Jan Gabrial y Malcolm Lowry, México, 1935
l
Nacido en 1909 cerca del gran puerto de Liverpool, esa terrible ciudad-según diría Lowry cuya calle principal es el Océano, se embarca por primera vez con 18 años para hacer del mar su banco de pruebas y de experimentación literaria.
Trabajando en el Pyrrus como marinero, camarero y ayudante de fogonero, recorre en su primera singladura, a través del Canal de Suez, Shangai, Hong Kong, Yokohama, Singapur y Vladivostock.
La experiencia del Gran Tour marítimo se convierte años después en Ultramarina, la novela que recrea la historia de Dana Hilliot, un marinero principiante que se enrola en el Oedypus Tyranusscon dirección hacia el Lejano Oriente. El mundo que describe, el Océano como el cumplimiento del Destino inexorable y el barco como una "máquina infernal", apuntan ya las formas y maneras que se verán más tarde en su obra principal, Bajo el Volcán.
Puerto de Liverpool, 1932
II
Previo a la entrada de Lowry en la Universidad, su padre le envía a aprender la lengua alemana a Bonn. El impacto visual del cine expresionista alemán le deja subyugado, viendo en repetidas ocasiones Amanecer, El Gabinete del Dr. Caligari, Las Manos de Orlac, El estudiante de Praga.
Consciente de la poderosa atracción que ejercen estas películas, desde ese momento tratará de imitar la naturaleza enigmática de sus imágenes pobladas de mundos fantásticos repletos de criaturas quiméricas. Probablemente sea en los arquetipos del cine expresionista alemán, en las figuras que representan a personajes de personalidad dividida y siniestra que evocan a las fuerzas demoníacas de la naturaleza humana donde comienza a tomar forma el Cónsul, un personaje torturado por su pasado y que ha perdido todos sus atributos, un ángel borracho al que se describe en su descenso a los infiernos, en lo más profundo de un paisaje de belleza convulsiva, desolación y ruina como México.
Cartel de Las Manos de Orlac,de Wiene, interpretada por Conrad Veidt,1924
III
El océano, la literatura y la experiencia del alcohol se convierten de una forma desmesurada y salvaje en las esferas sobre las que girará su vida, consiguiendo borrar los límites existentes entre las tres y provocando que la conciencia delirante y catastrófica de sus personajes acaben por atraparlo. El fuerte dominio que ejerce la ficción produce un desdoblamiento compulsivo de su personalidad que le hace ver la realidad exterior como un alfabeto de signos ocultos, un lenguaje cifrado que conduce a un nivel superior.
El inicio de su carrera literaria es un itinerario de búsquedas y hallazgos que le llevan a trasladarse al sitio más remoto recorriendo distancias significativas con tal de conocer al autor del libro que acaba de leer. El libro, en su caso, es todos los libros, una revelación fulminante, un talismán con poder taumatúrgico, otra señal oculta, un fetiche que acabará canibalizando y del que sustraerá y se apropiará de los materiales con los que está construido para fabricar él mismo su propio libro.
Todavía reciente su viaje al Lejano Oriente, en la primavera de 1929, uno de sus hermanos le presta un ejemplar sobre el mar, Viaje azul, de un tal Conrad Aiken, y se percata de que está basado en su misma experiencia-una travesía marítima- y contado en una prosa de reminiscencias poéticas en la línea de lo que le gustaría escribir, "un libro-dirá Lowry de Viaje azul- de genialidad satánica".
En la dedicatoria de Aiken y con las iniciales C.M.L (Para C.M.L) Lowry cree ver una señal premonitoria, como si el volumen estuviera dedicado a él mismo (Clarence Malcolm Lowry), por lo que no tarda en embarcarse rumbo a Boston en el Dovillian para conocer al que será su maestro literario y, contratado por el padre de Lowry, ejercerá como su tutor en Inglaterra durante varios años. El viaje de vuelta lo realiza en el Cedric, el mismo barco donde Aiken había escrito Viaje azul y donde Lowry iba a llevar a cabo otro hallazgo, la lectura de El viaje sigue adelante, emprendiendo así un idéntico ritual de iniciación esta vez hacia el Mar Báltico, a la búsqueda de un escritor noruego llamado Nordahl Grieg. En esa travesía de ida y vuelta entre el Océano Atlántico y el Mar Báltico, y bajo el síndrome y la influencia de la novela de Aiken y la de Grieg, arranca la urdimbre de Ultramarina.
