron una fosa en la tierra y enterraron lo que llevaban.
Pasaron los días.
Desde el umbral de su cabaña miró las nubes errando por las montañas. Las nubes adoptaban formas extrañas. A veces eran pájaros, espadas o elefantes. Con frecuencia eran cosas que sólo veía él. Sólo con verlas en la tierra de Saarba, donde el pan está hecho de polvo de estrellas, donde dieciséis libras hacen una onza y donde los relojes corren hacia atrás después de que oscurece.
Dos mujeres escalaron la montaña, entraron a la choza y miraron a su alrededor.
- No hay nada aquí - comentó la más vieja de las mujeres -. Ni siquiera sus sandalias.
- Regresa - le aconsejó la mujer joven -. Se hace tarde. Ven mañana, yo las encontraré.
- ¿No tendrás miedo?
- El pastor cuida de sus ovejas - aseveró la joven.
La más vieja recorrió de vuelta el camino hacia el valle. Lo oscuridad descendió y la joven encendió una vela. Parecía temer a la oscuridad.
Él la miró, pero ella no lo veía. Sus cabellos eran negros como la noche, y sus ojos grandes y lustrosos, pero sus tobillos resultaban demasiado gruesos.
Se quitó sus ropas y se tendió en la cama. En sueños se agitó con inquietud y las mantas cayeron al suelo. La vela todavía ardía sobre la mesa.
La luz de la llama se derramaba sobre un pequeño crucifijo negro que yacía en la blanco oquedad de sus senos, levantándose y descendiendo con su respiración.
Él escuchó la campana del toque de queda y supo que llegaba la hora de ir a la cima de la montaña, porque aquella era la tercera noche.
Una tempestad descendió sobre la montaña. El viento aulló alrededor de la cabaña, pero la mujer no despertó. Él salió a la tormenta. El viento era cruel como nunca. la mano del miedo oprimió su corazón. Sin embargo, la estrella esperaba. El frío se hizo más intenso; la noche, Manis negra. Un manto de nieve descendió sobre la montaña, cubriendo el punto donde él cayera.
Por la mañana, la mujer encontró las sandalias rojas en el deshielo de la nieve y las llevó consigo en su regreso al valle.
- Tuve un sueño extraño - le contó la mujer más vieja -. Un hombre torcido sobre una cruz.
La joven se persignó.
- ¿El Cristo?
- No - negó la más vieja -. Gritaba acerca de Saarba y el olvido.
- No los conozco - confesó la joven -. No existen tales lugares.
- Eso gritaba - apuntó la más vieja -. Ahora lo recuerdo.
- Sueños, sólo sueños - rió la joven.
La vieja se encogió de hombros.
Las nubes adoptan extrañas formas. A veces son hileras de cisnes o árboles. Con frecuencia son cosas nunca vistas, salvo en la tierra de Saarba.
Las nubes son impersonales. Pasan rápidamente por las cúspides vacías.


FIN

(Enviado por Paul Atreides)