Rehabilitar habilitar una esperanza posibilitar un lugar un encuentro habitar un espacio un tiempo abrir los ojos a media caña respirar oler cada mañana caminar por las nubes regar los cipreses coger un puñado de arena sembrar la tierra con el viento oler oler la vida quedarse inmóvil viendo pasar las nubes... MOLER LA VIDA.
El tema central de este Blog es LA FILOSOFÍA DE LA CABAÑA y/o EL REGRESO A LA NATURALEZA o sobre la construcción de un "paradiso perduto" y encontrar un lugar en él. La experiencia de la quietud silenciosa en la contemplación y la conexión entre el corazón y la tierra. La cabaña como objeto y método de pensamiento. Una cabaña para aprender a vivir de nuevo, y como ejemplo de que otras maneras de vivir son posibles sobre la tierra.
Andrea Hejlskov estaba seguro de una cosa: la vida no podía continuar como estaba. Ella y su esposo se habían desilusionado con sus trabajos y las presiones de la vida urbana, sus cuatro hijos pasaban demasiado tiempo en sus habitaciones con sus computadoras y las conversaciones se habían vuelto tan esquivas como su conexión con una existencia significativa. Para Hejlskov y su familia, la vida se había vuelto demasiado complicada; No importa qué tan rápido corrieran, nunca llegaron a ninguna parte, no importa cuánto trabajaron, nunca tuvieron suficiente dinero. Enfrentados a una constante sensación de fracaso y siempre quedando atrás, los Hejlskovs optaron por correr en la otra dirección. En una búsqueda para descubrir lo que realmente cuenta, hicieron un movimiento audaz: vendieron su casa y se separaron de la mayoría de sus pertenencias.
En el año siguiente, la familia construyó una cabaña en las profundidades de Suecia y llevó a cabo un experimento: ¿podrían vivir una vida plena mientras miden su impacto en un mundo que necesita desesperadamente un cambio? Lo que estaba destinado a ser un experimento de un año se convirtió en un viaje de seis años que cambió fundamentalmente todo en sus vidas . ESCAPE TO THE WILD: EL RETORNO DE UNA FAMILIA A LA SIMPLICIDAD es la notable historia real de una familia que abandona todo para comenzar una nueva vida. ESCAPE TO THE WILD, una memoria conmovedora y una crítica apasionada de la vida moderna , es un recordatorio de que podemos elegir llevar la vida que vivimos.
Soy una escritora danesa de no ficción, y toda mi carrera ha sido una búsqueda para intentar responder a una pregunta: «¿Quién soy?».
¿Quién soy yo como madre de cuatro hijos, y qué es la maternidad? ¿Qué significa ser una unidad familiar? ¿Cómo nos reforzamos o nos limitamos los unos a los otros? ¿Quién soy yo como mujer moderna, de qué manera me definen mis ambiciones y mi trayectoria? ¿Cómo estoy vinculada con el resto del mundo? ¿Y con la Naturaleza?
Yo SOY la naturaleza
Hace 8 años, mi familia y yo abandonamos nuestra ajetreada vida moderna y huimos a los bosques de Suecia, donde nos instalamos como pioneros y construimos nuestra propia cabaña de madera. El primer año fue especialmente primitivo; vivíamos bajo una lona mientras a diario nos esforzábamos, como familia, por sobrevivir. Reconectándome con el animal salvaje que hay dentro de mí, reconectándome con la sensación de ser «tribu», algo que, para mi sorpresa, parecía haber perdido. Pero, sobre todo, para convertirme en PARTE de la Naturaleza; fue un momento decisivo en mi vida. No estoy al margen del mundo, no soy una espectadora de la Naturaleza. Yo SOY la Naturaleza. Soy un elemento de la Naturaleza. En muchos aspectos fue una experiencia reveladora que me llevó a convertirme después en activista del clima y en una periodista y columnista muy crítica sobre el cambio climático. Mi sentido político de acción e independencia surgió en medio de la naturaleza, y ahora salgo a menudo del bosque para viajar dando conferencias y charlas sobre la naturaleza, el clima y la «cultura de la autenticidad», como llamo yo a las muchas subculturas de las que ahora formamos parte. Estas subculturas implican, por ejemplo, la vuelta a la naturaleza salvaje, las tareas domésticas básicas, la permacultura, el instinto de supervivencia, las habilidades para vivir en el campo, la vuelta al movimiento de la tierra o la vida sin dinero.
En muchos sentidos, hemos tomado opciones vitales radicales, y como aún vivimos de forma primitiva en medio de la naturaleza, continuamos llevando vidas radicales, pero siento que no es solo mi derecho sino también mi obligación volver a la comunidad de la cultura, a la sociedad, y hablarle a la gente acerca de nuestra experiencia. Sé que mucha gente anhela vivir como nosotros y que a menudo piensan mucho en ello, pero no lo hacen. ¿Por qué? ¿Qué es lo que frena aquello que nuestros sentidos animales (de uno mismo) quieren que hagamos? Creo que esto es lo más interesante, y también lo más importante, sobre lo que reflexionar en nuestros tiempos modernos.
