Cansada de la vida de ciudad, desencantada de la necesidad de inmediatez, la artista Laura Zambrana (Zam.Rod) decidió “tomarse un año sabático” junto a su familia en una remota cabaña en el bosque en un pueblecito irlandés. Allí se redescubrió a sí misma y descubrió la Moth, la mariposa nocturna que ha sido su musa (y su alter ego) durante estos dos años.
Por Arantxa Neyra
La vida en una cabaña en el bosque
“Las prisas, el estrés crónico, el materialismo, la obsesión con la belleza, comer en
restaurantes sin parar, beber alcohol como lo más normal, estar conectado a todas horas a Whatsapp, Facebook, Youtube,
Instagram, Linkedin, Telegram,
TikTok, Snapchat, Twitter…, el email echando humo, agregadores de noticias, decenas de canales de televisión y varias plataformas de televisión de pago me hicieron querer bajarme del barco”. Así describe su punto y aparte Laura Zambrana, más conocida como Zam.Rod, una artista malagueña formada en
Milán, que decidió echar el freno y dejarse llevar para ver qué le pedía el corazón. 24 meses después ha vuelto a Málaga, más reconectada consigo misma, con su familia y con un precioso –y simbólico– porfolio bajo el brazo, con obras creadas allí, que le han hecho redescubrir su pasión (y su talento) por la
pintura figurativa, después de años dedicada a lo abstracto. Las piezas del puzzle comenzaron a encajar. Y ella está feliz de ver, ahora, la imagen completa
.
No vino de repente. Llevaba meses sintiendo la necesidad de seguir nutriéndose, de conocer gente interesante y de explorar artística y personalmente.“Meditar a diario y aplicar la técnica la ‘ley de la atracción’ me ayudaron a ‘alinear las estrellas con mi propia mano’. Dejar mi casa y mi estudio del centro de Málaga, guardar todos los muebles en un trastero, conseguir tres plazas en un colegio irlandés, encontrar una casa en una aldea de 1.000 habitantes, y lo más difícil, convencer a un marido que se estaba convirtiendo en un ‘señorito andaluz’ de salir de su zona de confort no fue sencillo”… Pero lo hizo. Y después hizo las maletas. Y se plantó en una pequeña aldea de apenas mil habitantes en lo más remoto del condado de Cork, desde donde, tanto ella como su marido, podrían seguir trabajando, puesto que son diseñadores ambos .
Una señal divina
Schull era un pueblo encantador, y la cabaña en el bosque un milagro, pero no pudo disfrutar demasiado de todas sus bondades, porque al poco de llegar, sufrió un duro revés:
el ataque de un pirata informático que de un plumazo acabo con su trabajo y su esfuerzo de una década aniquilando su cuenta de Instagram. Quizás si le hubiese sucedido en
España, esto hubiera tenido un final muy diferente, pero allí, “rodeada de naturaleza, con baños a dos grados y paseos descalza por el bosque, mucho más terapéutico que cualquier tratamiento de spa del mundo”, Laura creyó que el mundo, quizás, solo quizás, estaba tratando de decirle algo. “Mi cuenta de Instagram, @ZAMRODart y mis cuadros abstractos fueron hackeados. 10 años posteando mi evolución como artista, y mi principal canal de ventas, a la basura. Tal vez una lección del universo, porque esto ocurrió en el mes 2 de 24 que estuve en la llamada ‘isla esmeralda’. Un hacker turco me extorsionó durante cuatro meses a cambio de que le diera dinero para devolverme mi cuenta de Facebook e Instagram. Me robó y borró todo el contenido. Tras el terremoto de Turquía, el 6 de febrero de 2023, no volví a saber nada de él”.
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Crisálida irlandesa
“Una vez sanada, entre el silencio de vivir en la falda de una montaña, respirar aire puro, oler a
plantas salvajes mojadas, sentir el amor de mi familia y el apoyo de los nuestros en España, me sentí plena para empezar la torre de nuevo”, explica. “La
inspiración me salía por las orejas”.
Allí fue cuando los frutos de todo este esfuerzo y la metamorfosis empezaron a hacerse realidad.
“Estudiando la libélula a fondo para plasmarla en un cuadro abstracto XXL que estaba haciendo para una exposición, descubrí la MOTH, la mariposa nocturna, un lepidóptero que abunda en Irlanda. Quedé fascinada por sus
colores, su tamaño, las formas geométricas y la suavidad de su pelaje. Estaba en proceso creativo, por fin,
después de años, había encontrado el momento para hacer una colección en reposo, con sentido, plasmando bien mis ideas. Me quedé alucinada con su simbolismo. Era el paralelismo de lo que me estaba ocurriendo: la oruga, una vez dentro de la crisálida, desprende enzimas que descomponen su cuerpo y lo vuelven a formar. Así, se transforma en una magnífica mariposa, un símbolo de que, incluso en los momentos más difíciles, siempre existe la posibilidad de cambio y transformación”.
Desde entonces, Laura puso a un lado sus creaciones abstractas y se enfocó en las mariposas. “Compré material en la gran ciudad y pinté sin parar. Creé una nueva cuenta de Instagram, una página web con shop online, y disfruté enseñando mi
arte exponiendo en
galerías de la talla de LAVIT GALLERY en Cork”, cuenta.
Ahora, de vuelta, saca una interesante conclusión: “Yo nací con el don de dibujar. Mi pasión siempre ha sido el realismo. Mis nueve años de abstractos fueron una necesidad: desfogar por la tensión acumulada que había en casa con tres bebés y tener tiempo para ellos.
La evolución al estilo figurativo significa que he madurado, que tengo tiempo, que me he ordenado y reseteado, que me he actualizado a un programa superior. Significa
lujo, porque conlleva más tiempo realizarlo, y si lo tienes y puedes permitírtelo,
significa que te has convertido en JEFA”.
https://www.revistaad.es/articulos/una-artista-malaguena-se-va-a-vivir-a-una-cabana-en-el-bosque-de-irlanda
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