“Hôjôki”, Un relato desde mi choza” (1212) es un breve texto que ha influido poderosamente en la formación del espíritu resignado y contemplativo del pueblo japonés y que ha inspirado a todos aquellos que han decidido hacer del retiro un lugar de encuentro con lo fundamental. En esta pequeña obra se hallan las consideraciones que el poeta, monje y músico tocador de “biwa” Kamo No Chômei (1155 – 1216) nos hace desde su ausencia, en una choza de nueve metros cuadrados, en las estribaciones del monte Hino en la provincia de Toyama. La literatura japonesa lo tiene entre sus libros más apreciados y su influencia perdura tras siete siglos de la publicación hacia el infinito y más allá.
Quiero destacar las condiciones básicas del retiro cabañal a partir del ejemplo de dos arquitectos japoneses contemporáneos. La primera condición es el reconocimiento de la naturaleza como paradigma y destino. Este anhelo ha sido el primer motor de la obra del arquitecto Toyo Ito que ha sabido captar la musculatura de la naturaleza para convertirla en tensión y resistencia pero también en ductilidad, suavidad e integración. Sabemos que las olas en su fragilidad tienen estructuras moleculares que sostienen grandes pesos. El arquitecto y su ingeniero de cálculo de estructuras Mutsuro Sasaki hablan del gran misterio de la Forma y de las complejas tramas que subyacen en el crecimiento de una flor. Para ellos, arquitectura, tecnología y naturaleza están en angélica armonía.
Uno de los primeros proyectos de Toyo Ito fue la “Casa Sengataki” (1974), un pequeño habitáculo construido en un paisaje renombrado por la belleza de su desfiladero y sus aguas. Unos años más tarde, volvió a rendir homenaje a la naturaleza y lo hizo con la “ Aluminium Cottage” (2004) en Minamikoma, un volumen trapezoidal de pequeñas dimensiones, una cabaña ligera y móvil en la que el cálculo matemático convive con la poesía y la sensibilidad morfogenéticas.
La segunda condición, nos habla de lo mínimo necesario para existir tal como demuestra la cabaña del joven arquitecto Sou Fujimoto (1971) construida en las montañas de la prefectura de Kumamoto. Conocida como la “Final Wooden House” (2008) es un habitáculo de madera que tiene solo 8 m de lado, con un área de vida de 15,13 m2. y que es la réplica japonesa al Cabanon de Le Corbusier.
Solo el sentido de la unión de opuestos del pensamiento oriental permite reunir en una misma expresión dos nociones aparentemente contradictorias: la arquitectura teórica y la sensorial, a la vez.
Así es como ve Toyo Itto la cabaña de Sou Fujimoto, el resultado de ese encuentro en el que surgen las cuestiones fundadoras sobre qué es la arquitectura, sobre cómo debería la arquitectura relacionarse con la naturaleza, y de cómo hablar de arquitectura, es sinónimo de hablar del mundo y de las personas, una conversación a la que los sentidos se suman para reforzar la experiencia.
Ito y Fujimoto se plantean con sus pequeñas casas la búsqueda de la esencia, la raíz del acto constructivo. Unas cabañas que son el origen de la arquitectura y la vida, pero que a su vez son el lugar donde se puede realizar la liturgia de la transformación espiritual.
Los cimientos filosóficos.
¿Pero que tienen las páginas de este libro que no agotan su caudal inspiratorio? ¿qué sentido tiene, hoy en día, construir una casa tan pequeña? ¿Quién es el candidato adecuado para habitarla?
La primera condición del candidato es el reconocimiento de que el dolor y el temor a la muerte existen y que ambos pueden cesar y que hay un camino para conseguirlo. El candidato es alguien capaz del retiro voluntario y el alejamiento social. Kamo se retiró, a pesar de su creciente fama como poeta imperial, para vivir de modo eremítico y escribir en 1212 esta pequeña joya de la literatura universal.
Un elogio del retiro voluntario, pero no tanto para poder regenerar la conciencia, sino para llevar una vida hecha de soledad y abandono. El candidato es alguien capaz de comprender que todo tiene la impermanencia del vapor que se concentra y disipa. Es alguien que acepta la imprevisibilidad de la naturaleza que todo crea y destruye, es alguien que entiende la negación, el absurdo y el sinsentido de las ausencias como factores positivos, es quien busca la independencia auténtica, el cobijo del silencio absoluto, es aquel que encuentra placer en lo mínimo y hace de todo, una experiencia fundamental del vacío que transforma su conciencia, pero más que nada es alguien que no se encuentra apegado ni a las cosas ni a la vida, ni siquiera a la tranquilidad, ni a la serenidad y sobre todo es aquel que viste el hábito de una humildad absoluta.
La edición bilingüe que he utilizado divide el libro en seis capítulos y 37 partes en los que van apareciendo los cimientos que dan fortaleza a tan frágil construcción en connivencia con el espacio máximo de la naturaleza desde donde el poeta reflexiona sobre la existencia y el modo de vivir de la gente: “Solo aquí en mi choza se está en paz y sin temor, tan pequeña como es, hay espacio para dormir de noche y sentarse de día: el espacio suficiente para un hombre” …”La realidad sólo depende de tu corazón, si no está en paz un palacio te parecerá insuficiente.
La recompensa del candidato es la superación del dolor mediante la práctica correcta, el encuentro con la naturaleza y saber vivir adecuadamente con lo mínimo necesario en un espacio de apenas nueve metros cuadrados. Una vez más, la cultura japonesa, a través de su arquitectura moderna ha conseguido reunir lo más antiguo con lo más moderno y mantener viva la estela filosófica de este monje-poeta que los japoneses tienen como ejemplo de comportamiento, como la actitud necesaria para aceptar los designios de las catástrofes y para la correcta comprensión de la auténtica naturaleza del ser humano.
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Aluminun Cottage es un proyecto de Toyo Ito & Associates Architects. |
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Proyecto del estudio de arquitectura japonés Sou Fujimoto. Kumamura, Japon, 2008.
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http://jesusmartinezclara.balearweb.net/post/106736
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