El tema central de este Blog es LA FILOSOFÍA DE LA CABAÑA y/o EL REGRESO A LA NATURALEZA o sobre la construcción de un "paradiso perduto" y encontrar un lugar en él. La experiencia de la quietud silenciosa en la contemplación y la conexión entre el corazón y la tierra. La cabaña como objeto y método de pensamiento. Una cabaña para aprender a vivir de nuevo, y como ejemplo de que otras maneras de vivir son posibles sobre la tierra.

domingo, 20 de marzo de 2022

Elogio de la cabaña

Elogio de la cabaña
La experiencia del confinamiento abre de repente la pregunta por las ‘actividades esenciales’, pudiendo experimentarse cierto gusto por una vivencia de retiro o retirada de las dinámicas cotidianas de ruido y estrés. Es lo que trata de estigmatizarse ahora como ‘síndrome de la cabaña’, como si no hubiese toda una lucidez en ese estado.

Si doy tantas vueltas para introducir lo que sigue, es solo para subrayar la producción del pensamiento como un chispazo en el que yo no tengo ningún protagonismo, no he hecho ningún esfuerzo más allá del de escuchar a mis amigos, prestar atención y escribir estas líneas en este momento.

Ahí va:

Una cabaña no es un edificio en el que poder recluirse. Una cabaña es una construcción.
Siguiendo la línea de pensamiento de Heidegger, construir es consecuencia del habitar. Es decir, no se construye algo para habitarlo, sino que la construcción es ese habitar. Se habita el espacio y en ese habitarlo la construcción acaece como su prolongación. El habitar antecede al construir y el construir no difiere en gran cosa del habitar.
La arquitectura es algo ajeno a la construcción.
La construcción solo podría afirmar la arquitectura como arquitectura vernácula como una no-arquitectura, esa que hace que un iglú no sea más que “la continuación por otros medios del viento glaciar, pero vuelto habitable”, como dicen desde el Consejo Nocturno en Un habitar más fuerte que la metrópoli.
Una cabaña es un uso del mundo (no una explotación del mundo).
La cabaña es una construcción, es decir, un habitar: una forma de vida.
Una cabaña como construcción no es un producto (un edificio) es una acción de cuidar. No existe cabaña sin su continuo re-hacerse, un volver a ella, que es, en última instancia, un volver a sí-mismx-en-la-tarea-de-construir/habitar.
Una cabaña está íntimamente ligada con la posibilidad de la auto-construcción, sin experticias oficialmente acreditadas, necesariamente.
Si una construcción es la prolongación del habitar, también es una prolongación del propio espacio: una cabaña es en la misma medida bosque y acción de habitar-construir ejercida por un cuerpo. La cabaña es la capacidad del cuerpo de habitar el bosque. Y recordemos que habitar/construir es cuidar, ergo: la cabaña no es la dominación del bosque, porque la cabaña es a la vez ese bosque también.
La cabaña es un encuentro, un continuo hacerse espacio-cuerpo. Contacto: verse-afectadx y afectar.
En este hacerse, ¿es posible la reclusión? ¿Se puede unx confinar en una cabaña? No: unx se puede emboscar en forma de cabaña, pero emboscarse difiere mucho de aislarse.
La cabaña es intimidad-exterioridad, espacio-cuerpo, cuidado-refugio, forma de vida, ¿cómo esconderse en una cabaña? Imposible.
Síndrome de lo hermético sería el nombre apropiado para afirmar una negación de la coyuntura, un aislamiento y atomización. La cabaña es radicalmente otra cosa.
La cabaña no es un síndrome, es una fisura.
La cabaña no niega ni aísla, la cabaña ocurre como potencia.


[…] él odiaba las palabras arquitecto o arquitectura, jamás decía arquitecto ni arquitectura y, si yo lo decía u otro decía arquitecto o arquitectura, replicaba enseguida que no podía escuchar las palabras arquitecto o arquitectura, esas dos palabras no eran más que deformidades, abortos verbales que un pensador no podía permitirse, y yo tampoco utilizaba jamás en su presencia, y luego tampoco ya en otras ocasiones las palabras arquitecto o arquitectura, también Holler se había acostumbrado a no utilizar las palabras arquitecto ni arquitectura, decíamos siempre, como el propio Roithamer, sólo constructor o construcción o arte de la construcción, el que la palabra construir era una de las más hermosas lo sabíamos desde que Roithamer nos habló al respecto, precisamente en la buhardilla en que me alojaba ahora […].

THOMAS BERNHARD, CORRECCIÓN


*Intuyo que Christopher Alexander en su El modo atemporal de construir apunta hacia cosas que arrojan luz a este respecto también, pero ahora, llena de excitación como estoy por pensar las cabañas tan repentinamente, no me sale hilarlo. Lo menciono por si alguien quiere indagar.

https://draft.blogger.com/blog/post/edit/228787287723518540/7746986846890791918



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