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Richard E. Byrd (diario secreto)
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Richard E. Byrd (1888 - 1957) Destacado explorador polar, aviador y marino de la armada de EE.UU. El almirante Byrd fue protagonista principal del relevamiento aéreo y terrestre de la Antártida desde 1928. Sus conquistas polares no están exentas de polémicas. |
EL DIARIO SECRETO DEL ALMIRANTE
RICHARD E. BYRD
CAPÍTULO I
LA HISTORIA CONOCIDA
Biografía de Richard E. Byrd.
Decir Byrd es sinónimo del hombre de la Antártida. El Almirante Richard Evelyn Byrd nació en el estado de Virginia en los Estados Unidos de América en 1888, y toda su vida la pasó entre el aire y los hielos.
Experto aviador, Byrd fue pionero en desarrollar la técnica de los amerizajes nocturnos sin referencias visuales de tierra, así como los instrumentos de navegación necesarios para el vuelo sobre el mar.
En 1926 junto a Floyd Bennet y a bordo del avión Fokker tri-motor, Josephine Ford, alcanzó el Polo Norte. En 1927, atravesó el Atlántico sin escalas llegando a Francia. En 1929, a bordo del avión Ford tri-motor Floyd Bennet, Byrd sobrevoló el Polo Sur.
Durante el resto de su vida, Byrd, realizó cinco expediciones a la Antártida, en ellas se exploraron cientos de miles de kilómetros cuadrados. Personificó la imagen de la era mecánica de las exploraciones antárticas.
Nadie en la historia ha contribuido más a los descubrimientos geográficos de la Antártida como Richard Byrd. Murió en 1957.
Pero, sin duda alguna, la aventura más emocionante que realizó Richard Byrd fue en 1934 cuando sobrevivió desde Marzo a Agosto en una cabaña en pleno invierno antártico, en medio del hielo, a casi 200 km. de la base más cercana. Estuvo solo, sin más compañía que el viento, los hielos y las auroras.
Solo en la noche Polar- Marzo a Agosto de 1934.
El 28 de Marzo de 1934, el termómetro marca -50ºC. Un viento glacial azota la inmensa llanura de la Gran Barrera de Ross. Los tractores que transportan a los hombres que han ayudado a construir el refugio, se alejan y dejan de ser una mancha discordante en el blanco horizonte. En el punto de latitud 80º 8' Sur, longitud 163º 57' Oeste, a 123 millas de la base norteamericana llamada Little America (pequeña América), una cabaña prefabricada enterrada en el hielo de 2.7 x 3.9 m. y una altura de 2.4 m., será el refugio desde donde Byrd realizará durante casi 5 meses estudios metereológicos y observará las auroras australes.
El montaje de la cabaña había sido muy duro, el equipo hubo de soportar temperaturas muy bajas, cavaron una fosa donde introducir la estructura de la cabaña, cuando acabaron, el techo emergía de la superficie helada unos 60 cm. En la parte superior, una trampilla permitía el acceso al interior. Las paredes eran dobles y estaban forradas de material aislante, en el interior, una estufa con el tubo en forma de U, diseñado para calentar el interior por igual, atravesaba toda la pieza.
Las provisiones fueron almacenadas en dos túneles donde se amontonaban géneros de todo tipo: 180 kg. de carne, 396 kg. de legumbres, sacos de dormir, lámparas de keroseno, frutos secos, azúcar... así como material suficiente para escribir.
Se instaló, asimismo, una estación emisora-receptora de radio y una antena en el exterior de la cabaña, que fue sujetada con cañas de bambú. En cuanto a los instrumentos meteorológicos destacaba sobre la nieve, un poste de casi 4 m. de altura en cuyo extremo se hallaba instalada la veleta del anemómetro. Todos los aparatos e instrumentos meteorológicos estaban preparados para soportar temperaturas de hasta -115ºC.Byrd, se quedó solo. En adelante, el mundo viviente no existía para mi. Al Sur, cara al Sol poniente, la noche avanzaba sombría y negra, amenazadora como una tormenta. Diario de Byrd.
Después de ordenar el interior de la cabaña y reparar con unos bidones vacíos, deficientemente ajustados, algunas secciones de la tubería de la estufa que se habían extraviado durante el montaje, Byrd se dispuso a trabajar. Los aparatos del exterior debían ser constantemente desembarazados del hielo que los iba cubriendo. El 1 de Abril de 1934 se comunicó vía radio por primera vez con la base Little America y pudo oír las voces de sus compañeros, las transmisiones que Byrd realizaba eran en lenguaje morse, y se acordó establecerlas tres veces por semana.
El 5 de Abril, los accesos a la choza se habían bloqueado por el hielo, tuvo que utilizar el hacha para liberarlos durante todo el día. El 7 de Abril, se inició la noche polar, a mediodía el sol pasó por el horizonte sin fuerza para producir sombras. Una tristeza fúnebre envolvía el ambiente crepuscular; es como un período intermedio entre la vida y la muerte...(Byrd). El 17 de Abril el débil sol pasó por última vez sobre el cielo y desapareció totalmente. La noche polar había caído en toda su plenitud sobre Byrd. Me sentía como si hubiera caído en otro planeta o en otro horizonte geológico del cual el hombre no tenía conocimiento ni recuerdo.(Byrd).