Como periodista y escritora me empeño en escribir de una forma muy honesta. Para mí esto es una rebelión contra la falsedad y lo falso de la cultura comercial moderna. Dejo abiertas mis heridas y mis dudas, no tengo soluciones mágicas para todo. Soy simplemente un ser humano que estudia lo que significa estar vivo hoy en día. Una cosa de la que estoy profundamente convencida es de que, como cultura, necesitamos encontrar otras historias sobre qué es un ser humano y lo que este puede hacer. Las historias de eficiencia, productividad y soledad nos han fallado; las historias de capitalismo, colonialismo y explotación no nos sirven ya de nada. Yo intento ofrecer nuevas historias o quizá al menos otra forma de hablar sobre las cosas. Si queremos entender la Naturaleza, cuidarla, sentir que realmente somos PARTE de la Naturaleza, necesitamos historias que puedan reconectarnos con ella de una manera fundamental. No historias bonitas. No historias maravillosas que nos quieren vender equipamiento para el campo o cursillos, sino historias REALES. ¿Qué sucede cuando una familia moderna renuncia a sus trabajos, se deshace de todas sus pertenencias y se marcha a vivir a lo más profundo de la naturaleza? Esta es la pregunta que he tratado de responder en mi libro. En cuanto a mí y la cuestión de la identidad sobre quién soy, todavía no lo sé, pero esto es lo que pienso: creo que soy alguna clase de rebelde.
Allí estaba, de pie, con varias bolsas de basura delante del contenedor. Lo estaba tirando todo, me tiraba a mí misma. Yo no era tan importante para mí misma, no desempeñaba un papel importante.
Me imaginaba envolviendo mi cuerpo sin vida en una alfombra oriental, muy cara. Lanzaba la alfombra con un movimiento suave por encima de la pared metálica del contenedor. Al caer, producía un ruido indefinible. No como las bolsas de plástico negro, que crujían. Miré hacia donde estaba mi yo, allí abajo. La figura de Andrea estaba en el contenedor, desperdigada entre viejas tuberías, cajas de cartón, cintas de casete y muebles rotos. La figura de Andrea se había roto en mil pedazos.
Fue un día nublado en el campo.
Me puse de puntillas y miré hacia abajo, hacia el abismo.
¿Y si en este nuevo año nos vamos a vivir a una cabaña en lo más profundo del bosque? Yo siempre soñé con vivir en una casa así. De niño hice varios intentos de construir viviendas en lo alto de los árboles con discretos resultados. ¿Quién no ha soñado alguna vez con algo parecido? El libro ‘Nuestra casa en el bosque’, editado por Volcano, aborda el asunto: tener una vida sencilla, vivir en plena naturaleza como si fuéramos colonos.
Andrea Hejlskov lo soñó y tuvo los arrestos necesarios para hacerlo. Ella, su marido y sus cuatro hijos, uno apenas un bebé. Lo vendieron todo para seguir ese sueño. Quemaron sus naves y con apenas lo puesto se internaron en un mundo forestal totalmente desconocido. Eran de Dinamarca y se fueron a los bosques de Suecia, eran oficinistas y quisieron ser autosuficientes, vivir de lo que da el campo, escapar del mundo consumista, luchar por reaprender tareas esenciales como cortar leña, encender fuego, lavar ropa en el río o construir su propia cabaña con troncos de los árboles. Una idea preciosa. Hermosa. Pero como era de esperar, más idílica que realista.
(Volcano Libros, 2018) narra la descabellada decisión de toda una familia por comenzar una nueva vida, más auténtica, más austera, en lo más profundo de un aislado, inmenso y desconocido bosque escandinavo. Una honesta narración en primera persona de la bloguera y activista medioambiental Hejlskov, quien en este libro autobiográfico confiesa todas sus insatisfacciones previas pero también reconoce sus posteriores errores y miedos en ese nuevo entorno tan hostil, además de sus logros, que no son pocos.
Temperaturas de hasta menos 30 grados centígrados. Mucha nieve, pero igualmente lluvias torrenciales durante semanas. Toda la dureza y ninguna comodidad. Cuando una ducha de agua caliente se convierte en un lujo inalcanzable pero el nacimiento de la primera lechuga de la huerta es un intensísimo rayo verde de esperanza. Andrea terminará por no reconocer sus antiguas manos de oficinista, ahora sucias y duras, de currante real. Pero logrará establecer una estrecha conexión con el campo y consigo misma inimaginable, gozosa.
Uno busca en este libro un relato épico, la perfección de vivir en plena naturaleza, una vida auténtica desconectada de la moderna sociedad de consumo donde todo transcurre plácidamente, recoges flores, comes deliciosas bayas del bosque, haces mermeladas y pasas las horas relajado frente al calor de la chimenea leyendo un libro. Pero las cosas no son como el lector se las imagina ni Hejlskov y su familia se las esperaban. Ni mucho menos. Más bien ocurre lo contrario. Los pobres se pasan el día currando, algo que era habitual en el mundo rural de antaño y que hogaño hemos olvidado.
