Rehabilitar habilitar una esperanza posibilitar un lugar un encuentro habitar un espacio un tiempo abrir los ojos a media caña respirar oler cada mañana caminar por las nubes regar los cipreses coger un puñado de arena sembrar la tierra con el viento oler oler la vida quedarse inmóvil viendo pasar las nubes... MOLER LA VIDA.
El tema central de este Blog es LA FILOSOFÍA DE LA CABAÑA y/o EL REGRESO A LA NATURALEZA o sobre la construcción de un "paradiso perduto" y encontrar un lugar en él. La experiencia de la quietud silenciosa en la contemplación y la conexión entre el corazón y la tierra. La cabaña como objeto y método de pensamiento. Una cabaña para aprender a vivir de nuevo, y como ejemplo de que otras maneras de vivir son posibles sobre la tierra.
viernes, 22 de enero de 2021
Empordà, territorio refugio de artistas
Empordà, refugio de artistas
UN ESPACIO PARA LA INSPIRACIÓN
Un territorio de frontera que fascina por el paisaje, la luz mediterránea, la tranquilidad de los pueblos y la gente
Enric Pladevall junto a una de sus esculturas gigantes en Ventalló Pere Duran / NORD MEDIA
En un claro del bosque se alza una enorme escultura de nueve metros de altura, de hierro y madera. Parece que siempre ha estado allí, como si fuese una torre de guardia, junto a los olivares centenarios, los cipreses, los pinos. Se llama Tità Amantis y es una de las 27 piezas que Enric Pladevall ha instalado en su finca de Ventalló. Es un ambicioso proyecto que viene gestando desde el año 2004, un sueño que ya empieza a ser una realidad: crear un jardín de esculturas, no más de 40, en un terreno de cinco hectáreas situado en un paraje excepcional, a cinco minutos de Sant Martí d’Empúries, en el corazón del Empordà.
“A los 16 años ya iba a Cadaqués, luego empecé a leer a Josep Pla y me ayudó a entender el paisaje y en un momento determinado decido romper el cordón umbilical que me unía a la plana de Vic y empezar de cero en este espacio único”, explica Enric Pladevall (Vic, 1951). Fue su amigo Carlos de Aguilera, que regentaba la galería Trece en Ventalló, quien le propuso comprar ese terreno. Y allí ha creado la fundación l’Olivar, ha instalado su residencia y taller y este año ha empezado un proyecto de residencia para escultores. Una beca que ha sido posible gracias a la esponsorización de la Fundació Perramon, también en Ventalló, el Private Museum de Singapur y la Fundació Banc de Sabadell. Los ganadores fueron dos performers, la puertoriqueña Marina Barsy y el catalán Isil Sol y quedaron finalistas Alejandro Chollet, de México, Nandita Makand, de Singapur, y la catalana Mar Serinyà.
Pladevall viene de exponer en Sudáfrica, creó una impresionante obra, el Androgyne Planet, para un parque olímpico en Atlanta, es autor de un proyecto virtual para un parque oceánico en Sidney, tiene obra en Corea... no es precisamente un artista que viva aislado. Su reto es poder completar ese jardín que evoca el de Chillida-Leku y en el que la obra humana y la naturaleza se fusionan en perfecta armonía.
Enric Tubert, crítico de arte y comisario de exposiciones, afirma que el gran atractivo del Empordà es su atmósfera, muy ligada a la tramontana. “Aquí hay una luz que seduce a los artistas. Y luego hay otros elementos claves como la proximidad a la frontera, el equilibro entre mar y montaña, las buenas comunicaciones y la posibilidad de encontrar espacios adecuados en casas antiguas para instalar los talleres”. Eso explica probablemente que haya más artistas en el Alt Empordà que en el Baix, por razones de precio. “Y otro punto a tener en cuenta es que la gente es abierta, está preparada para los cambios, el artista se siente cómodo, no lo ven como un bicho raro”. Pero también advierte de que no es fácil vivir en el mundo rural, especialmente en los largos inviernos, cuando cierran las galerías, desaparecen los turistas y los pueblos languidecen.