V
En 1933, en un viaje por España con los Aiken, comienza a mostrar su rostro más turbulento y siniestro, fruto de su relación tormentosa con el alcohol. La esposa de Conrad Aiken, Clarissa, hablará de ese viaje a Granada como de una catástrofe:
"Malcolm Lowry se había convertido en una amenaza. Yo asociaba a Malcolm con la catástrofe, podía prenderle fuego al colchón, romperse una pierna o dañar todavía más a mi marido".
Sus continuas borracheras le convierten en el hazmerreir de la ciudad, donde es llamado "el borracho inglés". Vigilado de cerca por la policía y con espías pagados por su tutor Aiken porque le pierden la pista durante varios días, parece existir un cierto paralelismo entre el trágico final de Bajo el Volcán, en donde el Cónsul es ejecutado por unos sinarquistas en una barranca de Cuernavaca al ser confundido por un espía, y el asesinato de García Lorca por los fascistas en un barranco de Granada. El viaje a Granada desencadena la ruptura de lazos con su maestro literario y tutor Conrad Aiken a la vez que se convierte en una vía de acceso para Lowry quien se enamora perdidamente de la que será su primera mujer, Jan Gabrial, y a quien revela que su nombre es el mismo que el de la protagonista de su novela, Ultramarina, de la que le enseña las primeras pruebas antes de publicarse.
VI
Recién publicada Ultramarina, se casa en París con Jan Gabrial, y asiste al estreno de "La máquina infernal", una obra de teatro de Jean Cocteau. En ella ve explicitados uno de los temas que más le obsesionan y que surge en su obra en múltiples ocasiones: las fuerzas tecnológicas que desencadenan la destrucción y el dolor, máquinas que aparecen como emblemas del poder y como mecanismos de vigilancia y control. Su mujer descubre que es un iniciado en rituales mágicos y que el abuso del alcohol le provoca estados de paranoia y violencia, por lo que decide abandonarlo y regresa a Estados Unidos:
"Parece que mi misión en la vida -le dijo Lowry a Gabrial- es convertir en un caos la vida de otras personas".
Meses mas tarde, Lowry se embarca en el Queen Mary resuelto a reconciliarse con Jan. Su salida de Inglaterra en el año 34 le lleva a un exilio de veintiún años.
En 1935, ingresa por dos semanas en el Bellevue Hospital, el centro psiquiátrico de Nueva York, para una cura de desintoxicación, en la que se basará para escribir Piedra Infernal, novela sobre la errancia y el desplazamiento en pos del remedio que cauterice las heridas del hombre, “ese fantasma destructor de sí mismo”, sobre una travesía en un barco en el East River que arriba a puerto y en realidad es Bellevue, sobre la búsqueda de la casa de Herman Melville, sobre historias “de cosas que se hunden, que se desmoronan, que se vienen abajo”.
Emulando a Conrad y Melville, había surcado previamente el mar en varias ocasiones: la primera hacia el Lejano Oriente, la segunda hacia los mares helados del Norte de Europa. Abismo y Océano en grandes dosis, México iba a revelarse como su auténtica y particular sesión en el infierno, la experiencia que Lowry pensaba tenía que recorrer en busca de una nueva vida oculta en la superficie de las cosas y de una belleza deslumbrante alejada de los beneficios siniestros de la civilización. En 1936 embarca rumbo a México vía Acapulco, esta vez siguiendo los pasos de otros escritores como Bierce, Crane, Cravan, D.H. Lawrence que le habían precedido en la experiencia mexicana y que como el mismo Lowry habían acabado atrapados en la espiral decreciente del Maelstrom. En Cuernavaca comienza la redacción de Bajo el Volcán y a concebir la arquitectura de su obra tratando de dar forma a una Divina Comedia en donde pudiera estar expresado el horror y la demencia del mundo contemporáneo, el abismo infernal que vislumbró desde la torre almenada de la calle Humboldt en Cuernavaca y cuyos símbolos físicos son los volcanes, la barranca y las cantinas donde se puede escuchar como un eco el remordimiento, la culpa y el dolor infinitos por la pérdida del amor.