Algunos días más tarde, Byrd decidió modificar la disposición de los tubos en U que entorpecían el funcionamiento de la estufa y que calentaban desigualmente. A veces, a golpes de hacha, debía romper placas de hielo que se formaban dentro de la cabaña bajando peligrosamente la temperatura. Varias veces al día, Byrd podía observar espléndidas auroras australes que consignaba en su diario, describiendo formas y colores sorprendentes.
Byrd se mantenía ocupado todas las horas del día, vigilando los aparatos meteorológicos, limpiando el interior de la cabaña, despejando de hielo los instrumentos de medición exteriores, además se impuso una serie de ejercicios físicos y todos los días salía de la cabaña para dar un paseo a la luz de una linterna; plantando varas de bambú sobre la nieve, unidas por un cordel, señalizaba el camino de regreso a la cabaña.
Un día perdido en sus pensamientos se alejó más de lo acostumbrado y rebasó la línea de bambúes. Bruscamente la nieve empezó a caer copiosamente y Byrd no pudo encontrar ninguna de sus señales. Entonces se dio cuenta de que no sabía ni durante cuanto tiempo había caminado, ni en que dirección lo había hecho. Encendió una linterna y miró a su alrededor. La nieve helada no presentaba la menor huella de sus pasos. Dibujó sobre el hielo una señal y amontonó nieve en ese punto para que le sirviera de referencia. Se alejó cien pasos en la dirección que estimó correcta, pero no vio ningún bambú. Regresó al punto de partida. Realizó la misma operación hacia otra dirección pero al volver no encontró el montículo de nieve. El pánico se apoderó de él, se sintió perdido en medio de la Gran Barrera de Ross. Caminando en círculos pequeños sobre el nuevo punto de referencia, descubrió por fin el montículo de nieve a unos 20 m. a su izquierda. Decidió entonces realizar círculos más amplios alrededor del montículo de nieve con el riesgo de perderse definitivamente, pero era su única opción. Resolvió establecer nuevos puntos de referencia a 30 m. del montículo original: A mis 29 pasos, descubrí a corta distancia una varita de bambú: jamás naufrago alguno experimentó mayor alegría al ver acercarse una vela...(Byrd).
El tiempo avanzaba apaciblemente dentro de la cabaña. En Mayo dando su paseo habitual, Byrd cayó de pronto con tal violencia que perdió el conocimiento. Cuando despertó, instantes después, se vio tendido al borde de una grieta gigantesca, con una pierna colgando en el vacío, exploró la sima con su linterna pero la luz no llegaba al fondo, podía estar a cientos de metros. Arrastrándose con cuidado sobre la frágil capa de hielo que cubría la grieta se alejó del borde. Aquella misma noche, escribiendo su diario, sintió un extraño malestar, dolor de cabeza y una sorda sensación de angustia.
Todas las noches, Byrd se sentía mal, la dieta era la adecuada, la estufa parecía funcionar normalmente, sin embargo cada día empeoraba su estado. La causa le era desconocida. Continuamente tenía que despejar el conducto de ventilación, que el hielo obstruía, al condensar la humedad del interior de la cabaña y congelarse con el frío exterior. En una ocasión, después de realizar el rutinario control de los instrumentos exteriores, y en medio de una fuerte tormenta, regresó al refugio, la trampilla superior estaba totalmente cubierta por más medio metro de nieve que se congelaba rápidamente, no podía entrar y no disponía del hacha, el viento rugía a su alrededor, moriría en poco tiempo si no entraba en la choza, tanteando a oscuras sobre la nieve, aferrado a los tubos de ventilación y de calefacción, encontró la pala con la que desbloqueaba la nieve de dichos tubos, trabajó como un loco contra el viento y el hielo, por fin, una hora después, casi congelado de frío, consiguió acceder al interior.
Las comunicaciones con la base le suponían una auténtica tortura, pero no quería alarmar a sus compañeros y a duras penas conseguía disimular su malestar. El 31 de Mayo en plena conversación con la base, Byrd se desvaneció. A pesar de las precauciones que Byrd había tomado despejando de hielo los conductos de ventilación, de calefacción y el de escape del motor que hacía funcionar la radio, éstas fueron inútiles a la hora de mantener una correcta ventilación en el interior de la cabaña, el monóxido de carbono estaba envenenándole poco a poco.
Durante un mes y sintiéndose muy enfermo, continuó sus observaciones. Encender la estufa, suponía un grave riesgo para su vida debido a la emanación de gases, pero si no lo hacía moriría de frío.