Ralph Bernabei (Nueva York, 1955) es otro artista seducido por el Empordà. “Primero viajé a Bélgica, donde conocí a mi mujer Silvy Wittevrongel y en 1985 quise conocer Cadaqués. Veníamos para una semana y nos quedamos cinco años. Pero como necesitaba más tranquilidad y espacio para pintar, cogimos el coche y no paramos hasta encontrar una casa en Colera, en 1991”. Aquí tiene su casa, su taller y la galería Horizon, que dirige Silvy. “La gente me pregunta: ¿cómo puedes estar aquí en Colera tan aislado? Je, je, aquí encuentro tiempo para trabajar y luego en invierno puedo salir al mundo”. Este verano organizó en el castillo de Quermançó un acto para rememorar los 70 años de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, colgando una tela de catorce metros con dibujos de caligrafía oriental. Y ha expuesto en su galería 25 trabajos pictóricos a partir de una foto de Christopher Muller sobre la montaña Niesen de los Alpes suizos. “Estuve allí y me impresionó aquella montaña y sus tonos oscuros. Al volver aquí empecé a pintar sobre esa fotografía, investigué sobre las formas y los colores, hasta que la montaña desapareció. Fue un proceso de búsqueda del silencio y la paz”. Ahora espera llevar la exposición a Suiza, Alemania y quizás a Estados Unidos. Y está pensando ya en cómo celebrar el próximo verano los 25 años de su galería.
Un caso más radical es el de Fernando Lerín (Barcelona, 1929). Ha alternado durante años entre París y la Vall de Santa Creu, un puñado de casas en la ladera de Sant Pere de Roses, que forman parte del Port de la Selva. Hace cuatro años se separó de su mujer y desde entonces vive sólo aquí con su perro. “He trasladado toda mi obra, creo que tengo más de 500 telas”. Vivir aquí es resistir, especialmente en invierno donde apenas quedan cuatro vecinos. A a sus 86 años, Lerín no para de pintar. “He encontrado una expresión muy individual, abstracta, dominada por el horizonte, busco los espacios y al mismo tiempo el vacío, no quiero que se vean líneas, ni materia, ni cambios de colores, busco un mundo que no existe”. Lejos quedan los años juveniles en París y el nuagisme, las estancias en Madrid y Nueva York, en Cadaqués “donde pasé tres años de borrachera con Marc Aleu y Puigmartí”. No tiene móvil, ni ordenador y no usa internet. “Mi intención sería crear una fundación y que si se vendiese algo fuese para ayudar a la gente. Si no te interesa el dinero tienes mucha libertad. Si estás demasiado bien en un lugar no tienes ganas de trabajar. ¿Por qué el Empordà? Una casualidad, el artista necesita un lugar par vivir, y lo importante es que aquí he hallado una tranquilidad y un ambiente abierto. No me he relacionado con otros artistas, excepto con Evarist Vallès. Y eso que dicen del paisaje, del cielo, es mitología. Yo busco el paisaje interior”. Vivir para pintar fue el título de su última retrospectiva en Madrid en el 2002.
La lista de artistas recogidos en el Empordà es extensa. Pero sin duda Cadaqués tiene un magnetismo especial. Por el Cap de Creus, por un aislamiento histórico que ha permitido conservar desde el lenguaje salat hasta su paisaje, por Dalí, naturalmente. Un registro de artistas permitiría identificar a más de medio centenar. Todos se sienten absortos por la magia de Cadaqués “excepto en los meses turísticos de julio y agosto”. Uno de los más veteranos es Gustau Carbó Berthold (Barcelona, 1941) que se instaló aquí en el invierno de 1979 “para alejarme de la gran ciudad”. Desde el 2001 tiene la galería Marges U con su mujer Nobuko Kihira. Otro referente es el japonés Shigeyoshi Koyama (Osaka, 1940), que ha hecho universales las “montañas grises” de Cadaqués. Y otro artista que lleva ya más de un cuarto de siglo aquí es Ramon Moscardó (Barcelona, 1953): “La luz, el paisaje y la gente son mi fuente de inspiración”, asegura.
“El ideal de una vida libre”
La larga nómina de pintores que cambiaron la ciudad por el país de Josep Pla
En 1994 se presentó en Barcelona la exposición Empordà. Terra d’artistes que reflejaba la tradición pictórica de esta comarca desde finales del XIX. Y este ha sido el título de un dossier de la revista cultural Alberes publicado este verano. Pero el Empordà no sólo es cuna de artistas sino que también los acoge. La lista es extensa, pero he ahí algunos nombres remarcables, sin que el orden indique prioridad:
Nobuko Kihira (Nagoya, Japón, 1960) tras estudiar Bellas Artes en Japón viajó por Europa y Estados Unidos hasta que se afincó en Barcelona. En 1992 gana el Mini Print de grabado de la galería Fort y conoce a Joaquim Carbó Berthold con el que se queda a vivir en Cadaqués.
