Algún sitio donde escapar
(28 octubre 2012)
Escapar. Irse. Esfumarse. Perderse y no volver. A lo largo de la historia y de nuestra propia historia, hemos visto a sendos hombres y mujeres recurriendo a la fantástica pseudociencia de la escapología en situaciones diversas y más o menos apropiadas. Pero lo realmente interesante para nosotros no es cuando esa escapada viene como reacción a “demasiados problemas”, si no cuando ésta surge de un deseo irreprimible de huir del mundo civilizado y encontrarse a uno mismo, de estar solo y tranquilo, de una búsqueda de la felicidad personal que termina en una alternativa que podríamos calificar como drástica o radical.
Muchos autores han tratado el tema, y más aún lo tratarán en estos tiempos que corren. Incluso existe una revista, la británica New Escapologist, que desde el humor, la literatura y la filosofía, se dedica a plantear rutas prácticas para escapar del triste presente, promoviendo la libertad, la anarquía y el absurdo.
El fotógrafo americano Alec Soth, por su parte, publicó en 2010 un libro titulado Broken Manual, resultado de cuatro años de trabajo, que investiga lugares en los que algunas personas se refugian para escapar de la civilización. Cuevas, autobuses escolares abandonados en medio de la tundra o cabañas de madera se convierten en zonas personales de confort para monjes, ermitaños o fugitivos.
El libro, que también tiene una edición especial para los más sibaritas, es una oda a los hombres que (aunque seres sociales por naturaleza) encuentran la felicidad en la soledad y el aislamiento. Su documental, Somewhere to disappear, explica la parte más humana y emocional de las fotografías.
Fuente: http://www.perdizmagazine.com/algun-sitio-donde-escapar/#top
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