Aunque Byrd intentó ocultarlo, las extrañas transmisiones de radio alertaron a la base que algo no iba bien en la cabaña. Organizaron varios intentos de rescate, pero unas veces la oscuridad y las grietas en el hielo, y otras el frío que bloqueaba los motores de los tractores, impidieron el rescate de Byrd. El 10 de Agosto, alcanzaron la cabaña. La condición física de Byrd era tan precaria que no podía viajar de vuelta a la base por lo que tuvieron que esperar allí hasta el 12 de Octubre antes de poder regresar a Little America. Pasó 135 días aislado en medio del hielo.
En el momento de la evacuación, Byrd sintió que una parte de su ser quedaría para siempre en aquella cabaña en la que tanto había luchado: Conmigo llevaba la sencilla belleza, el sencillo milagro de estar vivo y una idea nueva y más humilde sobre el valor. En el momento presente yo vivo una vida interior más profunda. (Byrd)
Avanzadas alemanas en la Antártida.
En 1938 y 1939 la Sociedad Alemana de Investigaciones Polares respalda sendas exploraciones liderada por el capitan Alfred Ritscher, quien navega en el buque Schwabenland. La expedición arriba a la región conocida como Queen Maud Land y aerofotografia mas de 600.000 km2.
Las circunstancias que se viven bajo el régimen nazi llevarán a suponer que mas allá del carácter civil y científico de las mismas han influido en forma decisiva consideraciones estratégicas y militares.
A comienzos de este año la mayor fuerza militar expedicionaria que los EE.UU. hayan enviado a la Antártida hasta el presente comienza a desplegarse desde el Mar de Ross hacia el continente divididos en tres grupos convergentes iniciando una exploración de vastos alcances.
La Task Force 68 esta compuesta por 13 naves, entre rompehielos, destructores, cargueros y buques tanques de aprovisionamiento, lanzadores de hidroplanos, un buque de comunicaciones, un submarino, el Sennet, y un portaviones, el Phillipine Sea; los efectivos embarcados suman 4.200. Lidera la operación el Almirante Richard Byrd.
Antártida, un objetivo estratégico.
Richard Byrd participa en la Operación Highjump como oficial a cargo de la misma, en tanto que el comando de la Task Force 68 recae en el Almirante, en actividad, Richard H. Cruzen. El inédito despliegue de EE.UU. en el marco de la recientemente iniciada Guerra Fría con la Union Soviética despierta también recelos especialmente en los gobiernos de Chile y Argentina que abrigan reclamos de soberanía territorial en el cuadrante antártico sudamericano.
El propósito declarado de la operación es el del entrenamiento de personal y puesta a prueba de equipos militares en condiciones extremas aunque el esfuerzo sugiere también el interés estratégico de EE.UU. en relevar y asegurarse la disponibilidad de supuestos depósitos de uranio en el continente.
La campaña iniciada el 26 de agosto de 1946 con la orden de operación, es prolongada y se desarrolla por momentos bajo difíciles condiciones climáticas poniendo a prueba a hombres y equipos.
El submarino Sennet enfrentado a los hielos llega a sufrir serias abolladuras en su casco que hacen que durante la campaña deba ser retirado hacia Nueva Zelanda para ser reparado.
Extensas e inéditas operaciones aéreas.
El grupo principal, de reconocimiento aéreo magnético y fotográfico, opera desde una pista continental construida para lanzar aviones del tipo DC3 adaptados para vuelos de largo alcance de relevamiento aerofotográfico. A fines de este año son relevadas la mayoría de las costas y áreas linderas del sector.
El despegue de aviones bimotores tipo DC4 desde el portaviones exige de soluciones inéditas, durante la campaña se utilizan con éxito dispositivos denominados JATO como cohetes de empuje en el tren de aterrizaje para forzar lograr despegues en distancias inusualmente cortas.
Los vastos recursos aéreos desplegados en la operación permiten un relevamiento en tan solo dos semanas de mas de 500.000 km2 a través de la toma de 70.000 aerofotografías.
La exploración incluye un reconocimiento detenido del área de los sorprendentes 'valles secos' cercanos a la barrera de hielos de Ross, en rigor descubiertos originariamente por Robert Scott en 1903.
El 19 de febrero de 1947 el propio Byrd vuela una vez mas hacia el Polo sur y mas allá llegando a "nuevas tierras desconocidas".
Su críptico y singular testimonio sobre esta misión, que en forma fragmentaria reproduce la prensa, es inicialmente soslayado, aunque seguirá alimentando una suerte de leyenda sobre enigmas existentes en las latitudes polares, lo que sumado a la inaccesibilidad relativa a los mismos por parte de fuentes no militares o científicas los hará perdurar.
Los resultados de la exploración al fin de la campaña, que será reiniciada un año más tarde, servirán para imponer la presencia de EE.UU. en una región potencialmente conflictiva debido a reivindicaciones territoriales de varios países.
La misión esencialmente militar ha desestimado la participación de observadores extranjeros y ha contado con el concurso de un limitado número de científicos especializados, lo cual destaca su carácter prioritariamente militar.
La magnitud del esfuerzo aeronaval sumado a trascendidos sobre algunos de los verdaderos objetivos de la misión, serán motivo de especulación aun décadas más tarde sobre sus verdaderos fines
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