Mauricio Sbarbaro (Montevideo, 1960) llegó a Cadaqués a través de otro uruguayo, Ignacio Iturria, que ha dejado una galería a su nombre. Y luego han venido José Luis Scaffo (Montevideo, 1972) y Joaquín Lalanne (Buenos Aires, 1989). El censo de artistas en Cadaqués varía cada año pero algunos han echado raices como Daniel Zerbst (Braunschweig, Alemania, 1974), Pere Bellés (Terrassa, 1965), Javi Aznárez (que con Ilich Roimeser y su compañera francesa Elodie Loiseleur han creado el Taller de Tabakov), Roberto Vilallonga (Girona, 1963) o Nuria Duran (Barcelona, 1971).
En el Baix Empordà, La Bisbal ejerce de capital artística. Hace dos años abrió Espai Tònic, un espacio para la experimentación, gestionado por los grafistas Olga Solà y Oriol Terrats y el escultor Guillermo Basagoiti (Madrid, 1944). Y aquí están Beat Keller (Suiza, 1953), que comparte estudio con Mariana Fresneda, el pintor y escultor Javier Garcés y Alvaro Soler Arpa, un escultor que trabaja sobre esqueletos de animales.
Josep Niebla (Tetuán, 1945) se instala en Catalunya en 1962. Más de 190 exposiciones en 13 países. Ha creado un fundación en Casavells, donde vive. En esa población está también la galería de Miquel Alzueta, que ocupa el antiguo taller de Manolo Ballesteros.
En Madremanya vive desde 1987 Denys Blacker (Londres, 1961). Graduada en Chelsea tras estudiar escultura siete años, pronto empezó a interactuar con su cuerpo y es una de las performers más conocidas. Ha actuado también en el festival de la Muga Caula, invitada por Joan Casellas (Teià, 1960), que reside en les Escaules.
José Luis Pascual (Barcelona, 1947) estudió arquitectura pero fue un autodidacta del dibujo, la pintura y la escultura. Ha vivido en Ibiza, en Centelles y desde 1994 en Saus-Camallera donde tiene su estudio y una galería de arte KM7 donde realiza distintas actividades culturales. En esa misma población está Laurent Martin (Francia, 1955) y casi al lado Luis Krauel, en Gaüses.
Jordi Rodríguez Amat (S. Coloma de Gramenet, 1944). Vivió en París y Munich y en 1994 se establece en Les Olives (Garrigoles), donde crea una fundación con su nombre.
El pintor polaco Andrzej Wisniewski (Varsovia, 1947) y la ilustradora belga Anne Velghe se establecieron hace más de quince años en Agullana a través de Claude Lambert, que trabajó en los diseños de películas de Tintín y que este verano ha expuesto en el Museu del Suro de Palafrugell. Lambert residió aquí durante un cuarto de siglo, como lo siguen haciendo Miquel Duran (Vilabertran, 1954), Federico (Ayamonte, 1950) y Víctor Pérez Porro (Barcelona, 1960).
Félez (Zaragoza, 1930). Pintor pánico. Realizó un periplo por Barcelona, París y Ceret antes de recalar en 1984 en Garriguella donde ha reafirmado su hiperrealismo. Aquí ha coincidido con François Garnier (París, 1930) y Jordi Gispert (Salt, 1947). y dos artistas locales: Patxè y Albert Pujol
Alfonso Alzamora (Barcelona, 1951) ha expuesto en Nova York, París, Londres y Ginebra. En un momento determinado sintió la necesidad de salir de Barcelona y estuvo en el Berguedà y la Garrotxa, antes de instalarse en 1979 en Ordis. Esta población ha tenido doce años como alcaldesa a la ceramista Maria Crehuet, casada con el también artista Joan Casanovas. Y en esta población vive también Carme Sanglas (Barcelona, 1953) y lo han hecho el escultor Gabriel (Badalona, 1954) –ahora en Palau de Santa Eulàlia– y Manolo Gómez (Sevilla, 1971).
Y la lista continúa con Jordi Isern (Barcelona, 1962) que reside en Sant Iscle; J.C. Roca Sans (Barcelona, 1946), en Monells; Carles Bros (Terrassa, 1956), en Llançà; Mercè Riba (Barcelona, 1952), en Llampaies; Xavier Escribà (París, 1969), en Masarac; Jordi Puig (Cerdanyola, 1963), en Lledó; Daniel Lleixà (Barcelona, 1949), en Tonyà; Pujol Boira (Barcelona, 1949), en Albons; Guerrero Medina (Jaén, 1942), en Sant Tomàs de Fluvià... Seguramente todos leyeron a Josep Pla cuando decía que en este país aún era posible “el ideal de una vida libre”.
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