Machismo rural
Lo más sorprendente, hasta la indignación, es comprobar cómo desde el minuto uno, en esa nueva vida y en ese nuevo ambiente feliz donde el mundo se reduce a una familia de seis miembros aparecen los roles de género más machistas del patriarcado tradicional. El marido corta troncos de sol a sol, construye una cabaña y se emborracha cuando llega reventado por la noche a casa. La mujer cocina, lava, limpia, cuida de los niños y se cabrea una y mil veces por esta situación tan injusta, pero no logra cambiarla, alguien lo tiene que hacer y le ha tocado a ella. El niño mayor ayuda al padre. La niña mayor a la madre.
Comen poco y mal, odian el lluvioso otoño, temen la llegada del terrible invierno, viven sucios sin agua corriente y ante todo son terriblemente paradójicos. Sus únicos ingresos económicos son las ayudas de 1.000 coronas por hijo que reciben mensualmente de ese gobierno danés del que tanto desconfían. Y con ese dinero que desprecian pueden pagarse la gasolina para ir a comprar comida al supermercado de la población más cercana, el combustible para el generador de luz de la casa, la conexión a Internet del ordenador, el ron y el tabaco que les da ánimos nocturnos. Nadie es perfecto, ni siquiera en el bosque.
Problemas con la basura
Hay muchas crisis en esta historia, pero yo me quedo con la más increíble de todas ellas. Después de llevar viviendo varios meses en el bosque se dan cuenta de algo en lo que no habían previsto: las basuras. Habían comenzado a acumularlas en cantidades inmensas, vidrios, latas, plásticos, restos de comidas. Ni reciclaje ni porras. En el bosque no hay contenedores. Pueden llevarla al vertedero, pero tienen dos problemas insalvables. El primero es ¿cómo transportarlas? No caben todas en el coche. El segundo puede sorprender a un español: en Suecia hay que pagar por usar el vertedero. Y no tienen dinero.
Sus escasas visitas a la ciudad tampoco le satisfacen. Se siente en ellas como una salvaje asombrada, inadaptada, asustada por tanta prisa, tanto estrés, tanta deshumanización. Es una mujer diferente.
Andrea no engaña a nadie y menos aún a ella misma. Escribe con valiente humildad, reconociendo sus muchas dudas y desvelando incluso los malos rollos con un marido que pasa demasiado de ella, empeñado en construir una cabaña mejor donde instalarse todos antes de la llegada del invierno. Y con unos hijos que también quieren decidir su futuro.
El lector se siente un cotilla mirando por el ojo de la cerradura de esta familia del bosque tan peculiar. Ella quiere ser feliz pero apenas lo logra. Cuando lo consigue, apenas unos instantes de hermosa felicidad siguiendo el vuelo de una libélula o el reflejo de un rayo de sol, los registra con pulcritud de notario. Son breves atisbos de eternidad ciertamente emocionantes.
Como reconoce en el libro, “quería contar una historia verdadera, así que escribí sobre los problemas y dejé aparte la belleza, ¡pero estaba ahí presente, y era sobrecogedora!”.
Todo. Lo cuenta todo. Son las pegas (o las virtudes) de ser bloguera, actividad relatora que Andrea mantiene desde 2011 y de la que este libro es un resumen extendido de su cuaderno de bitácora. De hecho, contra todo pronóstico, a día de hoy sigue viviendo en ese mismo bosque que tantos quebraderos de cabeza y alegrías le ocasionan, y sigue contando las peripecias vitales a través de su cuenta de Instagram y de su blog personal. Su anterior vida como directora de una agencia de coaching y consultora empresarial ha quedado definitivamente olvidada.
Momentos de oro del libro
“Nos ceban con miedo, como a los gansos. Hasta que consiguen que nos rindamos. Que ya no nos indignemos por nada. Que nos volvamos indiferentes. ¿Quién puede seguir siendo sensible en este mundo sin volverse loco?”.
“El aire olía a bosque y a cielo estrellado”.
“El fuego es lo que nos hace humanos”.
“Cuando cae la nieve suena exactamente como un susurro”.
“La vida en el bosque es realmente extraña. En verano uno se pasa todo el tiempo preparándose para el invierno, y en invierno, todo el tiempo soñando con el verano”.
“El bosque empezó a oler distinto, más intenso. Olía a madera seca, a musgo húmedo, a roca caliente, a tierra blanda, a río que fluye, y a nosotros mismos. Empezamos tener otro olor; igual que les pasa a los animales, teníamos nuestras propias marcas olfativas”.
“Estuve allí tumbada durante un buen rato mirando las estrellas. Me imaginaba que caían lentamente sobre mi rostro, como copos de nieve”.
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