IX
Las Manos de Orlac, las fuerzas incontrolables y ocultas del destino acaban por atenazarlo y cierran el malhadado círculo de la primera experiencia mexicana de tres años con un saldo vital caótico para Malcolm Lowry: su primera mujer le abandona en el año 37 debido a sus continuas borracheras y desapariciones del domicilio conyugal. Las navidades del 38 las pasa en solitario conociendo las cantinas de Oaxaca hasta que a su paso por una de ellas, la policía le detiene acusándole de espía. Esta experiencia le servirá de contenido para el segundo borrador de Bajo el Volcán, que finaliza estando en la cárcel. Las autoridades mejicanas le expulsan del país y llega a Los Ángeles. Allí conoce a Margarie Bonner, con la que se casará y decidirán emprender el camino hacia Vancouver. Encuentran aquí, en las inmediaciones de Dollarton una vivienda, una cabaña de pescadores al borde de un río rodeado de un bosque salvaje, un lugar idílico que identifica con la constelación astronómica de Eridanus. Lowry comparaba su historia con la de Faetón, el hijo de Hércules, que no pudiendo controlar la carroza que le había dejado su padre, cayó en un rio de Italia al que llamó Erídano: “ésta historia dio a Lowry una parábola de su propia vida, ya que también él había abandonado un sendero desastroso para ir a dar a orillas de un anchuroso río. De ahí en adelante llamaron a Dollarton su eridanus, su lugar de descanso después de una vida tormentosa” (Gordon Bowker).
Dollarton, Eridanus
X
Eridanus se acaba convirtiendo en una fantasmagoría trágica, ya que el desastre no le abandonaría nunca y se manifestaba cada vez que parecía encontrar cierta estabilidad en el trabajo, en su relación sentimental o familiar, etc.
Los de Dollarton son años de máxima tensión creativa y, al mismo tiempo, de un esfuerzo ímprobo por finalizar la novela y por convencer a los editores de las virtudes del libro. Dispuesta una tercera versión que en realidad iba a ser la última y definitiva, una desastrosa coincidencia en forma del fuego del infierno incendia la cabaña y destruye la copia. Cuando en el año 47 se edite Bajo el Volcán, Lowry compararía en un poema el éxito que tuvo la aparición del la novela con el incendio de su casa: el éxito se convertiría en la peor de sus pesadillas y en la premonición del desastre.
Qué horrible es el éxito,
peor que ver tu casa en llamas
y las vigas cayendo, una tras otra,
mientras asistes,
sin testigos,
a tu condena.
La fama,
como una borrachera,
consume lo mejor de ti mismo y, sórdida,
te muestra que sólo trabajaste para ella.
Ojalá que nunca me hubiera besado esa puta,
y haber seguido siempre en las sombras de la
destrucción y el fracaso.
*Traducción de Juan Luis Panero. El trueno más allá del Popocatépetl. Poemas escogidos.
XI
Malcolm Lowry murió con 47 años víctima de una intoxicación por barbitúricos en Ripe, East Sussex. Había vuelto. después de muchos años, a una Inglaterra destruida por la guerra. A los 17 años inicia sus andanzas literarias embarcándose en Liverpool en un periplo inabarcable de puertos, ciudades, bosques,.... Como los argonautas, había llevado a cabo su aventura escribiendo de una realidad periférica como la de México, hablando de seres marginales en un lenguaje alusivo, repleto de pliegues y meandros, de capas superpuestas, de extrañamiento, en donde nada es lo que parece y sin embargo había sido capaz de contar "algo nuevo sobre el fuego del infierno". Arruinado físicamente y atrapado por los demonios del delirium tremens, le había echado un pulso a la vida y en su viaje por el infierno no había conseguido volver para contarlo sino que había acabado creyéndose y actuando como Geoffrey Firmin, el Cónsul de Bajo el Volcán.
También esto, fuera lo que fuese, se desmoronaba, se desplomaba mientras él caía, caía en el interior del volcán, después de todo debió haberlo ascendido, si bien ahora había este ruido de lava crepitante en sus oídos, horrible, era una erupción, aunque no, no era el volcán, era el mundo mismo el que estallaba, estallaba en negros chorros de ciudades lanzadas al espacio, con él, que caía en medio de todo aquello, en el inconcebible pandemonium de un millón de tanques, en medio de las llamas en que ardían diez millónes de cadáveres, caía en un bosque, caía...
De pronto gritó y fué como si este grito fuera proyectado de árbol en árbol, como si sus ecos regresasen y, luego, como si los árboles se cerraran sobre su cabeza, apiñados, inclinándose sobre él,
compadecidos... Alguien tiró tras él un perro muerto en la barranca.
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